La historia de Irene de Grecia, más conocida como la 'tía Pecu', es una de esas narrativas que entrelazan cercanía familiar, sorpresas inesperadas y un toque de nobleza. Hermana de la reina Sofía, pudo haber sido la esposa de Juan Carlos I, pero su destino la llevó a formar parte de la familia real española de otra forma. Desde entonces, su presencia en la vida de los hijos del matrimonio —Elena, Cristina y el actual rey Felipe VI— ha sido constante y entrañable. Es por eso que en Zarzuela están tan enfocados en su bienestar. 

No muchos lo sabían entonces, pero la tía Pecu se convirtió en una segunda madre para sus sobrinos, cuidándolos en momentos en que sus padres no estaban y llegando a consentirlos como solo ella sabía. El trato y el cariño que compartían hicieron que, con el tiempo, tuviera su propio espacio en Zarzuela, un rincón que reflejaba su importancia en la familia.

Irene de Grecia en silla de ruedas / Gtres

A lo largo de su vida, la hija menor de la reina Federica viajó por el mundo, disfrutó de aventuras y mantuvo un espíritu libre y curioso. Sin embargo, nunca formalizó una relación amorosa ni tuvo hijos propios, prefiriendo una vida dedicada a la familia y a sus propios intereses. Pero, con los años, la salud de Irene ha empezado a deteriorarse. Hace ya algún tiempo que se hizo público que padecía Alzheimer, una enfermedad que ha ido avanzando lentamente, afectando su memoria y su capacidad de reconocimiento.

Medidas drásticas para tener controlada a la tía Pecu

En los primeros momentos, fue la reina Sofía quien asumió la mayor parte de sus cuidados, dada la profunda complicidad que ambas hermanas compartían. La emérita, conocida por su dedicación y cariño, acompañaba a su hermana en esta difícil etapa, intentando ofrecer consuelo y apoyo. Sin embargo, con el tiempo, la enfermedad se volvió más agresiva, y la familia tuvo que buscar ayuda profesional para garantizar que estuviera bien atendida en todo momento.

Recientemente, la situación se ha agravado aún más. La pérdida de recuerdos y la confusión han hecho que la ‘royal’ no reconozca a sus seres queridos ni su entorno. La última vez que apareció en público fue en una boda griega, donde fue vista en silla de ruedas, con un rostro demacrado y muy debilitada. La preocupación creció entre quienes la rodean, y así se decidió tomar medidas para cuidar de ella de manera más intensiva.

Irene de Grecia de boda en Atenas, octubre 2024 / Gtres

Con el fin de brindarle la vigilancia que necesita las 24 horas del día, el rey Felipe habría ordenado la contratación de un equipo de enfermeras especializadas. Estas profesionales trabajan en turnos de día y noche, asegurando que Irene nunca esté sola y que reciba lo necesaria para ralentizar los efectos de su padecimiento. Además, un seguimiento al día por parte de neurólogos especializados ayuda a ajustar los tratamientos y a ofrecerle la mejor calidad de vida posible.

Este esfuerzo refleja no solo la responsabilidad familiar, sino también el profundo cariño que la familia real siente por la tía Pecu, quien siempre fue una figura valorada en la historia de Zarzuela. La dedicación de las enfermeras y el apoyo profesional buscan ofrecerle la dignidad que merece en sus últimos años, en medio de un proceso que, aunque desafiante, está siendo afrontado con compromiso.