Es increíble la capacidad del ser humano por no hacer nada. De esto me di cuenta el viernes pasado, tras entrar en una sala vacía del primer piso del MNAC, una habitación con una silla tirada en el suelo y una proyección audiovisual en la pared blanca del fondo donde solo estaba yo. Lo sabía de mucho antes, pero, y no había querido ver. Creo que aún no quiero, y mira que me jode. Porque ya lo dijeron los Beatles en su Strawberry Fields Forever: vivir es fácil con los ojos cerrados. Pasa a menudo, todos los días, que vestimos de realidad absoluta nuestras cuatro paredes para sentirnos un poco mejor. Somos muy hipócritas si no reconocemos eso.

¿Sabías que hay gente en la otra parte del mundo que se está muriendo? Claro que lo sabemos, pero pensar en ello no encaja muy bien en nuestra cómoda vida de ciudad. Algunas lo hacen tras recibir impactos de metralla, a otros simplemente la bomba les cae en los pies. Sangran por la boca, carne cruda esparcida por el suelo, miembros cortados que nunca volverán a caminar. Eso si no mueren antes de hambre por la hiper precarización, desnutridos y flacuchos en garitas de mala muerte, los pequeños con la camiseta del Barça y la barriga como un balón de la Eurocopa. Las arruguillas de la cara no son de las que se disimulan con cualquier crema barata, responden más a la deshidratación paupérrima de la miseria. Si viven, no tienen nada: ni casa, ni familia, ni luces, ni alegría. Una nada que todo lo dice.

Guilty Landscapes puede verse hasta el 25 de julio en el MNAC. / MNAC

Guilty Landscapes es una salvajada emocional

Guilty Landscapes o cómo una galería multimedia te deja los principios por el suelo. Yo he necesitado encerrarme en una habitación de museo para sentir esa angustia que te sube por el pecho y te aprieta los pulmones para hacerte vomitar. Tuve miedo. Durante unos 8 minutos, quise correr muy rápido y esconderme debajo de una cama, salir al exterior, 27 grados al sol y un café con hielo, por favor. Huir de un presente que no es el mío, de una realidad que podría ser la mía si el azar no me hubiera criado en un pequeño pueblo del Maresme y en una familia que ha podido dármelo todo. Un cartelito iluminado me decía que estaba en Homs (capítulo III), la imagen destruida frente a mis ojos era una ciudad de Síria. Y ese hombre que me mira, que se acerca, que se sienta enfrente mío sin apartar sus ojos negros de mí y que es mi reflejo, el espejo donde veo la mierda de personas que nos han enseñado a ser.

“Twitter es nuestra redención y no aguantaríamos ni un solo día tanta desesperación.”

Tuve miedo porque me di cuenta de mi responsabilidad y me di cuenta de mi responsabilidad porque tuve miedo de ser como soy: una ciudadana blanca de clase media que no tiene ovarios para plantar sus privilegios y vivir para ayudar. En las sociedades occidentales no estamos acostumbrados al miedo. De repente un atentado llega a nuestra Rambla y somos el ombligo del mundo, pero nadie ha llorado las muertes de Bagdad, de Vietnam, de Srebrenica, de Ruanda, de Palestina, de Síria. Nos creemos superiores a todo esto. Twitter es nuestra redención y luego agua y jabón para nuestras manos, tarjetazo en Inditex i nos quedamos tan anchos. Si estuviéramos allí no seríamos nada. No aguantaríamos ni un solo día tanta desesperación.

Está programado en el marco del Festival Grec. / GREC

La visión artística de Dries Verhoeven es mucho más que una performance. A través de diferentes capítulos te habla sobre la explotación laboral, los estigmas sociales, la desolación de los pueblos. Es lo contrario a contenido inocuo. Cuestiona y formula preguntas, señala nuestro inconsciente y remueve la identidad del ser, el por qué estamos aquí, la dualidad crónica en la que vivimos todos. Nos pasamos el día frente a pantallas y móviles, siendo testigos omnipresentes de la barbarie desde lejos, pero eso no nos hace testimonios reales de la crudeza. Dejemos de lado el egocentrismo, por dios. ¿Empatizaríamos con el prójimo? ¿Le tenderíamos la mano, si estuviéramos dentro del vídeo? ¿O tendríamos tanto pánico que solo miraríamos por salvar nuestro propio culo?