El fútbol, como la vida en general, se puede mirar desde muchos prismas. Lo qué para alguien es una situación agradable, para otros es un callejón sin salida difícil de resolver. Pasa en el mundo del deporte, en el trabajo y también en las relaciones amorosas. El mundo, en definitiva, es bastante complicado.

Hace unos años, mirar los partidos del Barça permitía que uno se aislara de todas las dicotomías del día a día. Con Pep Guardiola en el banquillo, el conjunto blaugrana sólo ofrecía certezas: atropellaba a los rivales, goleaba sin oposición y jugaba tan bien a que, aunque los astros se alinearan y perdiera el partido, el socio acababa satisfecho. Sólo un loco o un necio se hubiera permitido el lujo de no disfrutar del show. La alegría duró cuatro años y desde entonces nada ha sido lo mismo, pero el Barça de Quique Setién, por momentos y a pesar de las derrotas, ilusiona al culé con reminiscencias del pasado.

messi barça athletic efe

EFE

En San Mamés, su equipo firmó uno de los mejores partidos de la temporada fuera de casa pero, aun así, perdió. Tal como le pasó a Ernesto Valverde en la semifinal de la Supercopa de España, la inapelable superioridad vista sobre el terreno de juego no se va tradujo en un resultado positivo y el Barça lo acabó pagando con un título. Sólo quedan dos y el margen de maniobra ya es minúsculo.

Del partido de este jueves se ha destacado que los hombres de Setién se plantaron en campo contrario, que contaron con varias ocasiones para estrenar el marcador y que el Athletic sólo disparó una vez a portería. Y todo, practicando el añorado juego de posición. Los datos, sin embargo -tan fríos y cerebrales- confirman que el dominio no fue tan abrumador. En la segunda parte, el Barça sólo pudo marcar en dos ocasiones con disparos de Leo Messi y Antoine Griezmann y, aunque el acierto en el pase fue muy elevado, faltó velocidad para penetrar el área rival.

¿El Barça jugó bien o sólo tenemos ganas que eso suceda para olvidar la etapa de Valverde y la crisis institucional que vive el club? ¿Quizás, cómo dicen los Manel, algún rato ¿qué os pensáis? También nos gusta estar contentos.