En uno de los tres episodios que de momento ha estrenado Amazon de Todos aman a Daisy Jones, uno de los personajes afirma que esta es la típica historia de una banda de rock. Pues no se podría resumir mejor. Efectivamente, la serie es de un tópico que quita el hipo, con el problema añadido de que el libro en el que se basa de Taylor Jenkins Reid es mucho más original a la hora de aproximarse a las interioridades de un grupo inspirado, según ha reconocido la misma autora, Fletwood Mac.

La serie es de un tòpico que quita el hipo, con el problema añadido que el libro en que se basa de Taylor Jenkins Reid es mucho más original a la hora de aproximarse a las interioridades de un grupo inspirado, según ha reconocido la misma autora, Fletwood Mac

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Todos aman a Daisy Jones, una serie de típicos y tópicos

Lo que habría podido ser, pero no es

Vamos por partes. Todos aman a Daisy Jones es la crónica del auge y caída de una banda que en los años 70 salta a la fama en los escenarios californianos cuando la cantante del título pasa a ser un miembro estable. Accedemos a la historia mediante entrevistas al grupo, que van recordando sus orígenes, sus éxitos y sus conflictos. He ahí una primera diferencia con el libro: el texto de Taylor Jenkins Reid no innova desde el punto de vista argumental, porque realmente es un retrato de una banda bastante canónico, pero su originalidad es que, en lugar de fiárselo todo a los flashbacks, hace que los recuerdos de los entrevistados vayan configurando un mosaico de percepciones sobre un mismo hecho. Es lo que se denomina formato de historia oral (muy utilizado en la literatura de no ficción musical). La serie, en cambio, rebaja el peso de las opiniones de su presente para convertirse en un relato convencional sobre la sucesión de acontecimientos (muy de manual, además) que llevan a un grupo de amigos a una caída libre. Que la estructura se vuelva tan "fácil" es uno de los males que acaba perjudicando la narración, como también lo es que la serie no deje de ser un Casi famosos sin carisma. Entretenida, sí, y con momentos que proyectan el espejismo de lo que habría podido ser, pero la sensación que ya lo has visto en anteriores ocasiones te acompaña desde la primera escena.

Todos aman a Daisy Jones

La serie no deja de ser un Casi famosos sin carisma

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Todos aman a Daisy Jones, casi famosos... pero no

Una serie sin mística

Pero lo que realmente hace que Todos aman a Daisy Jones no se acabe de elevar es su fallida reconstrucción de la época en la que transcurre la acción. Nunca la escena musical de los años 70 se había visto tan limpia y aseada en pantalla (de hecho, lo es tanto que no parecen ni los 70). Sus responsables pinchan a la hora de crear una atmósfera creíble (todo el mundo está muy emocionado por un contexto cultural que nunca ves vivo del todo) y las canciones originales de la serie no capturan, ni mucho menos, la personalidad de los clásicos de aquel momento. Tampoco ayuda mucho que los personajes no transmitan lo que se supone que tienen que transmitir: Riley Keough es una actriz magnífica, pero cuando la vemos en el presente de la serie no irradia la mística que ha llevado a convertirla en una estrella de culto. Al fin y al cabo es culpa de un guion irregular y una dirección perezosa que no se molesta a dotar la serie de una personalidad propia que la signifique dentro de su género. No hacía falta que fuera un Velvet Goldmine, pero la apuesta por el falso documental (apuesta, por cierto, que se acaba diluyendo demasiado deprisa) permitía soñar con un This Is Spinal Tap de la era del streaming. Tristemente, se conforma con ser la versión para todos los públicos de una decadencia anunciada, llena de segmentos arrítmicos y diálogos que parecen escritos por un teclado predictivo. Un libro es una cosa y una serie, otra muy diferente, pero en este caso, si se hace la comparación, el primero gana por goleada. Por cierto, punto positivo para Prime por haberla doblado al catalán.