El vestuario del Barça vive días complicados. La derrota por 4-1 ante el Sevilla no solo dejó al equipo tocado, sino que encendió todas las alarmas en torno a Robert Lewandowski. El polaco falló un penalti decisivo con 2-1 en el marcador y, desde ese momento, el conjunto azulgrana se derrumbó. El Sevilla olió la sangre y firmó una goleada que dejó al Barça sin respuestas.
La imagen del capitán de rodillas sobre el césped del Sánchez-Pizjuán, frustrado y consciente de su error, dio la vuelta al mundo. Para muchos dentro del vestuario, ese gesto fue más simbólico que deportivo: el reflejo de un jugador superado por el tiempo y sin liderazgo.

Robert Lewandowski ha perdido la chispa
En el entorno del club, las críticas son feroces. Varios exjugadores y analistas catalanes no se mordieron la lengua. Algunos incluso aseguran que “ya no está ni para jugar en Arabia”. Una frase que ha corrido como la pólvora entre los propios compañeros, que también empiezan a perder la fe en su referente ofensivo.
Lewandowski, a sus 37 años, atraviesa su momento más bajo desde que llegó al Barça. Su inicio de temporada está siendo pobre: solo marcó un doblete ante el Valencia. Y también vio puerta contra el Real Oviedo y la Real Sociedad. Pero se ha mostrado lento, errático y sin chispa en el resto de partidos. Contra Newcastle, Getafe y Sevilla, cuando más minutos ha disputado, ha desaparecido por completo.
A pesar de todo, Hansi Flick sigue apostando por él. El técnico alemán le conoce bien de su etapa en el Bayern de Múnich y mantiene la esperanza de que recupere su instinto. Pero cada jornada que pasa la confianza del vestuario se resquebraja un poco más. Muchos jugadores creen que Lewandowski sigue siendo titular solo por su nombre y por la amistad que lo une al entrenador.
Ferran Torres le come la tostada a Lewandowski
Dentro del grupo hay otra figura que gana terreno: Ferran Torres. El valenciano vive su mejor momento desde que llegó al club. Marca, asiste, se entrega en defensa y contagia energía. En los entrenamientos, es pura intensidad. En los partidos, dinamismo. Es el jugador que más se acerca a la idea de presión alta y juego coral que Flick quiere imponer.

“Ferran se lo gana. Lewandowski lo hereda.” Así lo resumen fuentes cercanas al Barça. Los jugadores sienten que la jerarquía ya no puede estar por encima del rendimiento. Y eso incluye al máximo goleador del equipo en las últimas dos temporadas.
En el Barça ya no se discute si debe seguir siendo titular. Se discute si debe seguir, directamente. La paciencia se agota. Su físico ya no le acompaña, su liderazgo se desvanece y su salario, el más alto de la plantilla, pesa como una losa. El mito se apaga. Y en el entorno culé muchos lo tienen claro: Lewandowski ya no es el Lewandowski del Bayern. Ni siquiera, dicen algunos, el Lewandowski del Barça.