Hablar de emociones o de tener un alta sensibilidad puede tener una connotación positiva. ¿Sin embargo, qué pasa si hablamos de personas débiles o de fragilidad emocional? Bajo esta etiqueta quizás cuesta más de ver reflejado. ¿Es malo ser frágil emocionalmente hablando? "La fragilidad es como la capacidad que tenemos de gestionar lo que nos pasa a la vida, y que lo que nos pasa, nos pueda herir", explica Vanesa Fernàndez Ungria, psicóloga en Dendros. "Es como si fuera el paso previo al malestar o de romperse".

¿Qué quiere decir exactamente, sin embargo, la fragilidad emocional y por qué la que 'tenemos'? En conversación con ElNacional.cat destaca que la acumulación de muchas situaciones que están afectando a la persona, estado de duelo, ha pasado algo importante, una situación estresante por otro motivo... "La acumulación da la percepción de fragilidad porque no hay bastante capacidad de afrontarlo todo".

Ahora bien, para la fragilidad emocional no hay 'etiqueta' como la de las personas o altamente sensibles porque la connotación es más bien negativa. A pesar de esto, Fernàndez Ungria destaca que se le puede cambiar el sentido: "Estar conectado con esta fragilidad, al fin y al cabo, todos somos imperfectos y vulnerables". En este sentido, comenta que algunos pacientes han sufrido rechazo a la vulnerabilidad, y que como mecanismo de defensa no quieren estar en contacto con esta vulnerabilidad.

La perfección imperfecta y los muros de protección

Los humanos no somos perfectos, eso está claro. ¿Pero nos hace imperfectos? Las emociones juegan un papel clave. "Somos imperfectos y no somos inmunes al entorno. Parece que nos sea atractivo ser inmune, sin embargo no existe, no es cierto. Soy imperfecto, soy vulnerable y a veces tengo miedo, y eso no cambia que sea valiente", constata.

Fernàndez Ungria explica que algunas personas, para intentar evitar esta fragilidad, se ponen una capa. "Cuando te pones una capa y rechazas esta parte de ti, no es algo que puedas hacer de manera selectiva, cuando te pones esta mascarilla te la pones para todo. Nos hemos encontrado personas que tenemos que hacer el trabajo de volver a conectarlos con su debilidad porque, claro está, ni siquiera entienden o perciben lo que es bueno. Se han protegido tanto, veo que no puedo con todo, me construyo un muro y eso hace que tengas distancia de todo". Y tiene consecuencias porque tal como argumenta, ya ni las cosas que salen bien son percibidas, emociones, pareja... y el límite que se han puesto les afecta a todos los niveles.

Implicaciones para ser emocionalmente débil

Saturación, colapso, mecanismo de defensa de evitación... La psicóloga describe que las personas que sufren esta fragilidad perciben saturación y no quieren afrontar estas situaciones provenientes del mundo exterior. "Se cierran más, dejan de hacer cosas. Y todo eso, a la larga, es contraproducente" y añade que "dejan de hacer actividades que les aportan malestar o que no saben gestionar y todavía acaban peor".

¿Sin embargo, qué pasa si eres emocionalmente frágil y no quieres encerrarte en un fortín de cuatro paredes? En este contexto, Fernàndez Ungria insiste en que el autoconocimiento es algo imprescindible. "Ver cuáles son mis debilidades, ser consciente de ellas, gestionar las emociones, potenciar la inteligencia emocional o identificar las emociones en cada situación" pueden ayudar. Y es que tal como señala "hay un lenguaje muy pobre de emociones y poco conocimiento". En este sentido, constata que la mayor parte de las personas que acaban poniéndose un muro, proviene de un malestar, o angustia y que al ir estirando el hilo, se encuentra con que quizás viene de una situación de tristeza o de una pérdida.

 

 

Imagen principal: cintas de "frágil" y "manipúlalo con cuidado" / Unsplash