El cincuentenario de mayo de 1968 ha ido acompañado de una profusión de publicaciones sobre los sucesos de ese año. La editorial Debate, en esta ocasión, ha publicado, El nacimiento de un mundo nuevo, de Ramón González Férriz. Se trata de una obra que intenta hacer una panorámica de todo el movimiento revolucionario de 1968, en que se intenta integrar todo lo que pasaba en los diferentes escenarios de la revuelta: París, Checoslovaquia, México, Estados Unidos, Alemania, Japón... Un libro que ni siquiera olvida lo que pasaba en el Estado español y que, de estas formas, contribuye a que se entienda el 68 y sus consecuencias como un fenómeno mundial.

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John Carlos y Tommie Smith en los Juegos de México. Foto: Angelo Cozzi.

Demasiado, para un solo año

A menudo el 68 es recordado por la revuelta de los estudiantes franceses. Pero fue mucho más que eso. En Francia no sólo se sublevaron los estudiantes (una insurrección difícil de gestionar, porque el gobierno no sabía como enfrentarse), sino que hubo una revuelta generalizada de los trabajadores, por medio de la cual incluso se cerró el célebre cabaré Folies Bergère. La revuelta estudiantil también tuvo graves episodios en Alemania. En Estados Unidos, la movilización estudiantil se encabalgó con las protestas contra la guerra de Vietnam, y coincidió con las protestas contra el racismo de los negros (y con el asesinato de Martin Luther King y posteriormente de J.F. Kennedy). La protesta contra el racismo en Estados Unidos tuvo su resonancia en los Juegos Olímpicos de México, un país traumatizado por la matanza de estudiantes de la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco. Muchas veces se olvida de que la protesta estudiantil también llegó a Japón, donde hubo contundentes protestas contra el autoritarismo de las instituciones académicas. Muchos de los manifestantes europeos se sentían fascinados, como algunos universitarios franceses, por la China de Mao. La represión de la revuelta de Dakar estuvo en el germen de las protestas posteriores a Frankfurt, centralizadas en la presencia de Léopold Sédar Senghor, el presidente senegalés, en la famosa Feria del Libro... No es que hubiera un complot internacional, como suponía el presidente mexicano Gustavo Díaz Ordaz, pero es obvio que hubo un fuerte efecto contagio en un mundo que ya empezaba a globalizarse (los estudiantes de Francia y de Alemania, o los atletas negros norteamericanos fueron tremendamente eficaces a la hora de utilizar los medios de comunicación de masas).

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Manifestación contra la invasión soviética de Checoslovaquia en Helsinki. Foto: Szilas.

Nombrar lo innombrable

González Férriz, aunque analiza el 68 con perspectiva transnacional, destina mucha atención a aquello que sucedió a España, y dedica un largo espacio a recordar el concierto de Raimon en la Universidad Complutense de Madrid, un acto marcado por las pancartas reivindicativas y los retratos del Che, que dio el pistoletazo de salida a la agitación revolucionaria de los estudiantes españoles. Pero González va más allá y relaciona el surgimiento del movimiento revolucionario mundial y la legitimación de la violencia revolucionaria con el primer asesinato de ETA, el del torturador Melitón Manzanas en agosto de 1968. Encuadrar el análisis de ETA dentro de la constelación violenta surgida en 1968 puede ayudar a entender mejor el fenómeno y obligaría a replantear los discursos simplistas tan frecuentemente repetidos sobre el grupo terrorista vasco (y sobre el 68).

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México. El ejército en el Zócalo el 28 de agosto de 1968. Foto: Cel·lí.

¿Crónica de un fracaso?

Los estudiantes mexicanos fueron masacrados en la plaza de las Tres Culturas y al fin los Juegos Olímpicos se celebraron como si nada. Alexander Dubček tuvo que claudicar ante la invasión soviética, y las interferencias de la gran potencia comunista siguieron durando años en Checoslovaquia. La movilización de los estudiantes franceses acabó cuando los sindicatos pactaron con el poder y, sobre todo, cuando las fuerzas de orden obtuvieron una victoria espectacular en las elecciones. Las movilizaciones de estudiantes madrileños no supusieron ningún golpe de gracia a la agónica dictadura franquista. En Japón las violentas manifestaciones de universitarios quedaron en nada después de que la policía detuviera a más de 6.000 activistas. En 1968, a pesar de las movilizaciones progresistas, Richard Nixon ganó las elecciones haciendo bandera de su oposición a las reivindicaciones de estudiantes y negros... Sin duda el intento de renovación política del 68 fracasó. Pero en el epílogo de este libro: "El mundo nuevo: 1968 y nosotros" González Férriz hace un balance más mesurado de las consecuencias de las movilizaciones. El fracaso de las protestas estudiantiles y su brutal represión en algunos casos abrió la vía a la creación de grupos terroristas que marcarían los años 70 como los "años de plomo". El 68 marcaría una renovación completa de la izquierda, que se alejaría totalmente del modelo estalinista, pero también de la derecha, que volvería al liberalismo. Y, poco a poco, las prácticas culturales de los hippies, que tan radicales parecían en 1968, se fueron normalizando. Al fin, los soixante-huitards, los protagonistas de las revueltas estudiantiles, se convertirían en la fuerza hegemónica del mundo intelectual y artístico durante décadas, y a través de ellos las ideas del 68 se difundirían. Pero la revuelta política que, ante todo, se propugnaba en 1968 parece más lejos que nunca.

Es lo que quiere ser

1968. El nacimiento de un nuevo mundo es una magnífica síntesis de lo que pasó en 1968, a nivel mundial. No tiene grandes deseos de teorización, ni aporta ningún dato que no se conociera anteriormente, porque básicamente pretende ser un repaso, con una óptica global, a los hechos revolucionarios de aquel año. El texto está magníficamente interrelacionado, y lleva al lector de Europa a América y de América a Asia. Aunque parezca paradójico, sólo a través de la revuelta de los estudiantes marxistas franceses se puede entender las manifestaciones antisoviéticas en Checoslovaquia. Y a través del libro de González Férriz, se puede percibir, también, que el impacto del movimiento antiestalinista checoslovaco llegaba a los yippies antisistema que se manifestaban en Chicago. El 68 fue un movimiento global, y González Férriz tiene el acierto de no perder eso de vista. El libro, así, se convierte en una herramienta clave para entender los fundamentos del mundo en que vivimos.

 

Foto de portada: Manifestación en Hamburgo en 1968. Foto: Hennercrusius.