Los inquilinos que viven en una casa o piso tienen unos ciertos derechos adquiridos que hacen dudar a veces a los propietarios. Uno de los casos que se puede dar es que una persona tenga una vivienda alquilada a un tercero y que, al morir, los hijos o familiares hereden esta residencia y quieran vivir en ella. Y también existe la opción de que lo que quieran es venderla. ¿Qué pasa, entonces? ¿Tienen derecho a echar al inquilino para instalarse allí? ¿O es el inquilino quien tiene derecho a continuar viviendo por el contrato firmado?
De entrada, es la segunda opción la que prevalece. Según la Ley de Arrendamientos Urbanos y su artículo número 9, el propietario debe respetar la duración del contrato. Ahora bien, lo que sí puede hacer este heredero es vender la vivienda, pero siempre bajo la condición de que el inquilino cumpla su contrato y continúe viviendo en ella. En el momento de la venta, el contrato quedará vinculado al nuevo comprador.
Hay algunas excepciones que sí permiten echar a un inquilino de su piso, pero son igualmente válidas en caso de que heredes el apartamento como si ya fuera tuyo.
La primera de todas es si finaliza el contrato de alquiler. Entonces, el propietario debe avisar con 30 días de antelación al inquilino que no tiene ninguna intención de renovar y el residente debe abandonar la finca. Ahora bien, si se trata de un ciudadano vulnerable con ingresos bajos o bien en paro, puede quedar protegido por ley de este desahucio y pedir prórrogas sucesivas.
Si el inquilino no paga las mensualidades, el propietario también tiene derecho a echarlo, ya que es de obligado cumplimiento el pago a tiempo de lo que recoge el contrato. Si no lo hace, el propietario puede resolver el abandono por la vía judicial, pero, de nuevo, en caso de que se trate de inquilinos vulnerables se frenará su expulsión.
Si el propietario necesita la vivienda por causas mayores, como por ejemplo porque viva un familiar de primer grado, podrá echar al inquilino si solo ha transcurrido un año desde que la vivienda se alquiló.
Finalmente, el propietario también puede echar a un inquilino en caso de que no cumpla con lo pactado en el contrato.
