Edicions del Periscopi publica en catalá La confessió de la lleona, del mozambicano Mia Couto, uno de los mejores escritores actuales en lengua portuguesa (en castellano lo publica Alfaguara). Estos días, el autor visita Olot y Barcelona para ofrecer varias charlas en el festival MOT y en el CCCB. No es la primera vez que el autor visita Cataluña. De hecho, en 1999 ya había estado en el festival TRANSLIT, dedicado a las literaturas de África y del Caribe, y diversas de sus obras han sido traducidas al castellano y al catalán.

Un círculo selecto

Hace lustros que en el mundo de la lengua portuguesa se reconoce la gran vitalidad de las literaturas africanas lusófonas. La literatura de los Países Africanos de Lengua Oficial Portuguesa (PALOP) ha supuesto una renovación completa de la escritura en portugués, tanto por las temáticas abordadas, como por el uso renovador de la lengua portuguesa. El caboverdiano Germano Almeida, el angolano José Eduardo Agualusa y el mozambicano Mia Couto se han consolidado como emblemas de las voces que hay que escuchar. Son invitados por todo el mundo. No publican best-sellers, pero la crítica los adora y sus obras en portugués van vendiéndose regularmente. Couto y Agualusa han sido traducidos a varias lenguas. Entre todos ellos, Couto es el que más renombre ha conseguido e incluso su nombre ha sonado para el premio Nobel, especialmente después de que en el 2013 le dieran el prestigioso premio Neustadt, imponiéndose a Haruki Murakami y a otros candidatos. 

El triunfo de las palabras

Una de las cosas que más ha fascinado en los lectores lusófonos de la obra de Couto es su capacidad de renovación de la lengua. En primer lugar, porque el mozambicano usa, a menudo, una lengua con muchos localismos y giros lingüísticos de su país, que enriquecen notablemente el portugués. Sin embargo, además, Couto es un genio del lenguaje, capaz de crear las palabras más sugerentes, como "Pensatiempos", "abensonhada" (compuesta de "abençoar", bendecir, y "sonhar", soñar") o "pensagero")... Gracias a estos neologismos, y a un lenguaje sencillo y preciso, Couto es un maestro a la hora de describir sensaciones: la desolación, la inquietud, la tristeza...

La irrealidad cotidiana

En África hay leones. De eso nadie tiene ninguna duda. Pero hay muchas más dudas sobre si los leones son los grandes enemigos de los hombres. Hay mucha gente que sospecha que el gran enemigo del hombre no es otro que el hombre. Desde hace un siglo, periódicamente, en varios países africanos ha hecho presencia el fenómeno de los "hombres leopardo" u "hombres tigre": se cree que hay hombres que se vuelven fieras para atacar a la gente. En Mozambique ha habido varios casos últimamente (o la gente lo cree, lo que viene a ser lo mismo). Y eso no podía pasar desapercibido para Couto, que durante mucho tiempo se ha dedicado a la crónica periodística (con libros deliciosos como Cronicando). En otras obras Couto había hecho referencia al poder de los sueños o a las mami-wata, las mágicas sirenas. Ahora, en La confesión de la leona describe la oleada de terror que acompaña unos hechos de este tipo. Hombres tigre, sueños que se hacen realidad y sirenas son elementos que para los occidentales son fantásticos, pero que forman parte del mundo cotidiano de los africanos, donde la gente muere de brujería o se salva por milagro. En la novela de Couto, como en la vida de los africanos, los personajes sufren transformaciones, ven espíritus, entran en contacto con fantasmas...

El hombre, el peor enemigo del hombre

La confesión de la leona está inspirada en un caso real que Couto conoció a través de su trabajo como biólogo. Es la historia de la persecución de un grupo de leones que amenazan un poblado, pero que muchos suponen que, en realidad, no son leones, sino hombres transformados en leones. Así pues, la cacería a pesar de dirigirse inicialmente a los leones, acaba poniendo de manifiesto todos los conflictos sociales existentes en una lejana comunidad mozambicana. Dos testigos externos, un cazador y un escritor, asisten al enfrentamiento entre la población local, donde saldrán a relucir todos los conflictos de poder. Pero a pesar de la crueldad del relato, el libro no deja de estar marcado por una gran ternura.

Leona. Fotografía de Jon Rawlinson

La guerra cotidiana

Couto es un poeta. En realidad, tiene publicados dos libros de poesía. Pero cuando escribe en prosa también es un maestro de las metáforas, de las imágenes, de las palabras. Couto es capaz de encontrar belleza en los lugares y las situaciones más extremos. Ya lo había hecho en su primera novela, Tierra Sonámbula, que describía escenas de la guerra civil mozambicana (1977-1992). Ahora, vuelve a hacerlo a La confesión de la leona. Porque aunque oficialmente hace más de 20 años que acabó la guerra, su huella sobre los mozambicanos continúa mucho presente. La paz ha llegado, pero la guerra no se ha marchado.

Un blanco mozambicano

Mia Couto es el seudónimo de António Emílio Leite Couto. Nació en Beira, en Mozambique, en 1955, hijo de colonos portugueses. En abril de 1974, cuando estalló la revolución de los claveles, abandonó la universidad para dedicarse al periodismo. Pasó diez años haciendo de periodista, y posteriormente volvió a la universidad para estudiar Biología. Durante algunos años trabajó como biólogo, haciendo de profesor universitario y elaborando estudios de impacto en el ámbito ecológico. En los últimos años se ha centrado básicamente en su carrera literaria. Ha publicado una treintena de libros.

Una edición de lujo

La confesión de la leona cuenta con una traducción excepcional, a cargo de Pere Comellas, un catalán especialista en las literaturas africanas en lengua portuguesa, que ha hecho un esfuerzo por adaptar la obra de Couto al catalán. Pero es una pena que algunas de las mejores obras del autor mozambicano, como Tierra sonàmbula, todavía no hayan sido traducidas al catalán.

 

Portada: Mia Couto. Fotografía de Luis Miguel Martins.