La probada resistencia de los platos, vasos y tazas, ámbar y verde, del fabricante francés Duralex no únicamente está en el producto, también sus trabajadores tienen aguante. Las dos crisis financieras que ha sufrido Duralex en los últimos ocho años no han sido motivo suficiente para que sus 230 empleados dejen de confiar en la viabilidad de la empresa y en el futuro de sus productos. La última decisión que han tomado así lo demuestra. El 60% de los empleados de la empresa han creado una Sociedad Cooperativa Obrera de Producción (SCOP) para continuar la actividad de la cristalera francesa y mantener intactos los puestos de trabajo actuales. 

Con esta premisa, han obtenido el visto bueno del Tribunal de Comercio de Orleans, al que le corresponde la jurisdicción de Chapelle-Saint-Mesmin, la localidad donde está la fábrica de Duralex desde 1945, y en manos del cual estaba dilucidar cuál debía ser el futuro de la compañía después de que el pasado mes de abril solicitara acogerse a un proceso de administración judicial con vistas a su venta. Sus administradores argumentaron que el negocio no funcionaba: en 2023, la facturación de New Duralex International, su casa matriz, fue de 24,6 millones de euros.

El detonante de la crítica situación por la que atraviesa el grupo fue un grave incidente que sufrió la empresa en 2017, cuando uno de sus hornos se dañó durante su reparación y provocó que la producción pasara a 20 toneladas de vidrio por día, en lugar de las 160 toneladas por jornada habituales. Ello hundió las ventas y las ganancias, hasta el punto que, con la irrupción de la pandemia, la compañía se vio obligada a declararse en quiebra en 2020, por su falta de liquidez y su alto endeudamiento. Ello a pesar de que en el presente siglo la marca había revivido por la tendencia de jóvenes -y no tan jóvenes- a usar productos vintage. Por ello, la compañía rediseñó y amplió la gama de productos con otras colecciones más adaptadas a los gustos actuales y a los tradicionales colores ámbar, verde y transparente que comercializaba, añadió el azul, morado y gris, por ejemplo.

Para salvar la firma en 2021, entró en escena el grupo Maison Française du Verre (anteriormente conocido como International Cookware), una empresa francesa de vajillas y utensilios de cocina propietarios de la tradicional e internacional marca Pyrex, que la compró por 3,5 millones de euros. Para reflotar el negocio, los nuevos propietarios contaron con una ayuda de 15 millones de euros del gobierno francés. No obstante, las perspectivas se truncaron con otro tropiezo ajeno a la calidad de los productos: el incremento de los costes energéticos como efecto de la guerra de Ucrania, lo que la obligó a parar la producción durante casi medio año. En aquel entonces estaba al frente de la compañía el ejecutivo español José Luis Llacuna, también CEO de Maison Française du Verre. Pero, a inicios de 2024, Llacuna fue sustituido por la francesa Géraldine Fiacre. Ahora, Maison Française du Verre se queda en minoría accionarial y de gestión. Los trabajadores, con la Sociedad Cooperativa Obrera de Producción (SCOP), poseen al menos un 51% del capital y tienen derecho de voto en las grandes decisiones empresariales.

La marca Duralex, se comercializó en Francia en 1945, pero rápidamente se popularizó entre las clases más humildes de toda Europa en los años 50/60, porque eran productos accesibles y duraderos, irrompibles. El producto surgió en las fábricas de la empresa francesa Saint-Gobain en 1939, que incorporó la fabricación del llamado vidrio templado, que fue un material ideado para fabricar lunas de automóviles. La demanda de los hogares españoles fue tal que, en 1963, Saint-Gobain constituyó en España la empresa Vidriería de Castilla e inauguró ese año su fábrica de vidrio en Azuqueca de Henares (Guadalajara). El vidrio templado Duralex es 2,5 veces más resistente que el vidrio ordinario, reza la web oficial de Duralex que, al parecer, está recuperando la venta online.