Ha sabido imprimir sello de autoría en cada una de sus películas, historias que hablan, como suele decir, sobre gente normal. Sin hacer mucho ruido y con un sistema de trabajo que demanda tiempo y calma, reposo y maduración, Cesc Gay (Barcelona, 1967) se ha convertido en cineasta de referencia. Desde los tiempos, ya lejanos, de En la ciudad (2002), en muchas conversaciones del arriba firmante con actores y actrices de toda índole, su nombre aparecía en sus listas de deseos. ¿Con qué director te gustaría trabajar? “Con Cesc Gay”, respondían invariablemente, conocedores de la fama que se ha ganado por el extremo mimo que pone en la fase de construcción de los personajes que él mismo ha escrito, siempre en estrecha colaboración con aquellos y aquellas encargados de interpretarlos. No hace falta más que fijarse en los nombres que incluyen los repartos de films como Una pistola en cada mano (2012), Truman (2015), Historias para no contar (2022) o esta Mi amiga Eva que llega el viernes a los cines.

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Cesc Gay durante el rodaje de Mi amiga Eva / Foto: Sophie Koehler

“Todo se sustenta en el guion”, nos dice, “pero sí, a mí me gusta trabajar con los actores y lo disfruto muchísimo. Porque llevamos a cabo procesos de trabajo tranquilos. Es una cuestión de poder trabajar las cosas mínimamente, es tan sencillo como eso. Y muchas veces los actores no tienen ese tiempo. Me parece durísimo, su trabajo. Llegan a un rodaje, el día antes les han hecho las pruebas de vestuario, y venga, a filmar. Y al final es tan fácil como ir a tomar una copa o a cenar. Como juntarnos, hablar, charlar, leer... Cada uno necesita su tiempo, también es verdad, pero yo lo veo así. Y ya está. La preparación es clave para todos”.

Ese proceso calmado llevó a Cesc Gay y a Nora Navas, la protagonista absoluta de Mi amiga Eva, a pasar unas cuantas semanas trabajando, dice, “casi como quien va a la oficina”. Se instalaron en un despacho de producción donde iban dando forma al personaje, poco a poco, buscando matices y detalles, mientras recibían la visita del resto de actores y actrices (de Juan Diego Botto a Rodrigo de la Serna, de Francesco Carril a Àgata Roca, de Marian Álvarez a Miki Esparbé) que forman parte de la historia. Navas interpreta a la Eva del título, una mujer que, a punto de cumplir 50 años y empujada por una suma de casualidades, decide romper una vida plácida y un matrimonio de dos décadas, convencida de querer volver a participar en el juego del amor. Armada de una deliciosa finezza, esta es una historia sobre el poder del azar en las decisiones que tomamos en la vida; una comedia que hay que tomarse muy en serio.

Como pasó con Los vecinos de arriba y los ruidosos gemidos de una vecina, el punto de partida de Mi amiga Eva nace de una pequeña anécdota real: una conocida que iba a ver pisos...
En realidad nace de varias cosas. Por un lado, de ver en mi entorno cómo algunas mujeres daban este paso. Valiente, atrevido, quizá irresponsable y extraño: no es frecuente dejar a alguien con quien estás bien sin tener una nueva relación en cartera. Creo que esta es una de las consecuencias que ha traído el empoderamiento, la revolución femenina que está existiendo a todos los niveles. Las mujeres por fin son un elemento activo que decide también cuándo una relación empieza o termina. Ahora mucho más que antes, mucho más que hace 30 años. Y ya no hablo de la generación de nuestros padres. ¿Qué mujer se atrevía a abandonar a su marido? Ahora ya nos dejan aunque parezca que no pasa nada. En la película, el entorno de Eva le dice que eso de volver al juego del amor es ridículo. Y es que esas mujeres que, sin que haya terceras personas, dan ese paso se ven muy juzgadas, muy cuestionadas, por la familia, por los hijos, por los amigos.

A partir de aquí, apuestas por la comedia, el camino que últimamente han tomado tus guiones...
Siempre ha habido humor en las cosas que he escrito. Pero es verdad que con el teatro, la comedia está mucho más presente. Mis últimas películas han ido más por este camino. Sentimental, Historias para no contar, ya veremos qué pasa con la siguiente. En todo caso, aquí se trataba de encontrar un equilibrio entre la comedia y el drama, que es una cosa que me sale de forma bastante natural.

Queréis huir de la etiqueta de comedia romántica, ¿verdad?
Sí, pero es que la película no responde al género. Tiene elementos de romanticismo, por supuesto, pero no trabaja desde la comedia romántica.

La comicidad de la película está muy medida. Y la composición de Nora conecta constantemente con el minimalismo, con la contención. El equilibrio es finísimo.
Sí, es verdad. Recuerdo que le decía a Nora que en el cine se pueden hacer las cosas pequeñas: una reacción, una mirada, un gesto... Toda la secuencia de las citas que tiene el personaje, que de alguna manera funciona como un clip en medio de la película, podría haber sido más larga, pero no hacía falta, necesitaba una medida justa. Allí, Nora hace cosas muy pequeñas pero que te explican mucho sobre Eva. Tienes que establecer un vínculo de empatía con el público, que va a hacer el viaje contigo, pero no lo tiene que hacer desde Juana de Arco. Eva no es un personaje que abandere una revolución. No, es desde las cosas pequeñas, desde lo no explicado, desde la pausa. No tengamos miedo de explicar las historias a partir de las cosas pequeñas, de los gestos mínimos. No se acostumbra a hacer y es muy poderoso. En el cine estás muy cerca de los personajes y lo ves todo, y se genera una tensión que me parece muy bonita, que tiene humor y que te hace ir con la protagonista de la mano: ahora ¿qué le pasa?, ¿qué me oculta?, ¿qué no me oculta? Al espectador le llega igual. Quizá parece más difícil de hacer, o no, porque si sabes que quieres hacerlo, y ya escribes pensando en eso... Es que yo me doy cuenta: el espectador lo capta todo, es maravilloso, es mucho más inteligente que nosotros. A veces la narrativa del cine lo da todo tan subrayado...

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Cesc Gay durante el rodaje de Mi amiga Eva / Foto: Sophie Koehler

Sin desmerecer el trabajo de nadie, el de guionista está muy poco valorado y es clave. Sin partitura no hay película.

Una mujer protagonista presente en todas las secuencias de la película. La primera de la carrera de un señor que siempre escribe sobre señores. ¿Cómo ha ido el reto?
Ha sido un proceso más lento, más tranquilo, porque además, trabajaba por primera vez con Edu Sola. Una de las grandes cosas que he aprendido en estos años es que es diferente hacer una paella que un huevo frito, y con esto de los guiones pasa lo mismo. Cada plato es cada plato, y necesita un tempo, una manera de hacerse. Y cada película tiene un proceso de maduración propio, de construcción, de ir haciendo, de irte equivocando, de ir probando, de ir por aquí, de ir por allá. Y para hacer Mi amiga Eva he escuchado mucho a mujeres de mi entorno, he aprovechado cenas y cosas así para hablar con ellas, y te vas empapando de todo eso y empiezas a escribir. También han salido cosas ensayando con Nora y con el resto de actrices. Y Àgata (Roca, su pareja, también actriz en el film), con la confianza, también me hacía observaciones. He escuchado desde un radar diferente a cuando escribo sobre tíos. De todas maneras, el hecho de ser hombre no me ha hecho sentir menos legitimado.

Has citado a Edu, tuviste muy buen ojo fichándolo como coguionista antes del boom de Casa en flames...
Fue cosa de Laia (Bosch, la coproductora). Ya lo conocíamos, claro. Y cuando Tomàs (Aragay, su coguionista habitual) se mudó a Valencia dije, hostia, estás demasiado lejos. Estuvimos buscando y charlando con diversa gente, y Edu vino un día, hubo muy buen feeling, y se empezó a generar el vínculo. La verdad es que me gusta mucho currar con él. Si alguna cosa me hace muy feliz de esto que le ha pasado a Edu, más allá de que es un tío maravilloso, es que pocas veces se pone el foco en los guionistas. Y son, sin ninguna duda, lo más importante de nuestra industria. Sin desmerecer el trabajo de nadie, el de guionista está muy poco valorado y es clave. Sin partitura no hay película.

Siempre has reivindicado esta figura...
Yo tengo la ventaja de escribir, pero pienso que cualquier productor que trabaja con un director que no escribe, debería ponerle siempre un guionista al lado. Y eso no pasa, porque el productor ya ha pagado al guionista y hace medio año que no le ven el pelo. Y eso es un problema, un error, los que hacemos cine lo sabemos. Y cuando una película acaba saliendo mínimamente bien es porque el escritor está presente. Quizá no todo el tiempo, quizá no en rodaje, si quieres, pero sí en los ensayos y en el proceso de construcción. Por ejemplo, yo a veces cambio la localización de una escena, porque con el director de arte hemos encontrado un lugar más adecuado. Entonces, si tú no eres el guionista... es que no sé cómo se lo montan los directores que no escriben. Pienso que es una carencia de la industria. Siempre digo, guardaos un poco de dinero para el guionista.

Si no fueses también guionista, no podrías haber hecho el proceso de construcción del personaje con Nora.
Es así. Porque ha habido todo un proceso de valorar las escenas, de reescribirlas, de irlas adaptando... No lo sé. Es que es ahí donde te juegas la película. Si toda esa construcción del guion la maduras bien, cuando llegas al rodaje todo está bien afinado y la canción suena. Y cuando no, se nota. Yo esto me lo curro mucho.

Si hemos entrenado bien, después jugaremos bien.
Exacto. Y eso es preparación, son días de trabajo y es implicación. Si la actriz que hará la película aparece unos días antes de rodar, como pasa en muchas ocasiones en el cine, tendrás una película diferente.

Tu retrato de la Barcelona en la que se mueve Eva es bilingüe.
Es que vivimos en una ciudad bilingüe, y me habría gustado que aún lo fuese más. Pero me habrían obligado a doblarla fuera de Catalunya, y eso sí que no lo quería. Es lo que pasa cuando estrenas en Salamanca, si vas con un porcentaje de bilingüismo muy grande. Los que somos de Barcelona vivimos así, pero esa normalidad es difícil en el cine.

Cambio de tema. ¿Qué dirías que te ha cambiado más la vida: rodar Truman o escribir una obra de teatro como Los vecinos de arriba?
Creo que más Truman...

En Sentimental adaptaste al cine Los vecinos de arriba, y se ha remakeado en medio mundo. Y se acaba de rodar una versión norteamericana.
Sí, la ha hecho Olivia Wilde, muy guapa, nos escribimos y me habría gustado ir al rodaje, pero no pudo ser. Allí salen ella, Penélope Cruz, Edward Norton y Seth Rogen. Pero a mí, la que me hace mucha gracia, y me hace ilusión ver, es la versión coreana que se ha rodado. Nunca sabes qué puede pasar con una historia, aquello que escribí una vez para el teatro...

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Cesc Gay con Nora Navas durante el rodaje de Mi amiga Eva / Foto: Sophie Koehler

Me he movido siempre en ese territorio en el que nunca me tomaban muy en serio ni aquellos que iban de cine de autor

Sea por el teatro o por Truman, la cosa es que te has convertido en un director mainstream.
(ríe) Ser mainstream es otra cosa. Yo puedo ser mainstream desde dentro del cine de autor, si quieres. Pero, vaya, yo me he movido siempre en ese territorio en el que nunca me tomaban muy en serio ni aquellos que iban de cine de autor, ni tampoco los más comerciales. Siempre he estado a medio camino. En todo caso, es cierto que Truman supuso un antes y un después por muchas cosas. Y también es verdad que el teatro ha generado una nueva vida muy divertida y que me gusta mucho. Pero mainstream... llevo muchos años en esto, he hecho muchas películas, y ya sé que hay algunas que tienen más éxito y otras que no. Ahora ganas los Goya y eres el rey del mambo, pero la siguiente película no la ve nadie. Vivimos con eso, y lo tienes que colocar bien para que no te afecte. Ni cuando te va bien ni cuando te va mal. Tienes que seguir haciendo lo que puedes y lo que sientes, y disfrutarlo, y ya está. Y luchar por la independencia.

Eso sí parece que lo has logrado. Has podido mantener tus dinámicas de trabajo y tu sello...
De alguna manera me lo ha permitido el vínculo que he generado con Marta Esteban y Laia Bosch (sus productoras), en esta especie de familia napolitana que formamos. Ellas hacen de barrera y son las que se pelean si alguien nos cuestiona un poco. Y yo voy haciendo. También es verdad que, después de Truman, ha habido un cambio radical. Que haga lo que quiera, piensan. Eso es lo que te da el éxito.