El Ateneo Barcelonés acogió ayer, jueves 25, un debate sobre “¿Pero qué hacen, en Bruselas? Política migratoria”. En el acto una parte importante del público manifestó su frontal oposición a las políticas de acogida a los refugiados de la Unión Europea. El periodista Eliseo Oliveras analizó las políticas migratorias de la Unión Europea. Debía participar también en la sesión el responsable de Justicia Global y Cooperación Internacional del Ayuntamiento de Barcelona, para presentar las medidas tomadas para la acogida de refugiados, pero finalmente no asistió ningún responsable de la institución. De esta forma, Oliveras acabó debatiendo con el público, entre el que destacaban algunas voces radicalmente contrarias a la llegada de más refugiados o inmigrantes.

Los razonamientos

Oliveras criticó duramente la “confusión monumental” que es la política migratoria, argumentando que Europa está pagando los errores del pasado, por políticas internacionales equivocadas, por falta de planificación del tema de los refugiados y por tolerancia hacia la expansión del salafismo dentro de los países europeos. Sin embargo, sobre todo, insistió en que el problema de la acogida se ha complicado por los recortes y por una estrategia económica que privilegia los intereses de las grandes empresas sobre los de los ciudadanos. Insistió, además, en que a la Unión Europea le hacen falta aportaciones demográficas para compensar el envejecimiento de la población y el descenso de la población activa. Y afirmó que, haga lo que haga Europa, los inmigrantes y refugiados seguirán llegando.

Miedo cerval

En la sala, con una entrada discreta, a pesar de la actualidad del tema, se multiplicaron los llamamientos a parar la supuesta avalancha migratoria. Se oyeron muchas reticencias a la llegada de refugiados (a menudo confundidos con inmigrantes). Los miedos se centraban en dos ámbitos: en la expansión del terrorismo yihadista y en el gasto que suponía la acogida en tiempo de crisis. Los atentados de París han dejado, obviamente, un fuerte miedo a la infiltración de terroristas entre los refugiados ("Sólo con que haya uno entre cada mil, ya son muchos terroristas"). Pero también la crisis ha hecho a los ciudadanos más miedosos ("No estamos en condiciones.Ya hay mucha gente que lo pasa mal en nuestra" casa). Los costes de la acogida de los inmigrantes levantan muchas reticencias. Alguien apuntaba:
Europa tiene que ser solidaria, pero no puede ser la salvadora del mundo

Un miedo generalizado

Si se busca por Google “peligro refugiados España” el número de resultados es superior a los de la busca “acogida refugiados España”. El miedo se impone a la solidaridad. El rechazo a los refugiados no sólo es propio de los radicales grupos de ultraderecha, sino que tiene un alcance mucho más amplio. La mayoría de los ciudadanos no sienten la menor empatía hacia los refugiados, a pesar de que tantos y tantos catalanes tuvieron que huir del país en 1939. Hay algunas iniciativas aisladas de apoyo a los refugiados, que han tenido poca resonancia. El Ayuntamiento de Barcelona parece querer dinamizar la acogida, con notable retraso. Ayer abrió un espacio web "Barcelona Ciutat Refugi" destinado a facilitar la acogida de los refugiados y a ofrecer a los ciudadanos canales de participación si quieren involucrarse. Pero, en realidad, la llegada de refugiados depende de las cuotas que acuerde el gobierno español, que es quien tiene las competencias en este ámbito.

Unos refugiados en realidad inexistentes

Los refugiados sirios se hacen presentes cada día en las pantallas de nuestros televisores. Pero no están presentes en los parques, en los polideportivos y en las plazas de Barcelona, a diferencia de lo que pasa en algunas ciudades de Alemania. Los refugiados llegan por una frontera lejana, y no ha sido necesario instalar alambradas en los Pirineos. No hay movilizaciones para acogerlos, pero tampoco manifestaciones islamófobas de Pegida. El gobierno español se había comprometido, en el 2014, a acoger a 130 refugiados procedentes de los campos de refugiados situados en las fronteras de Siria. En el 2015 se comprometió a recibir 724 más. Pero en realidad tan sólo han llegado una veintena. España, de hecho, forma parte del bloque de países que intenta impedir la estrategia de reasentamiento de refugiados que impulsa la Unión Europea. Y es, justamente, la negativa de muchos países a la aceptación de la distribución de los refugiados lo que pone en peligro uno de los principios europeo: la libre circulación de ciudadanos. En realidad, el Estado español ha dado menos de un 40% de los fondos que prometió para la acogida de los refugiados. Y es que, en realidad, los que más sufren realmente el problema de los refugiados sirios son los países vecinos. Entre Siria, Líbano y Jordania ya han acogido a dos millones de refugiados.

Fotografía: refugiados en la frontera entre Macedonia y Grecia. Europa Press.