Este verano ha sido intenso para los Bombers de la Generalitat, que han tenido que hacer frente a tres episodios críticos que han puesto a prueba la organización y su capacidad de respuesta. La simultaneidad de incendios, fuegos de propagación muy rápida y episodios meteorológicos adversos han marcado la campaña de incendios forestales de 2025, que ha quemado muchas más hectáreas que durante la campaña de verano del año pasado. El mes de junio fue el mes más duro, quemando, según datos de los Bombers de la Generalitat, más de 1.090 hectáreas.
Precisamente, el primer gran reto llegó los días 21 y 22 de junio, cuando la simultaneidad de fuegos en toda Catalunya tensionó el dispositivo de extinción. El incendio de Granyena de Segarra (Segarra), declarado el sábado 21, llegó a propagarse a 3 kilómetros por hora, una velocidad por encima de la capacidad de extinción de los Bombers. Al día siguiente, en el fuego de Plandogau (Noguera), los Bombers registraron una velocidad de propagación todavía más elevada, de 4 kilómetros por hora. Como si no fuera suficiente, las tormentas de ese domingo complicaron el panorama: la caída de rayos y un reventón hicieron reavivar el incendio de Granyena. Ese fin de semana, los Bombers tuvieron que trabajar en 98 incendios en todo el país, repartiendo recursos y garantizando la cobertura en todas las comarcas.
Tres muertos en incendios en Catalunya
A finales de junio, el potencial de los incendios ya superaba las 1.000 hectáreas quemadas. Y nada más empezar el mes de julio llegó el segundo episodio crítico: el incendio de Torrefeta i Florejacs (Segarra), que tuvo lugar el 1 de julio. El fuego fue extremadamente virulento: en las primeras horas, se propagó a una velocidad de 24 km/h y generó un pirocúmulo de 14 kilómetros de altura. Las turbulencias generadas por esta tormenta de fuego hicieron que la evolución de las llamas fuera errática y muy difícil de controlar. Solo cuando el viento amainó y la lluvia hizo acto de presencia, los Bombers consiguieron estabilizarlo. El incendio tuvo un balance trágico: dos campesinos de la zona perdieron la vida atrapados por las llamas, que llegaron al vehículo 4x4 que conducían. Pocos días después, un episodio de lluvias en la mitad norte del país —como la que dejó 123 litros en cuatro horas en Anglès el domingo 6 de julio— y un descenso de las temperaturas ayudaron a reducir el riesgo de incendio. Aun así, el sur de Catalunya continuó en alerta y reposicionando sobre el terreno, según el riesgo, los recursos extra de la temporada de verano. Fue en este contexto que comenzó el tercer episodio crítico del verano, el incendio de Paüls (Baix Ebre), declarado el 7 de julio, que coincidió con otro fuego más pequeño en Pinell de Solsonès (Solsonès). El incendio del Ebre hizo necesario varios días de trabajo, en lugares de complicado acceso, y con las llamas muy cerca de algunos municipios, que Protecció Civil ordenó confinar. Además, lamentablemente, un miembro del cuerpo de Bombers, del equipo EPAF, de apoyo forestal, murió en un accidente durante la extinción.
Muchos fuegos a la vez complican el verano
La simultaneidad de fuegos y las condiciones meteorológicas adversas han hecho de este verano uno de los más exigentes para los Bombers de la Generalitat en los últimos años, confirmando que la campaña de 2025 ha estado marcada por episodios de máxima complejidad y con la aparición, ahora ya del todo, de los conocidos como incendios de sexta generación, que generan situaciones muy peligrosas, como los pirocúmulos, que obligan a replegar a los efectivos en algunos momentos para ponerlos en zona segura debido al avance rápido y errático de las llamas. Para hacerles frente, los Bombers, con inteligencia y análisis, se han anticipado a los movimientos del fuego para colocar de manera estratégica los vehículos de extinción y poder hacer frente a las llamas con seguridad y planificar también confinamientos de los municipios que se pueden ver afectados por el fuego y evitar sustos y movimientos innecesarios por carreteras y caminos cercanos.
Y no se ha acabado. Aunque el calor se vaya y las lluvias de los últimos días puedan haber empapado algunas zonas del país, la sequía de los últimos años sigue siendo estructural y ha dejado un 28% de los árboles muertos. Los Bombers alertan, y ya ocurrió en 2024, con el incendio en el Empordà, que la emergencia climática ha desestacionalizado el riesgo de incendios forestales, los cuales ya no se concentran solo en verano.