Hace un par de semanas coincidieron cuatro grandes ferias y congresos de negocios en Barcelona. Al acontecimiento líder mundial para ciudades, el Smart City, se añadieron el Foro Gastronómico, que es el punto de encuentro de los profesionales del sector; el Gartner, que reunió los CIO (los responsables de tecnologías de la información, por sus siglas en inglés) de las principales multinacionales para discutir sobre las tendencias de la información y los negocios; y el VMware, el congreso de referencia del sector del cloud (nube). El Smart City reunió en el recinto de Gran Vía de Fira de Barcelona a más de 25.300 asistentes procedentes de 140 países, cifras récord, según los organizadores; y 18.500 personas pasaron por los pabellones de Montjuïc en el Foro Gastronómico. Cada certamen duró tres días. El precio de las habitaciones subieron en algunos casos ¡a los 1.000 euros por noche!, me explicaba alarmado esta semana un directivo que se dedica a organizar certámenes y promover los negocios en la ciudad. "Los hoteleros se están pasando, ni somos Londres ni tampoco París", me decía.

Desde el punto de vista de la oferta de alojamiento, en Barcelona se está dibujando un cuello de botella que puede acabar asfixiando el sector. Mientras persiste la moratoria hotelera para crecer en plazas en la capital catalana a través del Plan Especial Urbanístico de Alojamientos Turísticos (PEUAT), se añade ahora el freno de la Generalitat para la construcción de apartamentos turísticos, poniendo un límite de cinco años a las licencias de pisos turísticos, si bien esta medida donde afecta más está en las comarcas de Girona. En cualquier caso, la oferta de camas se va estrechando y estrechando... Mientras las necesidades y la demanda van en aumento. Barcelona hace dos décadas seguidas que se mantiene en el top 5 europeo en la organización de congresos.

A falta de cerrar el año en curso, según el Barcelona Convention Bureau, que es el área especializada de Turismo de Barcelona para la promoción y captación de congresos y convenciones en la ciudad, en 2022 el impacto económico directo del turismo de reuniones en la ciudad se aproximó al valor prepandémico, que fue de récord, al superar los 1.900 millones de euros.

Convendría que las dos administraciones que se miran de frente en la plaza de Sant Jaume se fijen en estas tendencias para que cuando regulen lo hagan de forma complementaria. El mismo directivo del principio se muestra totalmente favorable a que se suba la tasa turística y que parte de los ingresos que se recaudan se pongan —también— al servicio del turismo de negocios, al mismo tiempo que mitiga los estragos del turismo de masas sobre el medio.

En Barcelona hay poca oferta de alojamiento, pero los hoteleros no pueden aprovecharlo para fijar unos precios desorbitados

El turismo de negocios es estratégico para la ciudad y bien lo saben los hoteleros que lidera Jordi Clos, ahora al frente de Turismo de Barcelona. Un profesional que visita Barcelona con motivo de una feria gasta casi el 52% más que el turista que viene de vacaciones o por ocio, según la Asociación Internacional de Congresos y Convenciones (ICCA), que no aproveche el gremio la ocasión para hacer el agosto fijando precios desorbitados.

Y finalmente, ahora que la conselleria de Territorio de la Generalitat está negociando modificar la Ley del Taxi —vigente de 2003, cuatro años antes de que Steve Jobs presentara el primer iPhone-—para incluir las VTC (como Uber o Cabify) y las empresas de intermediación de taxis (las apps para solicitar un chófer, como Free Now), a ver si el todopoderoso sindicato del taxi antepone por una vez los intereses colectivos a los suyos para que no haya que hacer una cola de 40 minutos en la estación de Sants hasta que llega uno. Ojo, de día y sin lluvia; cuando llueve u oscurece la espera hasta que pare un taxi en la capital catalana puede ser eterna. Queremos que el taxi sea considerado un servicio económico de interés general, propugna esperanzado el director general de Transportes y Movilidad de la Generalitat, Oriol Martori. A ver si lo consigue con Tito Álvarez, de Élite Taxi, al frente (el nombre del sindicato es toda una declaración de intenciones).

Barcelona presume de ser una ciudad acogedora, y business friendly desde que Jaume Collboni tomó el bastón de alcalde en el Ayuntamiento. Al final, los turistas, de negocios o no, los mínimos a los que aspiramos cuando viajamos son encontrar un sitio digno para dormir y a un precio razonable, que no te roben la cartera ni el reloj a la que te despistas un momento y una movilidad confortable. ¡No nos la carguemos!