En Suecia, los cigarrillos convencionales son cada vez más residuales. El país escandinavo ha conseguido un hito histórico: situar la tasa de tabaquismo por debajo del 5% de la población adulta, un umbral que la Organización Mundial de la Salud (OMS) identifica con la categoría de país “libre de humo”.
Este éxito no ha llegado de manera espontánea, sino gracias a una estrategia basada en la reducción de daños y en la apuesta decidida por alternativas sin combustión, como las bolsas de nicotina y los dispositivos de vapeo.
La clave del modelo sueco ha sido combinar información científica, regulación flexible y protección de los menores mediante un estricto control de edad en el punto de venta. En lugar de centrarse únicamente en la prohibición, Suecia, a diferencia de otros países, ha promovido productos que ofrecen a los fumadores adultos una vía de salida menos nociva. El resultado es uno de los descensos más acelerados del tabaquismo en Europa y la demostración práctica de que las políticas de salud pública pueden ser innovadoras y eficaces a la vez.
Este caso ha despertado el interés de Bruselas y de varios estados miembros de la Unión Europea, que observan a Suecia como el ejemplo de un futuro sin humo. Aun así, en España la situación es bien diferente: el debate político continúa encallado y las propuestas regulatorias se mueven en una dirección que, según el sector, dejaría a los ciudadanos sin más producto de nicotina que el tabaco tradicional, frenando cualquier progreso, al ignorar las recomendaciones de numerosos médicos, científicos e incluso gobiernos.
Bruselas abre el debate, España lo cierra
En el Parlamento Europeo, eurodiputados de diferentes países han abierto la puerta a una discusión seria sobre el futuro de los productos de nicotina alternativos al tabaco. Pero en España, según denuncia Juan José Marco, director de Asuntos Corporativos y Regulatorios para Europa Occidental de British American Tobacco (BAT), este debate no existe. “La postura del actual Ministerio de Sanidad ignora la realidad y las recomendaciones de otros países, en un ejercicio de negacionismo científico tan sólo visto a nivel internacional en gobiernos muy radicales”, asegura Marco en declaraciones al Nacional.cat. España notificó a los demás países de la Unión Europea mediante el sistema TRIS su propuesta de Real Decreto, que limita la cantidad de nicotina en las bolsas de nicotina hasta el punto de que supone prácticamente una prohibición y que pretende prohibir la utilización de todos los sabores excepto el de tabaco, lo cual es extraño, dado que es precisamente el tabaco lo que se quiere dejar atrás. Durante ese período hasta seis países, además de la propia Comisión, han cuestionado las medidas, pidiendo explicaciones por carencia de evidencias sólidas. Ante ellas, el Ministerio que dirige Mónica García, emitió una respuesta despreciando dichas opiniones y pretende seguir adelante con un Real Decreto que dejaría a los ciudadanos prácticamente sin ninguna alternativa al tabaco tradicional.
Prohibiciones vía decreto y sin debate parlamentario
El Ministerio de Sanidad trabaja con un Anteproyecto de Modificación de la Ley del Tabaco de 2005, pero también intenta aprobar un Real Decreto que pretende desarrollar esta nueva ley incluso antes de su aprobación, que prohibiría todos los sabores de todas las categorías alternativas a los cigarrillos tradicionales, entre otras medidas. Estos aspectos no pueden regularse a través de un Real Decreto, ya que, según fuentes del sector, legalmente requieren una tramitación parlamentaria y deberían ser parte de una ley.
Por su parte, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) ya ha advertido en un durísimo dictamen para el Ministerio de Sanidad, que esta iniciativa no se ajusta a los principios de proporcionalidad ni de necesidad y recomendó al Gobierno, ofrecer evidencia empírica que acredite que las medidas propuestas se ajustan a los principios de buena regulación. De momento el Ministerio de Sanidad también desprecia la opinión de la CNMC.
La ciencia como base reguladora
Desde BAT defienden que cualquier regulación tendría que basarse en la ciencia. “La nicotina es la gran desconocida. Aun siendo adictiva, como otras sustancias bastante presentes en nuestra vida cotidiana, la nicotina no es la responsable de las enfermedades del tabaco; el problema es la combustión”, explica Marco. Según él, hay consenso médico en reconocer que los productos sin combustión son menos nocivos, y que pueden ayudar a reducir el tabaquismo de manera efectiva. Recordemos que, hasta la aparición de productos alternativos, la única manera de consumir nicotina era inhalando una hoja de tabaco en combustión, la cual era portadora de muchas más sustancias nocivas además de la nicotina. El otro gran debate es si los productos con nicotina, pero sin tabaco ni combustión, son una puerta de entrada o de salida del tabaco tradicional. Los números demuestran que son claramente una puerta de salida y Suecia es el vivo ejemplo de ello. Hoy son el único país de Europa con un índice de tabaquismo de entorno al 5% (smoke free).
También como ejemplo, cita Alemania, donde el Instituto Federal Alemán de Evaluación de Riesgos (BfR) ya propone un límite máximo de 16,6 mg de nicotina para las bolsas de nicotina, un producto que tiene una reducción del riesgo de un 99% en comparación con el tabaco tradicional de combustión. Esto contrasta significativamente con los 0,99 mg por bolsa que se plantea en España. “Con restricciones tan extremas, el consumidor se quedaría sin alternativas reales y con unas prohibiciones que, por otro lado, no estarían vigentes en la mayoría de los países de la UE, la cual, ya anunciado los tipos fiscales propuestos para los productos sin combustión en su próxima revisión de Directiva de Fiscalidad, dejando claro que estos productos tienen cabida y futuro a largo plazo en la Unión Europea”.
Proteger a los menores sin frenar a los adultos
El Ministerio de Sanidad justifica las restricciones con el argumento de proteger a la gente joven. Pero desde BAT recuerdan que España ya tiene infraestructuras de control para evitar la venta a menores si se decide a limitar su venta a los estancos y máquinas, como ya sucede con el tabaco y a introducir sistemas tecnológicos como cámaras de verificación de edad o escáneres de DNI digital.
“Lo efectivo es un marco regulatorio equilibrado que garantice protección a los menores, pero que a la vez ofrezca opciones menos nocivas a los fumadores adultos”, defiende Marco. Lo contrario es condenar a los fumadores al antiguo mensaje de las autoridades sanitarias que decía “quit or die” (deja de fumar o muere) y que no logró ayudar a la gente que no conseguía dejarlo.
Futuro sin cigarrillos convencionales
BAT asegura que su apuesta es clara: eliminar progresivamente los cigarrillos convencionales e impulsar alternativas sin humo; pero no pueden lograrlo solos. España tendría que abandonar el camino de las prohibiciones, que ya sabemos que no funciona, y mirar a países como Suecia, que ya se ha convertido en referente europeo. En España todavía seguimos en el 24%. El debate político y científico sobre la reducción de daños marcará hasta qué punto el país puede sumarse a esta transición hacia un futuro con menos humo o seguir anclado en el tabaco con combustión.