Para muchos líderes, empresarios o directivos, el mes de agosto es un espejismo: parece que tendría que ser un momento por desconectar, pero a menudo se convierte en una continuación encubierta del ritmo frenético del resto del año. Correos que se contestan desde la piscina, mirada constante en el móvil, una sensación de estar "medio dentro y medio fuera" que no es ni descanso ni actividad real.

En 2024, Forbes publicó un estudio sobre 2000 directivos, donde indicaba que el 54% de los mismos trabajaba durante sus vacaciones, el 59% no conseguía desconectar y el más preocupante, un 63% sufría de ansiedad si no revisaba mensajes laborales.

Y quizás este es el problema: no hemos aprendido a descansar de verdad. No solo por salud —que también— sino porque descansar es una herramienta clave de liderazgo. Sí, tal como suena: saber desconectar es una competencia directiva.

Más que desconectar: recuperar sentido

El descanso no es solo parar. Es crear espacio mental, emocional y estratégico. Es liberarse del ruido operativo y volver a conectar con aquello que realmente importa: por qué hacemos lo que hacemos, qué prioridades son esenciales y qué cosas simplemente nos tienen atrapados por inercia.

Muchos líderes reconocen que las mejores ideas no surgen en medio del caos del día a día, sino en un momento de pausa, de paseo, de silencio. Y eso no es casualidad: el cerebro necesita descanso para generar claridad. No es un lujo: es una necesidad para liderar mejor.

El riesgo de no parar

Cuando no descansamos, no solo nos agotamos físicamente. Nos desgastamos como líderes. Perdemos paciencia, visión, empatía y capacidad de tomar decisiones con perspectiva.

El problema no es trabajar mucho, sino hacerlo de manera continua, sin ningún espacio para recargar energía o revisar el rumbo. Y eso acaba afectando a la calidad del liderazgo, la cultura de la empresa y, tarde o temprano, los resultados.

Liderar también es dar ejemplo

Hacer vacaciones de verdad es un acto de responsabilidad. No solo cabe en uno mismo, sino que cabe al equipo y hacia la organización. Si un líder no es capaz de delegar durante unos días, quizás el problema no es la empresa, sino su manera de liderar.

Confiar, delegar y dejar espacio a los otros es también una forma de liderazgo.

Hacer vacaciones con propósito quiere decir entender el descanso como una parte natural del ciclo productivo. Y aprovecharlo para recuperar mirada, revisar prioridades y volver con más claridad y energía. No es desconexión porque sí, sino una pausa consciente para liderar mejor cuando volvemos.

Volver con más fuerza y otra mirada

Cuando un líder vuelve de vacaciones con ideas nuevas, con más escucha, con más ganas de construir, la organización lo nota. Y lo agradece.

Por eso, este agosto no te sientas culpable para desconectar. Siéntete responsable para hacerlo bien. Porque descansar no es huir: es prepararse para volver con más fuerza y más sentido.