El parque más céntrico de Barcelona es el de la Ciutadella, un pulmón verde situado en el distrito de Ciutat Vella que, si existe, es porque tiene una historia no del todo luminosa detrás, que es la que os explicamos acto seguido en un nuevo Barcelona Exprés.
Conviene recordar que los parques urbanos son un invento relativamente reciente, ya que históricamente no había ninguna política pensada a destinar partes del centro de una ciudad a zonas verdes de acceso público. Por eso, muchos de los parques de las grandes ciudades europeas fueron, en origen, jardines privados, principalmente de las monarquías, como es el caso de las Tullerías de París o del Retiro de Madrid. En el caso de Barcelona, en cambio, el parque de la Ciutadella tiene su origen en un hecho mucho más trágico..., la destrucción de parte de la ciudad.
Efectivamente, tras la derrota de 1714, las nuevas autoridades borbónicas quisieron construir un nuevo recinto fortificado, una ciudadela militar, y lo hicieron sobre parte del barrio de la Ribera, que fue destruido. La nueva construcción servía para proteger la ciudad, pero sobre todo para vigilarla, con una enorme guarnición militar pensada para aplastar cualquier revuelta ciudadana.
La Ciutadella siempre ha sido para los barceloneses un símbolo de la opresión borbónica
Por ese origen, la Ciutadella siempre ha sido para los barceloneses un símbolo de la opresión borbónica, y por eso mismo se sucedieron los intentos de demoler la fortaleza militar, una intención que no se convirtió en realidad hasta 1869, pero el derribo, autorizado por el general Prim, fue posible con dos condiciones: la primera, que el inmenso solar se destinara a parque público; y la segunda, que el coste del derribo lo pagara el Ayuntamiento de Barcelona.
Los barceloneses, que ya pagaron con la destrucción de un barrio, volvían a pagar ahora para recuperar el espacio. Eso sí, del derribo se preservaron tres edificios, que todavía existen: la capilla, que sigue teniendo uso militar, el palacio del gobernador, actual Institut Verdaguer y el arsenal, que es la sede del Parlament de Catalunya, y por la Exposición Universal de 1888 se añadieron otros edificios, como el Castell dels Tres Dragons, el Hivernacle, el Museu Martorell y el Umbracle, además de la Cascada Monumental.
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En resumidas cuentas, el gran pulmón verde del centro de Barcelona es, también, testimonio de la memoria histórica y del mal que provocaron a los Borbones en Catalunya.