El Vaticano vivió este jueves un día histórico. ¿Por qué es tan importante la plegaria conjunta del papa León XIV y el rey Carlos III? Es una imagen que no se veía desde hace... ¡unos 500 años! Han pasado casi cinco siglos desde la fundación de la Iglesia anglicana, pero este jueves un papa católico y un rey británico han vuelto a rezar juntos después de tanto tiempo. En este encuentro para la historia se habló de la paz, del medio ambiente y del camino hacia una cristiandad unida de nuevo.
El monarca y gobernador supremo de la iglesia de Inglaterra llegó al Vaticano por la mañana, acompañado en todo momento por la reina Camila —vestida rigurosamente de negro, tal como indica el protocolo—. Ambos fueron acompañados al Palacio Apostólico para mantener un encuentro de 45 minutos con el Papa, y después otra reunión con el secretario de Estado vaticano, el cardenal Pietro Parolin. Según la Santa Sede, entre los temas tratados en el segundo encuentro se encuentran "el compromiso común de promover la paz y la seguridad ante los desafíos globales", así como la protección del medio ambiente. "Aludiendo a la historia de la Iglesia del Reino Unido, no ha faltado una reflexión conjunta sobre la necesidad de continuar y promover el diálogo ecuménico", añadieron.
Una palabra clave: ecumenismo
Precisamente, esta fue la palabra clave de la visita oficial al Vaticano: ecumenismo, el movimiento que busca restaurar la unidad entre todas las iglesias cristianas, divididas por numerosos cismas y desavenencias durante sus dos milenios de historia. Es por eso que el acto más esperado de la jornada —y el más importante en mucho tiempo— fue la plegaria conjunta entre el rey inglés y el pontífice en la Capilla Sixtina, hecho que no había pasado desde que hace 500 años el rey Enrique VIII rompiera con Roma y surgiera la Iglesia anglicana.
La ceremonia comenzó con la lectura de un texto de san Ambrosio de Milán en latín, y que los monarcas siguieron con la traducción de John Henry Newman, teólogo anglicano que se convirtió al catolicismo y que el primero de noviembre será declarado Doctor de la Iglesia. Después, el papa estadounidense, Robert Francis Prevost, y el arzobispo de York, Stephen Cotrell, presidieron la oración a los pies del Juicio Final y el resto de frescos de Miguel Ángel. ¿Por qué Cotrell y no la arzobispa de Canterbury, Sarah Mullally? Porque dentro de poco, en enero, Cotrell relevará a Mullally en el cargo de segunda autoridad de la Iglesia anglicana. La ceremonia fue tan especial que la Santa Sede decidió engalanar la Capilla Sixtina con dos frescos hechos a partir de los cartones de Rafael, maestro del Renacimiento.
Los lazos del catolicismo y el anglicanismo
Después de la oración, los reyes y el papa se trasladaron a la Sala Regia (contigua a la Sixtina) para reunirse con organizaciones climáticas y líderes del sector privado implicados en la Iniciativa de Mercados Sostenibles, que Carlos III fundó como príncipe de Gales. Los monarcas asistieron después a un servicio ecuménico sin el Papa en la basílica de San Pablo Extramuros de Roma, muy ligada a la corona británica, hasta el punto de que en su escudo se puede leer el lema de la Orden de la Jarretera. Cuando llegaron, Carlos III y una Camila ahora vestida de blanco bajaron hasta donde se encuentra el sepulcro del apóstol san Pablo.
Allí encabezaron otra ceremonia de mucho valor simbólico, ya que se remarcó la aspiración a estrechar los lazos entre estas dos ramas del cristianismo, el catolicismo y el anglicanismo. El arcipreste de la basílica, el cardenal James Harvey, y el abad Donato Ogliari presidieron el acto, en el que Carlos III fue declarado royal confrater (hermano real) y se le entregó un escaño de madera con su escudo de armas y el lema Ut unum sint —título de una encíclica de Juan Pablo III que evoca un pasaje bíblico para la unión del cristianismo—. El trono permanecerá en la basílica para recordar esta visita histórica.