Por primera vez en casi medio siglo, la Cantada de Habaneras de Calella de Palafrugell no cierra con El meu avi, la icónica pieza que se había convertido en símbolo del acontecimiento y parte del patrimonio sentimental de Catalunya. La decisión del Ajuntament de Palafrugell de suprimir la interpretación de la clausura, después de que un documental vinculara al autor, Josep Lluís Ortega Monasterio, con una presunta trama de explotación sexual de menores, ha despertado una oleada de indignación entre el público fiel a la cantada, que se ha rebelado y ha cantado la icónica habanera, junto a los músicos, que han entonado la canción desde el escenario.

A lo largo de la semana, los asistentes a la cantada se han organizado a través de las redes sociales para entonar el tema y evitar así que caiga en el olvido. Y así ha sido. El público ha cantado El meu avi en un acto de rebeldía con respecto a la decisión del consistorio socialista de Palafrugell. De hecho, antes de la cantada circulaba entre las personas movilizadas para entonar la icónica habanera un cartel con la letra.

Cartel que ha circulado antes de la cantada entre los asistentes
Cartel que ha circulado antes de la cantada entre los asistentes

Desde el momento del anuncio del Ajuntament, las redes sociales han sido el altavoz de un movimiento espontáneo que rechazaba la retirada de El meu avi del repertorio oficial. Decenas de usuarios ya habían anunciado que acudirían a la cita decididos a mantener viva la tradición entonando la canción. Entre los primeros en sumarse había Joan Plana Sagué, exalcalde de Roses, que aseguró esta semana que estaría en la cantada y se uniría a la iniciativa.

"Es el momento de dejar paso a un repertorio nuevo"

La decisión de suprimir El meu avi como canto de clausura ha sido defendida por la alcaldesa de Palafrugell, Laura Millán, como una apuesta por la renovación. "Dijimos que reflexionaríamos sobre si había que renovarlo y consideramos que toca", afirmó, asegurando que no se trata de una prohibición. El cambio llega después de la polémica generada por el documental Murs de silenci, que vincula al compositor de la pieza con una red de explotación sexual de menores. "Llevamos cerca de sesenta años de Cantada de Habaneras, y es el momento de dejar paso a un repertorio nuevo", argumentó Millán, dejando la puerta abierta a una posible recuperación del tema en futuras ediciones y precisando que los grupos podían seguir interpretando otras piezas del autor si así lo deseaban.

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