A estas alturas, queda demostrado que cuando las cosas se hacen bien, no hay que seguir las convenciones preestablecidas para triunfar. Y si no, que le pregunten a Rusowsky con su doble sold out en la Sala Apolo sin ni siquiera haber tirado un disco al mercado. Y sí es verdad que las dinámicas dentro de la industria musical han cambiado, y la manera en la cual consumimos música también, no se le puede restar mérito a una de las mentes más creativas de la Península Ibérica. Así que, al acercarse el 8 y 9 de febrero, la única cosa que superaba las expectativas sobre estos conciertos eran las ganas de asistir de sus fans, que ha ido cultivando estos últimos cinco años a golpe de hits.

Conseguir una entrada —ya fuera de reventa, invitación, o porque habías manifestado bien fuerte que aquel colega que no te acaba de caer tan bien pillara un gripazo y te cediera la suya— era misión imposible desde hacía meses. Prometía ser uno de aquellos conciertos que, de no ir, te darían el coñazo hasta la eternidad. Había que vivir la sorpresa, la experiencia, la explosión de electricidad en primera persona. Por eso, como persona que tenía entrada para el segundo día, decidí evitar los stories de amigos y conocidos para no sufrir ningún spoiler. Así que dicho y hecho, ciega digital, me planté hacia las nueve de la noche en la sala Apolo la noche del viernes. Rodeada de los que demostrarían ser auténticos devotos, no me podía parar de preguntar si el fundador y uno de los miembros más prolíficos de Rusia-idk recrearía su ya icónica puesta en escena de su debut en las Gallery Sesiones. ¿Llevaría su particular orquesta de cámara como cuando hizo el acústico de mwah :3? ¿Tocará el piano? ¿Saldrá vestido como un tipo de Sulley de Monstruos S.A.?

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Y se reveló el secreto. Ni banda, ni bailarines, ni florituras. Señoras, señoris y señores, él mismo, el gran Rusowsky. Poco más se necesitaba. La pista enloqueció. El techo de La 2 debió doblarse de tanto movimiento en la pista. Un poco de humo y en medio del escenario lo acompañaba DRUMMIE, amigo, compañero y también uno de los productores más interesantes de Rusia-idk, detrás de las mesas donde tenía de todo para conseguir que sin músicos, el espacio se llenara con las mismas texturas y sonoridades que si les acompañara una versión glitecheada, repensada y modernizada de una sinfónica.

Lo que vino a continuación fue una rave de emociones. Él mismo explicó que este año sacaría nuevo disco, y por lo tanto, que sería la última vez que tocaba muchas de aquellas canciones. Desde el go hard, go crazy a B.I.L·L., Rusowsky transformó cuchicheos digitales en un universo rave de bajos resonantes sin perdón. Tirando desde el principio Brujita, su colaboración con Saramalacara, y siguiendo con momento como bla bla bla para levantarnos de la siesta. No faltó una videollamadita a su compañero de colectivo y de piso, Ralphie Choo, para cantar Dolores y GATA. Una fiesta que fue un baile entre el corazón más roto y los bpms con graves acelerados.

A pesar de ser un concierto corto, poco más de una hora, cuando el de Rusia-idk hizo una piti pausa, los visuales hipnóticos llenaron el espacio. Los problemas con el micro quedaron en nada cuando hizo una doble performance de mwah :3, primero como balada a piano, después como reggeaton meets uk garage. No olvidar la premier de un nuevo tema que empezaba con en el sample de Papi Chulo. Euforia, humo y hora de ir recogiendo. I So so, uno de sus primero temas, hizo a la gente bailar a partir de un piano de elegancia imparable, a enloquecer con los bajos más contundentes de la noche. Un triunfo si consideramos victoria escuchar a los barceloneses cantar al unísono.

Sobrevivir a la olla de Valentino por segunda vez en menos de cuatro meses me parece prácticamente un milagro

El que ya ha sido colaborador de gente como C. Tangana o Dellafuente dejó muy claro porque todo el mundo se quiere unir a su fiesta. Y para despedirse lo culminó todo con la misma explosión caótica que meses antes había procurado Ralphie Choo en su triple sold out de La Nau. Sobrevivir a la olla de Valentino por segunda vez en menos de cuatro meses me parece prácticamente un milagro. Pero como Rusowsky sacando éxito tras éxito, por él, lo volvimos a hacer.