En 2009 se estrenaba Tres dies amb la família, película dirigida por una tal Mar Coll que, probablemente sin pretenderlo y sin demasiada conciencia del efecto que tendría, venía a ser una especie de inesperado sacacorchos. Desde este rincón del mundo, Coll se convertía en faro de toda una generación de mujeres que reclamaban atención a su mirada, en medio de una realidad marcada por enfoques masculinos, y heterosexuales, y de una clase social y de un rango de edad determinados.

La lista de directoras que han irrumpido en Catalunya desde entonces es larga, y no todos los nombres que forman parte han tenido la misma suerte: Elena Trapé (Las distancias), Neus Ballús (Sis dies corrents), Carla Simón (que recientemente ha vuelto del Festival de Berlín con el primer Oso de Oro del cine catalán por Alcarràs), Celia Rico (Viaje al cuarto de una madre), Belén Funes (La hija de un ladrón), Alba Sotorra (El retorn: La vida després de l'ISIS), Leticia Dolera (Requisitos para ser una persona normal), Nely Reguera (María y los demás), Elena Martín (Júlia Ist), Meritxell Colell (Amb el vent, y una de las Berlinale Talentos de este año), Nuria Giménez Lorang (My Mexican Bretzel), Liliana Torres (¿Qué hicimos mal?), Irene Moray (que con el corto Suc de síndria ganó el Gaudí, el Goya y participó en el Festival de Berlín), Clara Roquet (Libertad) o Júlia de Paz Solvas (Ama), entre muchas otras, han iluminado la pantalla con historias que, desde la ficción o desde el documental (o desde fórmulas híbridas), han demostrado, creatividad, innovación, fuerza y una muy necesaria diversidad de discursos y puntos de vista.

La directora Belén Funes durante un rodaje. / Bteam

Es "el estallido" del que habla la presidenta de la Acadèmia de Cinema Català, Judith Colell: "Hemos roto con una especie de techo de cristal, pero tenemos que ir con cuidado y no acomodarnos. Si miramos las cifras, las películas lideradas por mujeres no superan el 30 por ciento de la producción. Y creo que es fundamental llegar al 50. Y no solo dirigiendo, o haciendo guiones, o producción. Necesitamos ver a más mujeres en la dirección de fotografía, haciendo sonido, compositoras, en muchas especialidades masculinizadas. Cuando lleguemos a un 50 por ciento sostenido en el tiempo, entonces podremos cantar victoria. Hoy por hoy, todavía no".

Según datos de la Academia, las directoras trabajan con un 40% menos de presupuesto que los directores

El estado de ánimo de algunas de estas nuevas, y no tan nuevas, voces camina en una línea similar a la del aviso de Culell. Alegría compartida por la mayor visibilización de su trabajo y porque cada vez son más, por los éxitos, por los premios, por los reconocimientos, por la amistad; también tener los pies en el suelo y no dejar de levantar la voz. El boom existe, sí, pero también tiene un poco de trampa. Tan cierto como que las cifras manifiestan un aumento gradual de la presencia de equipos liderados por mujeres (según datos de la Academia, se sitúan en torno al 30 por ciento), es que todavía hay mucho de campo por correr.

Ayudas públicas para revertir la brecha de género en el cine

"Hay un boom que viene de lejos y que yo ampliaría al talento catalán", dice Tono Folguera, productor de Alcarràs, de Carla Simón, o de Libertad, de Clara Roquet, a quién produjo también sus primeros cortos. "Es cierto que el cine dirigido por mujeres no estaba suficientemente representado. Las administraciones se han puesto manos a la obra y, desde hace unos años, las ayudas públicas se han ocupado que un porcentaje de las películas tengan mujeres directoras y jefas de equipo. Eso ha empujado una situación que ya se estaba iniciando, con el enorme talento de todas estas mujeres. El impulso de las administraciones es evidente y hoy en día un proyecto liderado por mujeres, si es bueno, es más fácil de financiar de lo que lo era antes. Eso ha aumentado las posibilidades de visibilizar estos talentos. Y los últimos años son espectaculares en este sentido".

Funes: "Hay alguna gente que nunca hubiera contado con la visión de una mujer al frente de un proyecto, pero de repente son todos muy feministas porque das puntos (a las ayudas públicas)"

El actual sistema de ayudas públicas ha puesto mucho de su lado, sosteniendo la confianza de los que ya habían apostado por estas cineastas y, también, incentivando a los más reticentes. Pero también es indudable que las cadenas privadas, que acostumbran a producir con presupuestos más elevados y que apuestan por un cine comercial y popular, no han respondido de la misma forma. Hace falta no perder de vista que hablamos de creadoras que han mostrado su talento desde los márgenes de un cine básicamente independiente, que viaja estupendamente por el circuito de festivales, nacionales e internacionales, y que saca la cabeza con fuerza en los Goya y en los Gaudí, pero que a menudo se alejan de los cánones en los que se mueven las producciones de las cadenas privadas. Esta sería una de las posibles explicaciones de otra cifra y otra queja endémica: la diferencia de recursos con los que cuentan ellos y ellas. Según datos de la Acadèmia, las directoras trabajan con presupuestos un 40 por ciento más bajos por término medio que los directores hombres.

"Me gusta mucho una frase de esta mujer extraordinaria llamada Greta Gerwig, que dice algo así como que el cine hecho por mujeres es para los productores como la verdura: no les gusta, pero hay que comérsela", razona Belén Funes, ganadora del Gaudí y del Goya con su ópera prima, La hija de un ladrón. "Creo que ahora hay alguna gente que nunca hubiera contado con la visión de una mujer al frente de un proyecto... pero de repente son muy feministas y quieren contar contigo para todo, sobre todo porque das puntos (en las ayudas públicas). Eso existe y existirá. Pero también tengo que decir que esta no es mi experiencia, yo trabajo con un productor que hace mis películas porque cree en mí y cree en lo que hago". La cineasta continúa con su reflexión: "Creo que se empieza a entender que las mujeres están, también gracias a la universidad, descubriéndose como cineastas capaces de hacer una película y llevarla lejos, de conectar con el público, de estrenar en festivales importantes. Eso poco a poco nos va dando crédito pero todavía quedan muchas luchas: los presupuestos, las ayudas... La irrupción de la mujer en el cine ha sucedido pero todavía no se han conquistado determinados espacios que los hombres tienen para ellos. Pongo un ejemplo: el cine de acción. Se da por hecho que las mujeres cineastas quieren explicar historias intimistas, pero eso no puede ser un dogma, y se tiene que poder cambiar".

Neus Ballús da instrucciones a un actor durante el rodaje de Sis dies corrents. / Filmax

Continuando con los cambios en las ayudas, Neus Ballús, que con su tercer largometraje, Sis dies corrents, opta a nueve premios Gaudí, apunta: "Hay un antes y un después de la creación de Mujeres Visuales. Hubo muchos encuentros y mucho trabajo conjunto, y se creó sensación de comunidad. Compartir esta lucha, esta militancia feminista que se despertó hace unos años, aumentó la relación entre nosotras. El ICEC (Institut Català de les Empreses Culturals) remó a favor, y de repente los productores te llamaban pidiendo proyectos, y era porque empezaba a haber unas ayudas específicas de financiación, imprescindibles para que se normalizara la situación".

La directora de La Plaga dice que, por una parte, "los medios de comunicación os habéis puesto las pilas al visibilizar las propuestas que existen, también porque creo que la incorporación de un nuevo punto de vista genera curiosidad, en los festivales y en todas partes, y las pelis están destacando; eso no nos lo inventamos nosotros. Porque la originalidad es un valor, cuando la mirada había sido siempre de hombres blancos, de edades y rangos económico-sociales similares. Y para el espectador esta novedad es muy rica". Y, por la otra, Ballús opina que "las ayudas públicas tienen un mínimo sentido de responsabilidad en temas de igualdad, pero las cadenas privadas no. La industria es muy reticente, y cuesta mucho financiarlas, y cuando una producción liderada por mujeres voz la luz es porque ha pasado tantos filtros, tantos, que el mínimo de calidad se presupone", dice. Y va más allá: "La visibilidad o el reconocimiento que tenemos ahora es maravilloso, pero no puede ocultar una realidad: ¿cuántas cineastas realmente consolidadas hay? ¿Y cuántas directoras noveles han pasado por este momento de fuegos artificiales, de atención de los medios, de premios, y cuántas se han perdido por el camino"?

Neus Ballús: "Las ayudas públicas tienen un mínimo sentido de responsabilidad en temas de igualdad, pero las cadenas privadas no"

Una de las que lucha por seguir dirigiendo es Júlia de Paz Solvas, 26 años. Debutó con La filla d'algú (2019), una película colectiva, trabajo de final de carrera en el ESCAC que llegó a las salas, firmada por once cineastas, tres de ellos mujeres (las otras dos, todavía hoy cómplices y amigas de De Paz: "Sara Fantova y Celia Giraldo ahora están intentando levantar su primer largo, y tengo plenísima confianza que lo petarán muy fuerte, porque tienen mucho talento", explica). La filla d'algú era un ejercicio similar al de Les amigues de l'Àgata (2015), proyecto de final de grado en la Universitat Pompeu Fabra, firmado por Alba Cros, Laia Alabart, Laura Rius y Marta Verheyen, y que dio nombre en determinados circuitos a toda una hornada, la Generación Àgata.

Volviendo a Júlia de Paz, este año sigue recogiendo los frutos de su ópera prima ya en solitario, un acercamiento muy potente a la maternidad como es Ama. La joven cineasta reivindica que "este boom de directoras que vivimos es el reconocimiento a mujeres con discursos muy interesantes. Algunas de ellas eran referentes cuando estudiaba la carrera, pero también tengo que decir que, si lo he tenido, es porque me he buscado la vida y me he interesado. Pero desde un punto de vista académico, seguramente por el lugar de las mujeres en cualquier sector, no he tenido muchas facilidades para conocer a estas directoras referentes".


Ama, de Júlia de Paz, hace un retrato de la maternidad. / La Dalia Films

En plena escritura de un largo que desarrollará su cortometraje Harta (en una operación similar a lo que pasó con Ama, también evolución de un corto previo), De Paz confiesa que es complicado escapar a la oscuridad de las perspectivas y a la precariedad laboral: "Intento ver las cosas con cierto optimismo, porque acabo de empezar. Pero cuando estrenas una primera peli, recibes buenas críticas, premios... piensas que te llamarán y tendrás ofertas, y no es así. De algún modo tienes que trabajar mucho la paciencia, y este optimismo, las ganas de trabajar e ir haciendo. Y estoy en este momento. La peli me ha dado cosas muy bonitas, no me puedo quejar, pero a nivel laboral todo es muy complicado, en el mundo del cine y en cualquier sector. Yo, por ejemplo, he currado de camarera, y quizás tendré que volver a hacerlo; de hecho, estoy buscando trabajo. Tamara Casellas, la protagonista de Ama, que ha ganado el premio de interpretación en Málaga y el Sant Jordi, está haciendo de camarera. El otro día, en los premios Feroz, lo comenté con algunas personas que me decían: Bienvenida al mundo del cine..."

Júlia de Paz: "La peli me ha traído cosas muy bonitas pero a nivel laboral todo es muy complicado. Yo, por ejemplo, he currado de camarera y quizás tendré que volver; de hecho, estoy buscando trabajo"

Volviendo al talento, a la diversidad, a las miradas ahora visibilizadas, a la celebración de talentos y a aquella comunidad de la que hablaba Neus Ballús, hay un aspecto que siempre ha sido muy revelador para entender la empatía y la lucha compartida de esta generación (o generaciones). Dice Belén Funes: "Cuando pienso en cineastas, pienso en directoras, guionistas, fotógrafas, engastadoras... en resumen, en jefas de equipo que capitanean departamentos y que con su punto de vista colaboran e impactan directamente en el resultado final de la obra. Hay que extender el concepto de mujeres haciendo cine más allá de las directoras. Para mí, evidentemente, es más que una generación de cineastas, porque además son amigas mías, algunas de ellas muy íntimas, muy próximas. Siento que hemos tenido la fortuna de encontrarnos, poder colaborar las unas con las otras, de trabajar de una manera mucho más horizontal de lo que quizás se estilaba hace años". Funes se refiere a algunos de los muchos posibles ejemplos, como que ella misma haga de script de Libertad para Clara Roquet, que a su vez ha hecho lo mismo para Elena Trapé, o que se ha leído todas las versiones de guion de Alcarràs, de Carla Simón.

"Tenemos que estar al tanto para que no deje de haber nuevas oleadas de directoras", exclama Júlia de Paz. Y Belén Funes remata: "Yo me siento parte de un grupo de mujeres empoderadas, enérgicas, intensas y muy talentosas. Todas ellas son cineastas, compañeras. Es importante que esta renovación haya empezado pero mucho más que siga, que evolucione, que nos permita a todas explicar las historias que queremos explicar".