La vocación por etiquetar aquello que se ha disfrutado es tan antigua, al menos, como la prensa musical. Pero el deseo de encapsular momentos es más viejo que la Navidad: hay que grabar, apuntar… ¡Lo que sea! Rememorar lo que nos ha puesto la piel de gallina. Este año 2022 ha venido marcado por los debuts, las consagraciones y, ante todo, los regresos de algunos artistas infalibles de la escena. Son 10 discos, cada uno de su padre y de su madre, que se disfrutarán este año y los que vendrán. Pero solo uno que ha traspasado fronteras de forma singular: peculiaridades de la modernidad, se baila lo mismo en Barcelona que en Miami. Una catalana, como manda la contemporaneidad, mezclando culturas y alzándose con un cetro mundial. Estos son los mejores discos catalanes del año en orden ascendente.

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Da Souza 2022 20 foto Manuel Pomar
Da Souza ha firmado uno de los mejores discos del año. / Manuel Pomar

Los 10 mejores discos catalanes del 2022

10. Gessamí Boada

Lo imbatible de lo pequeño. Lo delicado se cuela siempre en las listas de lo más sugerente. Por necesidad: queremos esa caricia. Gessamí Boada ha publicado un disco que va a lo esencial: apoyo en una voz susurrante y una base musical que se somete al mensaje. L’art d’estimar, tercer disco de la cantante de Mataró, es un recorrido del amor romántico hacia un amor mayor. Un amor que comprende al otro, pero sobre todo a uno mismo.

9. Marala

Utilizar las músicas tradicionales hoy día es casi ventajista. El camino hacia la aceptación de esos sonidos en el circuito pop está más que abierto. Diferente –y mucho más difícil– es resignificar esas raíces y convertirlas en canción para muchos más paladares. El trío Marala ha sabido en Jota de morir ampliar la paleta de su álbum debut (A trenc d’alba) gracias a la producción de Pau Vallvé y Jordi Casadesús. Un disco de tradición (cançons de batre, danses de vetlatori o jotas), pero sin perder de vista códigos contemporáneos. 

8. L'Hereu Escampa

En días de stories, reels y singles por doquier, no son precisamente L’Hereu Escampa una banda sometida a los designios de los algoritmos. Los de Manlleu se han tomado las cosas siempre a su ritmo. Más de una década de carrera y, hasta este año, solo dos discos. Su tercer largo es uno de los más esperados por estas latitudes: su punk-pop tiene algo de adictivo. Como acabado de componer. Hace dos segundos. Futur ancestral, de guitarras más ralentizadas que sus predecesores, tiene un aire melancólico al que no se le puede decir que no en nuestra nueva-vieja normalidad.

julieta
Julieta va debutar l'any 2021. 

7. Flashy Ice Cream

Hangover y Aftersun son dos nuevas demostraciones de que los sonidos urbanos que algún día fueron de target, han abandonado las calles y han abrazado vestidos más comerciales. Magia de la globalización: bases caribeñas y autotune que nos llegan de lado y lado del Atlántico, en inglés, castellano y catalán. Flashy Ice Cream se han quedado, junto a 31 FAM, como grandes herederos del trap. Si es que esa palabra siquiera existe ya. 

6. Da Souza

Dies d’atrezzo, último disco de los mallorquines Da Souza, es la prueba irrefutable de que la canción sobrevivirá a cualquier moda. Fotogrames funciona y funcionará, estén de boga el autotune, las guitarras o las maracas. Teclados psicodélicos y muchísimo pop (incluso una apuestita por el baile en 24/7) de otro de los regresos del año.

5. Julieta

El secreto a voces de la escena catalana debutó en 2021, pero su último álbum Ni llum ni lluna hace las veces de presentación en sociedad. Julieta es la diva pop que el género necesitaba después del estallido dancehall de Bad Gyal. La barcelonesa pivota entre el sonido dos mil más poligonero, electrónica efectista, y lo defendible a piano: L’amor és per valents y Trenca’m el cor son emocionantes por igual, y por motivos diferentes.

4. Pol Batlle

El giro radical del año recae en Pol Batlle. Después de su aventura con Ljubljana & The Seawolf, se atreve con un Salt mortal inclasificable. A medio camino entre la canción de autor de Jorge Drexler y la parquedad de Nick Cave. Embrujo y misterio, copla inclusive, en un disco que le debe muchísimo a las voces que le acompañan, Sílvia Pérez Cruz o la omnipresente Rita Payés. Fuera del largo queda esa espectacular Vida (Colours). Que siga el matrimonio musical.

Antonia Font   Ricard Novella Novella
El retorno de Antònia Font ha sido de las mejores notícias musicales de este año.

3. Antònia Font

Hay retornos y retornos. Sin duda, Antònia Font merece un apartado en este podio. Fe ciega hacia la banda de Joan Miquel Oliver. Siempre. Además, han vuelto con uno de sus mejores discos: Un minut estroboscópica contiene todo por lo que los mallorquines han dejado huella en las últimas décadas. Letras de otros mundos, melodías implacables y pocas complicaciones (es decir, muchas complicaciones a la hora de producir) para gustar. 

2. Xarim Aresté

Otro giro. Menos copernicano. Xarim Aresté, desde que empezara su andadura en solitario tras Very Pomelo, ha sido amante de las letras finas y la cultura rock. Guitarras ampulosas o punteos sutiles. Lo demostró en el brillante La rosada (2015) y ha vuelto para depurar la fórmula en Ses entranyes. Pasajes más mínimos: Ja no hi ets es un clásico mil veces escuchado, pero un clásico al fin y al cabo.

1. Rosalía

Lo tiene todo. Funciona en TikTok (Chicken Teriyaki) y en la intimidad (Sakura). Te lleva al baile (La fama) o a la lágrima (Como un G). Hace de lo bastardo y mestizo su modus operandi (Bizcochito). Y además tiene un envoltorio que ya ha acuñado un nuevo concepto en la cultura popular: Motomami somos todes. No hay género, nacionalidad ni estrato social al que no le toque de algún modo el último largo de Rosalía, la artista catalana más internacional desde Serrat. Su regreso es el producto contemporáneo definitivo. El que la alza al reinado del pop mundial. Se dice pronto.