Burdeos (ducado de Aquitania), 11 de abril de 1137. Llegaba la noticia de que el duque Guillermo X había caído fulminado por un probable infarto mientras asistía a oficio de peregrinos del Viernes Santo en la catedral de Compostela. En aquel momento de incertidumbre, la corte ducal de Burdeos no dudó ni un momento y se apresuraron a nombrar a Leonor, primogénita del difunto duque, que con tan solo quince años y huérfana de padre y de madre, se convertía en la titular del dominio de Aquitania, es decir, en la segunda fortuna patrimonial de Francia. El futuro revelaría que para Leonor eso no sería tan solo un privilegio del destino. Dotada de una inteligencia política extraordinaria, se valdría de la fuerza de este patrimonio para ser protagonista de su propia vida y de la de su ducado. En un tiempo y en un espacio absolutamente dominados por la ideología patriarcal.

Mapa de la división feudal del reino de Francia (siglo XII). Fuente Cartas de France
Mapa de la división feudal del reino de Francia (siglo XII) / Fuente: Cartes de France

¿De dónde procedía Leonor?

Leonor había nacido el año 1122 en Burdeos, capital del ducado de Aquitania, y era la primogénita del duque Guillermo X (1099-1137) y de su primera esposa Leonor de Châtellerault (1103-1130). La familia de Leonor se vería ampliada con la llegada de su hermana pequeña Petronila, también llamada Alix (1125-1152), y de su madrastra Emma de Limoges (1115-1151), que llegó a Burdeos (1130) tras la prematura defunción de la primera mujer del duque. También en algunas fuentes se cita la existencia de un tercer retoño del duque: un hijo varón llamado Guillermo —como el padre—, pero que no sobrevivió a la niñez. Por lo tanto, en el momento de la muerte repentina del duque, nadie ve impedimento alguno en hacer efectivo el testamento del difunto y nombrar a Leonor duquesa titular del segundo dominio patrimonial de Francia.

¿Qué era el ducado de Aquitania en tiempos de Leonor?

El ducado de Aquitania era el mayor dominio feudal del reino de Francia. Y eso significaba que sus titulares, los duques de Aquitania, eran la familia más poderosa de Francia. Más que la familia real. El ducado de Aquitania estaba en poder de la familia de los Ranúlfides (parientes lejanos de los Bel·lònides catalanes) desde que, en tiempos de la Revolución Feudal (siglos IX y X), los barones territoriales de toda Europa habían usurpado el bien público de los dominios reales que gestionaban. Durante tres siglos, la larga nómina de Guillermos que preceden a Leonor (su padre es el décimo) sumarian nuevas baronías feudales a la matriz, hasta configurar un dominio que abarcaba desde los Pirineos hasta la raya del Loira. Cuando Leonor hereda el ducado, los tres grandes dominios feudales de Francia —con poder suficiente para actuar de manera casi independiente— son Aquitania, Anjou y Normandía.

Miniatura que representa el matrimonio de Leonor de Aquitania y Lluís de Francia. Fuente Bibilotheque Nationale de France
Miniatura que representa el matrimonio de Leonor de Aquitania y Luis de Francia / Fuente: Bibilotheque Nationale de France

Leonor, reina consorte de Francia

El difunto Guillermo temía que, si la muerte le sorprendía antes de engendrar un varón, su hermano pequeño Raimundo (1105-1149) usurpara los legítimos derechos de Leonor. El año anterior al infarto compostelano (1136), Raimundo había sido casado con Constanza, una niña de diez años que era la soberana del enclave cristiano de Antioquía, en el Mediterráneo oriental. Pero este teórico alejamiento no disminuía la amenaza, porque Raimundo pasaba a tener un estado a disposición de sus intereses. Por ello, Guillermo X testó que si sucedía lo que acabó sucediendo, Leonor sería casada con Luis (1120-1180), futuro Luis VII de Francia. Leonor y Luis fueron casados en la catedral de Burdeos el 22 de julio de 1137, y tan solo ocho días después —debido a la inesperada muerte de su suegro— la flamante duquesa de Aquitania pasaba a ser, también, la nueva reina titular de Francia.

Del trono de París a las Cruzadas

El testamento de Guillermo decía, claramente, que la boda de su hija y heredera con el delfín de Francia no implicaba la absorción y disolución de Aquitania dentro del patrimonio de la corona. La voluntad póstuma de Guillermo X fijaba que Leonor siempre sería la duquesa titular. Y disponía que, a la muerte de su heredera, el ducado pasaría a manos de un hijo de Leonor que, en ningún caso, podía ser el primogénito y heredero al trono de París. Leonor defendió con uñas y dientes la disposición testamentaria de su padre, hasta el extremo de que, cuando Luis VII convocó la Segunda Cruzada (1147-1149), Leonor, como primera baronesa feudal del reino, le exigió tomar parte. En este punto es importante destacar que, en un régimen feudal, los reyes no podían aspirar a nada más que a coordinar las distintas fuerzas que residían en el interior de sus reinos.

Representación de la llegada de Lluís y Leonor en Antioquía. Fuente Bibilothèque Nationale de France
Representación de la llegada de Luis y Leonor a Antioquía / Fuente: Bibilothèque Nationale de France

La crisis que pondría fin al matrimonio con el rey de Francia

Los historiadores franceses que han estudiado la figura de Leonor tienden a destacar el estado de ánimo de Luis, de quien dicen que siempre estuvo profundamente enamorado de su mujer. Pero el matrimonio entre Leonor y Luis tenía un extraordinario componente político que condicionaba la relación. Aquel largo viaje a Tierra Santa pondría de manifiesto la incapacidad de superar las dificultades que aparecen en el camino. Y nunca mejor dicho. La primera escala de los ejércitos de Luis VII fue Antioquía. Y, paradójicamente, el tercero en discordia que precipitó el fin de la relación fue, precisamente, Raimundo, soberano consorte de Antioquía, y tío y antigua amenaza de Leonor. Las crónicas describen a Raimundo como la antítesis de Luis: culto, atractivo y elegante, y algunas fuentes —no todas, ni la mayoría— afirman que el de Antioquía y la aquitana cayeron rendidos mutuamente a sus encantos.

Raimundo y Leonor

Sea como fuere, Leonor se negó a proseguir la Cruzada, y aquella negativa desencadenó una crisis matrimonial... ¡¡¡y política!!! que no se resolvería hasta que, meses más tarde, el pontífice de Roma firmó la disolución. Leonor empezaría a escribir su propia historia después de aquella ruptura. Tomó, definitivamente, las riendas de su vida y de su ducado, y se entregó a una intensa tarea diplomática, que culminaría con un nuevo matrimonio. Leonor escogió a Enrique Plantagenet (1133-1189), once años más joven que ella, heredero al trono de Inglaterra y un socio perfecto para sus planes políticos. Leonor y Enrique tejieron una espesa red que abarcaba todas las cancillerías del continente. Y se convirtieron en protagonistas indiscutibles de una época. Pero esto terminaremos de contarlo mañana.