Llevamos casi dos años de pandemia en los que nuestra vida ha cambiado radicalmente a golpe de confinamientos, estados de alarma, medidas restrictivas, mascarillas, toques de queda... Hasta ahora, la vacunación ha sido una de las medidas más importantes para contener la mortalidad y el aumento de casos de coronavirus, siempre acompañada de otras medidas como distancia social o las mascarillas. Las vacunas, sin embargo, no han impedido que el virus siga circulando. Por eso, desde los Estados Unidos proponen una nueva medida complementaría a las inyecciones que todos tenemos en la mano. O mejor dicho, en la boca: un grupo de investigadores de Pensilvania están estudiando un chicle contra la covid.

Este no es un chicle cualquiera, de esos que se venden en el supermercado y que tienen sabor de menta o fresa. En su caso, este estaría cargado de la proteína ACE2, a la cual la covid se engancha para atacar nuestro organismo. Así, su objetivo es "atacar" la carga viral en la saliva, inhibiéndola y bloqueándola para evitar contagiar los otros y prevenir que, si nos hemos infectado, la enfermedad acabe convirtiéndose en un caso de covid grave. Aparte de la proteína ACE2, la goma experimental de dos gramos también contiene manitol (20,4%), sorbitol (13%) y xilitol, ingredientes comunes en los chiclés comerciales.

Reducción del 95%

Los investigadores de este nuevo medicamento, del Instituto de Terapia Molecular de Pensilvania, explican que el chicle podría llegar a reducir en un 95% la carga viral presente a la saliva. Esto ayudaría a frenar la transmisión de la covid cuando los infectados hablan, respiran o estornudan. Ahora bien, según puntualizan en el documento publicado en la revista científica Cell, su acción sería siempre complementaria a la protección que proporcionan las vacunas.

De esta manera, los investigadores concluyen que "masticar el chicle con proteínas ACE2 que atrapan el virus es una estrategia asequible general para proteger a los pacientes de la mayoría de infecciones de virus orales mediante la reducción o la reducción al mínimo de la transmisión". Además, el equipo norteamericano apunta que al reducirse la carga viral, la goma de mascar podría reducir la gravedad de la enfermedad de la covid. Uno de sus otros puntos positivos es que se puede almacenar durante años a temperaturas normales.

Donde no llegan las vacunas

Aunque en principio tienen que ser una medida complementaría en las vacunas, que seguirán siendo la herramienta más efectiva contra la pandemia, sus creadores apuntan que sería especialmente útiles en aquellos países donde la campaña de vacunación está muy retrasada, con una tasa de ciudadanos protegidos muy baja, y donde apenas llegan preparados.

Con todo, mientras que el chicle ayudaría a reducir la cantidad de covid en la saliva y en el esófago, no tendría efectos una vez el virus llegue al tubo respiratorio. Además, aunque en principio parece una buena propuesta, simple y efectiva, también tendría algunos puntos negativos, como provocar sequedad y retención de líquidos.