Un nuevo vídeo difundido este sábado por el fotoperiodista Joan Mateu Parra ha vuelto a encender las alarmas sobre la masificación turística que sufren las Illes Balears, en especial durante los meses de verano. Las imágenes, grabadas en la entrada de Sóller (Mallorca) y publicadas en la red social X, muestran una cola interminable de vehículos a pleno mediodía del viernes, evidenciando las tensiones que genera el colapso de movilidad en una isla que, año tras año, ve como sus límites se ponen a prueba. El alud de comentarios indignados que ha provocado la publicación no ha tardado en hacerse notar, y ha vuelto a poner sobre la mesa el debate sobre la sostenibilidad del modelo turístico balear. Para muchos residentes, escenas como esta no son una excepción, sino una rutina que condiciona gravemente su calidad de vida. La saturación vial, la presión sobre los servicios básicos y la pérdida del espacio público se han convertido en símbolos de una problemática estructural sufrida por los mallorquines, menorquines, ibicencos y formenteranos.
⛔️Entrada a Sóller ahir migdia. Mallorca ha col·lapsat. pic.twitter.com/Yv6ZdzGze2
— Joan Mateu Parra (@joanmateuparra) July 26, 2025
Bajo la imagen idílica de las playas de aguas turquesa y paisajes de postal, la realidad cotidiana de muchas localidades de las Illes Balears se ve gravemente afectada por la presión turística. Colapso del transporte, inaccesibilidad de la vivienda y una pérdida progresiva de identidad cultural dibujan un escenario altamente tensionado. El vídeo compartido por Joan Mateu Parra no solo retrata este malestar, sino que ha servido de catalizador para que numerosos usuarios expresen su indignación. "Viernes con nubes en verano y no puedes ir a Sóller, Valldemossa o Palma. Pero no nos podemos quejar sin que haya memos diciendo que no nos podemos quejar", lamenta uno. Otro apunta: "Durante la covid podríamos haber redefinido el turismo, pero volvemos a caer en la misma praxis como si fuéramos hámsteres dando vueltas sobre una rueda. Yo quiero menos turismo y de calidad, hay maneras de hacerlo. Colapsar un territorio es hacer terrorismo." Y una tercera ve resume el sentimiento compartido: "¡Qué horror! (…) El pueblo estaba demasiado lleno. Hace años que se ha ido de las manos".
Previendo otro verano marcado por la saturación, entidades de Mallorca, Menorca, Eivissa y Formentera decidieron meses atrás unir fuerzas bajo la campaña "Cambiamos el rumbo: ponemos límites al turismo". El objetivo de esta alianza es coordinar acciones y movilizaciones ciudadanas para poner freno a un modelo turístico que consideran insostenible. La plaza Biosfera de Maó, las calles de Palma y otros espacios públicos se han convertido en escenarios de protestas que reclaman medidas reales y efectivas para proteger el derecho a la vivienda, reforzar los servicios públicos y garantizar la preservación del medio natural.
Como respuesta institucional, el gobierno balear ha decidido incrementar el Impuesto de Turismo Sostenible (ITS) para los meses de verano de 2025, una medida que busca contener la avalancha de visitantes y compensar el impacto ambiental. Sin embargo, muchos sectores sociales y entidades críticas con el modelo actual consideran que este tipo de acciones no abordan el problema de fondo. Iniciativas como "Menos turismo, más vida", en Mallorca, o la plataforma "Cambiamos el Rumbo" reclaman un cambio de paradigma: no se trata solo de regular, sino de replantear completamente la relación entre los ingresos generados por el turismo y la calidad de vida de los residentes.