Las barbacoas cada vez son más caras en Estados Unidos. Por término medio, el precio del filete de carne de res ha subido un 8% en el último año, hasta alcanzar los 11,49 dólares por libra (9,87 euros por 450 gramos), y el de carne picada para hamburguesas se ha incrementado un 12%, hasta los 6,12 dólares por libra (5,26 euros por 450 gramos), según datos oficiales de la administración federal. Son precios récord.

En realidad, el precio de la carne de ternera en Estados Unidos siempre ha mantenido una tendencia alcista, pero se ha intensificado desde 2020. Desde la prensa económica más seria a los canales de televisión de entretenimiento están analizando los motivos del encarecimiento de los filetes y las hamburguesas, que parecen ser la base de la alimentación de los norteamericanos. El medio económico Morning Brew lo atribuye a tres fenómenos: a la sequía, que ha disparado el precio de los piensos y los forrajes; a la reducción de la cabaña ganadera y, curiosamente, también se ha referido a los aranceles anunciados por Donald Trump a grandes países exportadores de carne como Brasil, que ya tiene consecuencias antes de su aplicación afectiva.

Las sequías que se han repetido desde 2020, sobre todo en los estados del oeste y en las grandes llanuras centrales, han encarecido la alimentación del ganado. Y eso ha tenido consecuencias perversas: por una parte, como los ganaderos consiguen más dinero por cada cabeza de ganado, también están sacrificando las hembras, de manera que ha bajado el número de las que se destinan a la cría. Y, por lo tanto, se está reduciendo la cabaña ganadera.

La actual cabaña bovina (86,7 millones de cabezas a fecha 31 de diciembre de 2024) es un 8% inferior a la de 2019 y la más baja desde principios de la década de los cincuenta, cuando el país tenía menos de la mitad de población que ahora, según ABC y otros medios norteamericanos.

Aunque se han disparado el precio que pagan por cada res, los ganaderos no se atreven a incrementar el volumen de sus explotaciones por las elevadas inversiones que eso supone y por los intereses bancarios. Los ganaderos huyen del riesgo.

Dudas sobre las importaciones

Las tiendas y las neveras de los consumidores norteamericanos siempre han estado bien provistas de carne de ternera en los más diversos formatos gracias también a las importaciones. Pero se están generando dudas. De entrada, la administración norteamericana mantiene la prohibición a las importaciones de carne desde México, su vecino del sur, por la Cochliomyia, una plaga que los norteamericanos llaman New world screwworm y los mexicanos 'gusano barrenador del ganado'. Se trata de un insecto que deposita sus larvas en mamíferos de sangre caliente. Washington intenta que esta mosca no atraviese Río Grande. La prohibición a las importaciones de carne mexicana ha reducido la oferta en el mercado norteamericano en un 4%, según varios medios de este país.

Y los precios de la carne de ternera todavía podrían subir más por la política comercial de Trump. Según datos de Axios, el 23% de las importaciones de carne de vacuno hacia los Estados Unidos procede del Brasil, un país sobre el que Trump ha anunciado aranceles del 50% a partir del 1 de agosto. Las grandes compañías frigoríficas brasileñas están buscando alternativas a este mercado. Eso podría beneficiar a Australia y Nueva Zelanda, con aranceles del 10%, o a la Argentina de Javier Milei, si bien sus ciudadanos tienen más dificultados para acceder a los llamados cortes populares –asado, falda, matambre, tapa de asado, nalga, paleta y vacíoprecisamente porque se están destinando a la exportación.

La administración estadounidense no ha hecho nada eficaz para contener los precios. Pero, sorprendentemente, aunque los filetes y las hamburguesas son cada vez más caros, los consumidores norteamericanos no se han vuelto vegetarianos ni se han pasado al pollo o al cerdo, carnes que no han incrementado el volumen de venta. Los analistas apuntan que las lluvias y un descenso del precio del cereal, ni que fuera leve, ayudarían a reducir el precio de la carne de vacuno, pero creen que esta situación es poco probable que suceda antes de que acabe 2026.