Valencia, 22 de septiembre de 1609. Hace 412 años. Luis Carrillo de Toledo, virrey hispánico del País Valencià, firmaba la orden de expulsión de la minoría morisca valenciana. Poco después, sus homólogos en Aragón (Gastó de Montcada) y en Catalunya (Héctor de Pignatelli) harían lo mismo. Entre 1609 y 1611, desde los países de la Corona catalanoaragonesa, salieron hacia el exilio unas 200.000 personas; que se dirigieron, principalmente, hacia el Magreb. De este contingente, una cuarta parte se establecieron en la gobernación otomana de Túnez; y crearon nuevas poblaciones que, durante generaciones, conservarían la lengua catalana: Puerto Farina (actualmente Ghar El Melh), El Batán (actualmente Tebourba) o Els Cathalans (actualmente Grish El Oued), son el testimonio de una época en la cual en Túnez se hablaba catalán.

Representación de la expulsión de los moriscos en el puerto de Dènia. Fuente Wikimedia Commons

Representación de la expulsión de los moriscos en el puerto de Denia / Fuente: Wikimedia Commons

Pepet, Quimet, Pasqualet.

El investigador arabista catalán Mikel de Epalza detalla que hay una tradición local en Testur que explica el siguiente relato. "Un grupo de peregrinos en la Meca; que pasaban cerca del pueblo, se quisieron albergar porque se les había hecho de noche. Encontraron el recinto del pueblo cerrado, y escucharon unas voces que llamaban nombres; ya que era costumbre de aquellos campesinos pasar revista a todos los habitantes, cada noche, por si alguno había sido víctima de la población autóctona, que había sido desplazada por las colonias moriscas de la península Ibérica y las odiaban. Oyeron gritar: ¡¡¡Pepet!!!; ¡¡¡Quimet!!!, ¡¡¡Pasqualet!!! Y huyeron diciendo: estos no son musulmanes, sino kúfar (infieles)!!!". Epalza afirma que la asonancia de nombres catalanes transmitida durante siglos por personas que desconocen totalmente el catalán asegura la autenticidad histórica y lingüística de la anécdota.

Tagarenos y Andalusíes.

Según los investigadores de este fenómeno el factor lingüístico no fue el elemento identitario fundamental del exilio morisco en el Magreb. Pero, en cambio, confirman que los moriscos hispánicos que se establecieron en Túnez se agruparon para|por comunidades lingüísticas. Y si bien es cierto que una parte importante de aquel colectivo conservaba su lengua de origen (un sincretismo entre árabe, amazig y latín vulgar local; forjado durante los largos siglos de dominación árabe); también lo es que en Catalunya, la comunidad morisca había adquirido el catalán como lengua propia. Lo mismo que las élites y las clases urbanas de la comunidad morisca valenciana. Esta comunidad lingüística catalana fue denominada Tagarenos (del árabe Al-Tagrh "la frontera"); en contraposición a los moriscos de habla castellana que fueron llamados Andalusíes (del árabe al-Àndalus).

Representación de la expulsión de los moriscos en el puerto de Vinaròs. Fuente Wikimedia Commons

Representación de la expulsión de los moriscos en el puerto de Vinaròs / Fuente: Wikimedia Commons

¿De dónde procedían los moriscos catalanes que se establecieron en Túnez?

La práctica totalidad de los moriscos catalanes procedían de los valles bajos del Segre y del Ebro (actuales comarcas del Segrià, Ribera de Ebro, Baix Ebre y Montsià). Los Fogajes de 1497 y de 1553 identifican un mínimo de quinientas estirpes moriscas, con apellidos como Adam, Albelda, Anthonet, Aram, Ardiaca, Bunyol, Bru, Castanyoles, Codony, Esquerrer, Espinell, Ferrandis, Ferragut, Ferro, Gomet, Llop, Massot, Maura, Moré, Noiet, Papasseit, Pubill, Saragossí, Socarrat, Suc o Tacó; por citar algunos ejemplos; que durante el siglo XVII encontramos reproducidos en la costa tunecina. Por lo tanto, considerando que en el momento en que se produce la expulsión, la división dialectal del catalán ya estaba plenamente consolidada, aquellos tagarenos hablaban el catalán occidental que, en la actualidad, se habla en Lleida o en Tortosa.

Los tagarenos valencianos.

Pero la gran masa de aquel exilio catalanohablante procedía del País Valencià. Mientras que los moriscos catalanes no sumaban más de 4.000 personas; en el País Valencià aquel fenómeno escenificó la peor crisis humanitaria de la historia moderna y contemporánea: entre 1609 y 1611 más de 100.000 personas (una tercera parte de la población del país) salieron por los puertos de Vinaròs, del Grau de Valencia y de Dénia. Y si bien es cierto que, en buena parte se dirigieron hacia el actual Marruecos; también lo es que fueron el contingente mayoritario entre el grupo catalanohablante en Túnez. Los investigadores estiman que unos 25.000 tagarenos valencianos (procedentes de las élites y de las clases urbanas de la comunidad morisca) se establecieron en las costas de Túnez; y trasplantaron el catalán de Valencia, muy parecido —fonéticamente hablando— al de Lleida o al de Tortosa.

Representación de la expulsión de los moriscos en el puerto del Grado de Valencia (1613). Fuente Wikimedia Commons

Representación de la expulsión de los moriscos en el puerto del Grado de Valencia (1613) / Fuente: Wikimedia Commons

La pervivencia del catalán en Túnez.

Varios libros de viajes atestiguan que el catalán de los tagarenos trascendió durante cinco o seis generaciones. A pesar de la progresiva arabización que vivió aquella comunidad; el 29 de junio de 1724 el viajero español Francisco Ximénez dice que "Llegamos a un lugar llamar Grish El Oued o el lugar de Los Catalanes, por ser estos los que le habitan descendientes de los moros de esta nación (...) el cual tendrá cien vecinos (unos seiscientos habitantes)"; y el 6 de septiembre de 1724, el cónsul británico Joseph Morgan decía que "whose inhabitants are Catalonian Moors, and who use that language" (los habitantes son moriscos catalanes y utilizan esta lengua). No obstante, las fuentes documentales revelan que durante el siglo XVIII, las comunidades lingüísticas tagarina y andalusí quedarían definitivamente disueltas dentro del mundo árabe local.

¿Cómo se ganaban la vida aquellos catalanes-tunecinos?

Las fuentes documentales, especialmente los libros de viajes europeos, revelan que la comunidad tagarina tenía un nivel cultural y tecnológico muy superior a la población autóctona. Inicialmente situados en Túnez y en el puerto de La Goleta, rápidamente se extendieron por los poblados agrícolas de los alrededores en un radio máximo de 80 kilómetros en torno a la capital. Este emplazamiento nos dibuja una sociedad de artesanos, de campesinos y de ambiciosos comerciantes. Según algunos investigadores del fenómeno (Epalza i Slama-Gafsi); los tagarinos y los andalusíes habrían proyectado disponer de un puerto propio en la bahía de Túnez (totalmente al margen del control de los otomanos) con el propósito de crear vías comerciales marítimas con el resto del Magreb y con la costa mediterránea peninsular..., ¡¡¡y un grupo de naves corsarias!!!

Representación de la expulsión de los moriscos en el puerto de los Alfaques. Fuente Wikimedia Commons

Representación de la expulsión de los moriscos en el puerto del Grado de Valencia (1613) / Fuente: Wikimedia Commons

¿Qué habría pasado si hubiera pervivido el catalán de Túnez hasta la actualidad?

La verdadera respuesta a esta cuestión no la conoceremos nunca. El catalán de Túnez tuvo una existencia de un siglo largo (entre 1609 y 1724 como mínimo). Pero a finales del siglo XVIII ya había desaparecido. Ahora bien, si se hubiera conservado, en la actualidad nos encontraríamos con el dialecto más meridional de la lengua catalana, que, con toda probabilidad, sería fonéticamente muy próximo al catalán de Valencia, de Tortosa, o de Lleida; y que, también con toda probabilidad, habría adquirido una considerable cantidad de préstamos del árabe, del amazig y del francés (por el efecto de la colonización contemporánea). En cualquier caso, un catalán que resultaría especialmente exótico; y que, en definitiva, sería el catalán de la comunidad musulmana tunecina descendente de los moriscos catalanes y valencianos. El catalán de los Pepet, Quimet y Pasqualet de la orilla sur del Mediterráneo.