Bosques de Foixà (condado de Empúries), 19 de mayo de 1396. Hace 629 años. El rey Juan I, llamado "el Cazador", moría en un misterioso accidente de caza. Juan I falleció sin un heredero masculino, y su prematura e inesperada desaparición generaría una gran incertidumbre. Finalmente, fue relevado por su hermano pequeño Martín, que únicamente conseguiría prolongar la agonía de la estirpe Bellónida. ¿Por qué justo después del reinado de Pedro III —el Bellónida de la plenitud—, la estirpe nacional catalana creada por Wifredo el Velloso (finales del siglo IX) entró en un proceso de caída libre? ¿Por qué los distintos poderes del país, o extranjeros, empujaron a los Bellónidas a su desaparición?
Quién es quién. El cuñado. Juan de Empúries
El conde Juan I de Empúries (1338-1398) —cuñado del rey Juan I— podía tener algunos motivos para cometer regicidio. Unos años antes, (1373) se había casado con Juana, una de las dos hijas del primer matrimonio del rey Pedro III y, por lo tanto, hermanastra del futuro rey Juan I. Pero la relación suegro-yerno se había enturbiado cuando el rey, viudo por tercera vez, se casó, de nuevo, con Sibila de Fortià (1377), una mujer treinta años más joven e hija de una familia de la pequeña nobleza ampurdanesa enfrentada con los condes de Empúries. En aquel conflicto doméstico, el rey Pedro tomó partido por la familia de Sibila, y el conde de Empúries —tras una absurda rebelión— habría acabado en las mazmorras reales.
A la muerte del rey Pedro III, el nuevo monarca Juan I amnistió a su cuñado. Algunos historiadores lo justifican a partir de una pretendida amistad entre ambos Juanes. Pero la realidad era muy distinta. La única cosa que realmente los unía era el profundo odio que sentían por Sibila, madrastra y rival —respectivamente— de los Juanes. Todo el resto de cosas del mundo los separaban. Por ejemplo, Juan de Empúries —en su condición de yerno y pariente del monarca— siempre se consideró igual de legitimado y más capacitado para gobernar que cualquiera de los hijos de Pedro III. Juan de Empúries podría haber sido, perfectamente, el autor de aquel regicidio.
Quién es quién. El yerno. Mateo de Foix
Mateo de Foix (1363-1398) era otro personaje con motivos suficientes para asesinar a Juan I. Mateo, como Juan I de Empúries, era miembro de una poderosa familia baronial catalana (los Foix-Castellbó) y, como Juan de Empúries, había tejido unas sospechosas conexiones con la monarquía angloaquitana. Y en este punto es importante destacar que el rey Juan I, su cuñado y su yerno fueron coetáneos de la fase central de la Guerra de los Cien Años (1337-1453). Y también es importante destacar que, en aquel conflicto, la cancillería de Barcelona siempre se inclinó por el eje Valois-Anjou-Armagnac, es decir, el bando "francés", enfrentado al eje Plantagenet/Lancaster-Borgoña o bando "inglés".
Mateo de Foix, casado con Juana de Aragón (1375-1407), hija del primer matrimonio de Juan I con Mata de Armanyac, personifica el ascenso de los Foix, una estirpe baronial pirenaica que, como resultado de una larga y trabajada política matrimonial, a finales del siglo XIV son la familia poderosa de los Pirineos. Mateo, copríncipe de Andorra, aspiraba a ocupar un trono y, de hecho, unas décadas después (1479), los Foix verían cumplido su objetivo al alcanzar la corona navarra. Pero antes, Mateo —en su condición de esposo de la única hija superviviente del primer matrimonio del rey Juan— se sentía legitimado y capacitado para relevar a su suegro, y tenía motivos para liquidarlo.
Quién es quién. La hija. Violante de Aragón
Violante (1381-1443) era otra figura interesada en un cambio en el trono. En el momento de la muerte de Juan I (1397), era la única hija superviviente del segundo matrimonio del rey (con Violante de Bar). Y, en aquel momento, Juan I solo conservaba dos hijas supervivientes: Juana, la esposa de Mateo de Foix, y Violante. Ambas hermanastras. Pero Violante, a pesar de su juventud (solo tenía 16 años), ya había revelado su carácter y su extraordinaria inteligencia política. Y a pesar de la ley sálica que imperaba en la cancillería de Barcelona, en aquel escenario de escasez de candidatos para cubrir una "inesperada" muerte del rey, Violante no tan solo se postulaba, sino que también tenía sus partidarios.
Mientras que el cuñado y el yerno habían cultivado las alianzas con el estado angloaquitano, Violante, por influencia de su madre (la sobrina del rey de Francia), se había inclinado por buscar el apoyo de París. Violante no podría lograr su objetivo, pero su capacidad quedaría plenamente demostrada años después. Casada con el barón feudal francés Luis de Anjou (1400) con el evidente propósito de alejarla de Barcelona, se convertiría en una de las figuras más importantes de la Guerra de los Cien Años: crearía el mito de Juana de Arco, educaría y prepararía a su primo segundo Carlos para ocupar el trono de Francia, e invertiría radicalmente la dinámica derrotista que lastraba al ejército francés.
Quién es quién. Los cancilleres corruptos. Bernat Metge
Poco antes de la muerte de Juan I, trascendió la existencia de una sórdida trama de corrupción y apropiación que, aprovechando el clima de gasto desbocado que imperaba en la corte, había enriquecido a varios altos funcionarios de la cancillería barcelonesa. Conocemos el caso del escritor y canciller Bernat Metge. Pero aquella trama estaba formada por varios e influyentes personajes de la oligarquía urbana de Barcelona, que, para silenciar el escándalo, habrían podido tramar el relevo precipitado de Juan I en la figura de su hermanastra pequeña Isabel (1380-1424), hija del cuarto y último matrimonio de Pedro III con Sibila de Fortià (la representación del demonio en el imaginario de Juan de Empúries y Mateo de Foix).
La trama de corrupción sería parcialmente desarticulada, pero lo que permanecería de ese nido de conspiración forzaría la boda de la hija de Sibila con Jaime de Urgell, el futuro candidato a relevar a Martín I en el Compromiso de Caspe (1412). El matrimonio de Isabel y Jaime (1407) legitimaría al Urgell para optar a relevar al último Bellónida en caso de que este —como acabaría sucediendo— muriera sin descendencia. La misteriosa muerte de Juan I, como la de su hermano Martín años más tarde (1410), evidencia la existencia de poderosos intereses —internos y externos — para acabar con la, entonces, decrépita estirpe nacional catalana. Pero, ¿quién precipitó la desaparición de los Bellónidas? ¿Y por qué motivo?