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Capítulo 1: Decálogo de la farsa del sector musical

Capítulo 2: Cuando se té pasa el arroz, ¡en la mierda los principios!

Capítulo 3: El 'statu quo' se el enemigo de laso redes sociales: voy a reabanicar Twitter
 

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Era un cagado. Pero si quería dejar de ser el pringado de los artículos a 40 euros, tenía que ofrecer carnaza. Ya me lo dijo Emilio en la piscina: “Ve con todo Dani, que se te pasa el arroz”. Tenía una bala. Necesitaba un viral. Llegué a casa después de la piscina. No me duché. Odiaba las duchas del gimnasio. No podía evitar mirar mi panza, llena de pelos, y compararla con la de esos gym bros. Ni rastro de grasa. Nada de pelo. Todos con sus calzoncillos PBStudio, la marca del valenciano Joan Pradells, el nuevo gurú del fitness. 

—¡Hola!

—Hola.

—¿Te has duchado en el gimnasio? —me preguntó Claudia.

—No. 

—¿Quieres arroz? Voy a hacer, aunque igual se queda un poco pocho del cal…

—¡No! No quiero arroz. 

Me encerré en la habitación con el ventilador de pie pegado a la cara. No quería oír ni hablar de arroz. Tenía que escribir el artículo y mandarlo. Rápido. Sólo tenía una bala. Probamos una vez, me dijo el listillo del periódico. ¿Sólo una vez, eh? Soy el segundo plato y además tengo que encandilar en una sola vez. Joder.  Vale, vale, vale, lo tengo. Voy a hacer una historia sobre un chico de extrarradio que veranea en un cámping, voy a hablar de las barcelonas, de la Barcelona del ruido, de Sant Adrià, el municipio al que fue a parar mi familia, pegado al río. Sí, esa es una buena idea.

Era un cagado. Pero si quería dejar de ser el pringado de los artículos a 40 euros, tenía que ofrecer carnaza

Llevaba tres magníficas páginas y me di cuenta que había mancillado todas las ideas de Anna Pacheco, Miqui Otero y Pérez Andújar. ¿Cómo iba a destacar copiando tan descaradamente a los demás? Bueno, así lo hacen todos los creadores de contenido. Pero no, yo necesitaba un bombazo. Tenía que escribir sobre algo que conociese. Sobre cosas que nadie dijese. Pero que muchos pensasen… Pero yo sólo había ido a conciertos, festivales y había entrevistado a diez mil artistas, dos veces a Damon Albarn, por cierto. A este último, incluso le había colgado; era mi primera entrevista y me equivoqué tocando las teclas del móvil. Si quería destacar, tenía que ser descarado.

Llevaba tres magníficas páginas y me di cuenta que había mancillado todas las ideas de Anna Pacheco, Miqui Otero y Pérez Andújar

Joder, qué puto miedo ser descarado. Se me tirarían todos encima. O nadie me haría ni caso y el editor pensaría que era idiota. Se me acababa el tiempo. Un decálogo sobre las mierdas del sector musical. Eso estaría bien, o no, yo qué s… ENVIAR. “¿No os ha gustado?”. Escribí al editor una hora después de no recibir acuse de recibo. 

—¡Dani, Dani! ¡Mira qué me pasa mi hermana! —la hermana de Claudia no se había perdido un Primavera Sound desde su estreno, era un buen termómetro— ¡Un artículo tuyo! 

“Estás en portada, Dani. Hemos tocado un poco el titular y el artículo está volando”.