El Girona ha conseguido un empate de mucho mérito en Montilivi contra el Atlético de Madrid (1-1) en la decimocuarta jornada de la Liga Santander. Los hombres de Eusebio Sacristán se han avanzado antes del descanso gracias a un gol de penalti del pichichi Stuani -ya suma 11-, pero los colchoneros han encontrado el empate cuando quedaban menos de diez minutos de partido gracias a un gol en propia portería de Ramalho.

El punto, sin embargo, tiene muy buen sabor. El Girona ha mostrado un gran nivel, suma su sexta jornada consecutiva sin perder y es séptimo a la clasificación. Los 21 puntos no son una garantía de permanencia, pero las sensaciones que transmiten los hombres de Eusebio sí.

El pichichi Stuani no falla

Los compases iniciales han sido un espejismo de lo qué pasaría durante el primer tiempo. El Atlético de Madrid, quizás con el partido de la temporada pasada en mente, se ha plantado al terreno de juego dispuesto a hacer daño al Girona. La angustia se ha palpado en Montilivi y Bono, que es muy bueno con las manos pero no tanto con los pies, ha perdido varias pelotas en situación peligrosa.

Poco a poco, sin embargo, los hombres de Eusebio han empezado a dominar el esférico y la dinámica se ha alargado durante los primeros 45 minutos. Ante la ausencia de un carrilero zurdo puro por culpa de las lesiones, Eusebio ha optado por situar a Àlex Granell en esta posición. El catalán no es rápido, pero el técnico ha situado a Patrick Roberts -una bala creada para driblar- por delante suyo. La apuesta no le ha podido salir mejor.

Granell, de hecho, ha sido uno de los mejores futbolistas del partido. En el minuto 11, ha probado una volea desde fuera el área que ha salido desviada por muy poco. No ha sido el único aviso gerundense. Stuani, en el 27, ha podido hacer el primero cazando una pelota dentro del área.

El escenario era demasiado bonito, de manera que el antihéroe Diego Costa ha hecho acto de presencia. El delantero colchonero se ha desmarcado en profundidad habilitando a Saúl -hoy también reconvertido a lateral izquierdo- y este ha estrellado la pelota en el travesaño cuándo se habían disputado 30 minutos de partido.

El aviso ha puesto el ay en el corazón de Montilivi pero no del pichichi de la Liga, Cristhian Stuani. Cuando De Burgos Bengoetxea se disponía a silbar el final del primer tiempo, el uruguayo se ha plantado delante de Oblak y lo ha driblado con sangre fría. El portero esloveno la ha placado sobre la línea y el resultado no ha podido ser más positivo en clave rojiblanca: penalti, gol, y undécima diana de Stuani en la Liga.

Demasiados contratiempos en clave rojiblanca

La segunda parte ha empezado con un nuevo aviso del MVP del partido, Àlex Granell. El mediocampista ha lanzado una falta desde la frontal y Oblak no ha llegado a atajarla. Desgraciadamente para los intereses gerundenses, la pelota ha salido desviada por pocos centímetros de la portería colchonera.

El paso de los minutos ha permitido que se impusiera la lógica y el Atlético de Madrid se ha empezado a acercar a la portería del Girona. El acoso colchonero no ha sido la única mala noticia: Bono, un seguro de vida en Montilivi, se ha roto en una jugada aislada y el discutido Gorka Iraizoz lo ha tenido que sustituir. Lo cierto, sin embargo, es que el portero vasco ha regalado una de las mejores paradas de la jornada para impedir el gol de Saúl cuando quedaban poco menos de quince minutos de partido.

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Para contraatacar, Eusebio ha apostado por la entrada de Portu, que ha sustituido a Patrick Roberts, y de Valery. El primero ha vuelto a pisar el césped de Montilivi después de su lesión contra el Rayo, mientras que el segundo ha debutado a Primera División.

Y en medio de la euforia, el gol del Atlético. Diego Costa se ha desmarcado en profundidad y Ramalho, para evitar que pudiera rematar, ha puesto su pie de manera fatídica. Sin quererlo, el vasco ha superado a Gorka y se ha marcado en su propia portería. Podría haber sido peor, y es que en tiempo añadido Gelson Martins ha perdonado el 1-2. La del portugués ha sido la última jugada de un partido que, por culpa de Diego Costa, se ha ensuciado por momentos.