El K-pop, o pop coreano, ha llegado por primera vez al estadio olímpico Lluís Companys el sábado, convertido desde hace años en todo un fenómeno de masas global. Este género musical, acompañado de coreografías milimetradas y de intérpretes impolutos y perfectamente alineados con los rígidos estándares de belleza coreanos, convoca millones de personas por todo el mundo a sus espectáculos y sus canciones acumula miles de millones de reproducciones a los servicios de música en estríming y en YouTube. Sin ir más lejos, las mismas Blackpink ya acumulan 1.200 millones de visualizaciones en el videoclip de su éxito Kill this love, que abrió el concierto del sábado a Barcelona. Su último single, Jump, que es el primero que publican en 3 años, ya acumula más de 150 millones de reproducciones en Spotify, y cualquiera de sus canciones se convierte en éxito en pocas semanas. Sus fans, nombrados Blinks, agotaron las entradas del estadio Lluís Companys y las 51.000 almas que llenaban el Olímpico vibraron con los sonidos de pop, EDM, hip-hop y rape de sus canciones, tanto grupales como de las carreras, en solitario que han desarrollado en los últimos años.

¿Quiénes son Blackpink, fenómeno mundial del K-pop?

Blackpink es un proyecto pensado y creado al milímetro para ser un éxito de masas por YG Entertainment, la empresa surcoreana que es la responsable de haber posicionado el pop coreano, o K-pop, a las listas de éxitos globales desde hace más de una década y de comercializarlo por todo el mundo. Las cuatro chicas que componen la banda se conocieron durante la adolescencia, cuando compartieron el llevar proceso para convertirse en estrellas del K-pop: una academia de formación en canto, baile y espectáculo con jornadas maratonianas con la cual la empresa promotora genera las nuevas hornadas de estrellas. Ellas se iniciaron en el camino del estrellado con 13 y 15 años, y de eso ya hace casi una década y media, casi el doble de tiempo que ha estado el grupo en activo. Las empresas promotoras de estos grupos, enormes productoras del mundo del entretenimiento surcoreano, generan éxitos con sus bandas e ingresos millonarios a través de las líneas de merchandising que llenan sus shows, como los coloridos martillos rematados de corso que se podían ver por miles en el Olímpic.

Durante cinco o seis años, las cuatro integrantes de Blackpink, se formaron como aprendices en disciplinas como el canto, la actuación y diferentes tipos de baile, así como en idiomas, como el inglés, que está siempre presente en las letras del K-pop actual. Las jornadas de entrenamiento se podían alargar durante más de 12 horas y "la competición es tan fuerte que, de alguna manera, creo que no pensamos en las cosas de nuestra vida que nos podíamos estar perdiendo", dijo la cantante Jennie en una entrevista con el presentador británico James Corden. Las integrantes del grupo han denunciado la presión y el malestar que sienten con la productora en público, y por eso han querido tirar sus carreras en solitario alejadas de esta. En una entrevista para Rolling Stone, otra cantante, Lisa, afirmó que el proceso fue muy duro y que "llamaba a mi madre a Tailandia (la Rosé es tailandesa) diciéndole que lo quería dejar y a ella me decía que aguantara otro año".

Treinta años de K-pop

El K-pop, la música pop surcoreana moderna, nace en los años noventa del siglo pasado, cuando un trío de jóvenes -- Seo Taiji, Yang Hyun-suk y Lee Juno -- provocaron un auténtico cambio cultural al presentar su canción, Enano Arayo (I know, en inglés) en un programa de talentos organizado por una cadena televisiva del país. A pesar de que la suya mezcla entre dos estilos afroamericanos como el new jack swing y el rap fue polémica, se mantuvo durante semanas al frente de las listas éxitos de Corea del Sur y llevó al estrellado el primer grupo de ídolos de K-pop, *Seo *Taji *and *Boys. La naturaleza heterogénea de este género pop, que bebe de diferentes estilos musicales y los incorpora a sus canciones rápidas y pegajosas, da pie a la experimentación que caracteriza el género y que lo ha ayudado a popularizarse a escala global. Su consolidación global se solidifica durante la década del 2010, con la emergencia de BTS, la banda masculina que enamoró a millones de fans en todo el mundo.

¿Pero, como se populariza? Según la socióloga y profesora investigadora en formación del Instituto Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires, Florencia Isaura Paparone, se trata de un "fenómeno principalmente promovido y gestado desde el Estado surcoreano en alianza con las empresas privadas". "Pero también tiene un origen social al surgir en un periodo muy particular de Corea del Sur, que acababa de salir de una larga dictadura en el 87 y experimentaba tanto un periodo de apertura como una necesidad de distinguirse otros gigantes asiáticos", destaca en declaraciones para un reportaje de RTVE. El fenómeno triunfa especialmente entre la generación Z, que ve en los grupos de K-pop un referente en diversidad, estilo y reinvención, pero también porque la industria musical surcoreana ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos, explotando la viralidad de las redes sociales y colocando un producto que es especialmente atractivo en estos ámbitos por sus ritmos rápidos y bailables y también y por las coreografías trabajadas al milímetro.

El Lluís Companys vibró con su ritmo

Con un ritmo imparable, Blackpink interpretó durante poco más de dos horas las canciones más exitosas de la banda, empezando la actuación con Kill this love, un espectáculo de petardos y una veintena de bailarines sobre el escenario, que eran prácticamente la única escenografía de un espectáculo donde el soporte visual principal eran las pantallas. Pero también hubo espacio para que las cuatro integrantes del grupo pudieran expresar su individualidad, cantando cada una las canciones que han sacado en sus carreras en solitario, que hacen fuera del alcance de YG Entertainment, la empresa surcoreana propietaria del grupo musical. La Jisoo, la hermana mayor del grupo, interpretó Erathquake y Your love, Lisa, más atrevida y oscura, hizo saltar al Lluís Companys con Thunder y Fxck Up the World, pero dejó fuera de su repertorio su colaboración con Rosalia, New Woman.

Después de otra tanda de canciones juntas con el público saltando y siguiendo las coreografías milimetradas sin cesar, la Rosé bajó el ritmo con sus baladas, pero volvió a levantar el público con APT, su colaboración con Bruno Mars que ha sido un éxito mundial. El público va hecho temblar las gradas con el último single del grupo después de tres años, Jump, que fue seguido de otros grandes éxitos de las surcoreanas como Boombayah, Ddu-du ddu-du, As if It's your last y el reguetón a la coreana de Forever Young. Después de dos horas de show que nadie quisiera que acabaran, volvieron a repetir Jump, que sonó otro par a veces durante todo el concierto, y acabaron con Kick it, una preferida de los fans que habían teñido de rosa, negro y muchos corazones el estadio Olímpico durante toda la noche.