Una sala de rehabilitación puede ser un buen sitio para entender qué es la interculturalidad y también para hacer intercambios lingüísticos. Imaginaos una escena en que gente de todo el Alt Empordà (gente que normalmente solo habla en catalán y gente que normalmente solo habla en castellano) comparte un espacio donde superar sus lesiones, recuperarse de fracturas u operaciones, etc. En un espacio como este, os aseguro que la diversidad cultural es palpable y la diversidad lingüística, inevitable.

En esta sala no se pueden utilizar los móviles y eso facilita mucho la comunicación, que resulta ser casi obligada. Claro está que puedes no hablar durante una hora, pero lo más probable es que lo acabes haciendo. Yo misma estuve dos semanas sin hablar con nadie (estaba muy enfadada porque me había hecho daño y la frustración que sentía me hacía llorar mucho y hablar poco). Sin embargo, cuando ves que la cosa va para largo, acabas hablando con quien sea y de lo que sea y te das cuenta de que la lengua se convierte en una herramienta crucial para la recuperación y que la comunicación es la base de la terapia en este espacio.

Cuando nos encontramos mal, nos sentimos vulnerables y tenemos dolor, la lengua es nuestra vía comunicativa para poder explicarnos y poner palabras a los dolores que tenemos. Poder comunicarnos con nuestra lengua materna nos resulta vital y necesario porque nos da seguridad y confianza (esenciales para la rehabilitación). Además, la lengua también es una herramienta de conexión. Muchos pacientes pasamos largas temporadas en las salas de rehabilitación y el hecho de comunicarnos y de compartir lo que nos pasa, nos hace empatizar con otros pacientes y también hace que nos mantengamos conectados. Y eso tiene un efecto muy positivo en el proceso de recuperación.

Si podemos expresarnos en nuestra lengua, las terapias pueden ser más efectivas y los pacientes podemos recuperarnos mejor

También es importante tener en cuenta la parte identitaria de la lengua. Los pacientes tenemos que superar muchos desafíos (físicos y psicológicos). Poder hablar en nuestra lengua materna nos recuerda nuestra identidad y nos ayuda a recuperar la autoestima y la confianza. Así pues, no podemos subestimar la importancia de la lengua en estos entornos. Si podemos expresarnos en nuestra lengua, las terapias pueden ser más efectivas y los pacientes podemos recuperarnos mejor. Valorar y respetar la lengua materna de los pacientes es una parte fundamental de la atención integral que recibimos como pacientes.

De hecho, las lenguas en este espacio me ofrecen una gran fuente de entretenimiento. Alguien pronuncia una frase en catalán, el otro lo contesta con castellano, uno cambia de lengua y habla con un castellano de Albanyà que lo delata y, a menudo, los intentos de traducción se convierten en situaciones cómicas: ¿como cojones se dice 'empeine' en catalán? ¿E 'ingle'? A ver, 'estiramiento'... ¿está bien dicho? ¡Ahora me suena mal! También hay un uruguayo que trata de Usted a todo el mundo, un policía local que habla en catalán sin manías (aunque se nota que no es su lengua materna), un chico de origen sudamericano que quiere ser militar (no lo comentaré) que habla un catalán perfecto aunque tampoco sea su lengua materna y muchas conversaciones que acaban en una mezcla de catalán y de castellano sin que pase absolutamente nada, sin prejuicios lingüísticos ni imposiciones de ningún tipo.

Y esta diferencia o barrera lingüística, que podría ser un problema, no lo es. Y no lo es porque los que estamos aquí tenemos dolor y compartimos un rato que nos hace pasar el día mejor. Es una terapia intercultural y una lección sobre diversidad lingüística. Aquí todos somos iguales, hagamos lo que hagamos y seamos lo que seamos fuera de aquí. Porque aquí nos une el dolor y la paciencia y porque nos hemos roto las ligamentos de la rodilla, nos han operado del menisco, nos ha explotado el tendón de Aquiles o tenemos una vértebra jodida. No nos preocupa demasiado lo que hable el de la camilla del lado (sí: ¡'camilla' no existe en catalán!) porque sabemos que a lo largo de los días acabaremos hablando igualmente, sea quien sea y hable la lengua que hable. Y PS: ¡Por cierto! 'Empeine' en catalán es 'empenya' e 'ingle', 'engonal'. ¡De nada!