Si no somos nosotros los que la sufrimos, es muy probable que conozcamos a alguien con diabetes. Esta enfermedad crónica eleva los niveles de glucosa (azúcar) en sangre porque el cuerpo puede no ser capaz de producir la suficiente insulina como para regular la glucosa, o no es capaz de gestionarla correctamente. Si no se diagnostica y controla, puede dañar órganos y tejidos.
Los datos estiman que uno de cada diez adultos (alrededor de 537 millones) en el mundo es diabético, y esta cifra no hace más que aumentar. Se cree que para el año 2030 habrá 643 millones, y en 2045 hasta 783 millones de personas con esta enfermedad crónica. En España, 5,1 millones de personas son diabéticas; un 42% más desde el año 2019.
La diabetes tipo 2 representa alrededor del 90-95% de los casos, lo que significa que es el tipo más común. Está relacionado con la obesidad, una mala alimentación y la vida sedentaria. Es por esto que se puede controlar haciendo ejercicio y comiendo más saludable, además de con medicación. La diabetes tipo 1 sí que requiere insulina de por vida, ya que el páncreas deja de producirla durante la infancia o adolescencia, generalmente.
Los diabéticos de tipo 1 tienen que controlarse el nivel de azúcar en sangre varias veces al día para saber cuándo tienen que administrarse la insulina. Suelen hacerlo a través de glucómetros que requieren de una pequeña muestra de sangre, la cual se obtiene al pinchar el dedo. Sin embargo, una nueva tecnología podría no solo detectar de forma precoz el riesgo de sufrir diabetes, sino también eliminar los pinchazos.
Un nuevo método capaz de diagnosticar la diabetes mucho antes que las pruebas de sangre convencionales
La Universidad de Tokio ha descubierto que las fluctuaciones naturales de la glucosa, rastreadas mediante dispositivos portátiles, serían de gran ayuda para los médicos al ofrecer la información necesaria para evaluar el riesgo de diabetes. La monitorización, junto a un avanzado algoritmo, sería más que suficiente para identificar signos tempranos de riesgo de diabetes con mayor precisión que las pruebas tradicionales basadas en las muestras de sangre.
El enfoque no es solo más preciso, sino que es mucho menos invasivo al no requerir extracciones de sangre. “Si bien las pruebas tradicionales son útiles, no capturan la naturaleza dinámica de la regulación de la glucosa en condiciones fisiológicas”, explicó Shinya Kuroda, profesor de la Escuela de Posgrado de Ciencias de la Universidad de Tokio y coautor del estudio.
Los investigadores, para avalar su estudio, recurrieron al CGM continuo, un dispositivo portátil que rastrea las fluctuaciones en los niveles de azúcar en sangre en tiempo real. El equipo ha creado un método basado en este dispositivo que es capaz de estimar la capacidad del cuerpo para regular la glucosa y así monitorizar los niveles de azúcar en sangre.
El estudio contó con 64 participantes que no tenían diagnósticos previos de la enfermedad. Cada uno de los participantes fue monitorizado con el dispositivo, además de haberles realizado previamente pruebas de tolerancia oral a la glucosa (PTGO) y pruebas de pinza, que son los procedimientos estándar para evaluar la sensibilidad a la insulina y el metabolismo de la glucosa en diabéticos.
Al analizar los datos del CGM con nuestro nuevo algoritmo, identificamos a individuos con un control glucémico deteriorado, incluso cuando las pruebas de diagnóstico estándar los clasificaban como ‘normales’
La conclusión del estudio fue que el nuevo método es capaz de detectar los problemas mucho antes que las pruebas convencionales, abriendo la puerta a tratamientos preventivos. Además, para que la información sea más accesible, los investigadores han desarrollado una aplicación web que es bastante fácil de usar. El estudio puede leerse completamente en Communications Medicine.