La avalancha de demanda para los conciertos de despedida de Oques Grasses ha creado un escenario que ha ido mucho más allá del éxito habitual de un grupo catalán. Las 220.000 entradas disponibles para las cuatro fechas de 2026 han volado en cuestión de minutos, situando a la banda en una categoría hasta ahora reservada a nombres como Springsteen, Coldplay o Beyoncé. Todo ello manteniendo precios asequibles, entre 35 y 60 euros. El éxito espectacular de la banda osonenca y la gran fiebre que se ha desbocado para asistir a su último baile es difícil de analizar, y son muchas las teorías que intentan explicar este boom sin precedentes. Entre ellas, la del FOMO, acrónimo de la expresión inglesa Fear Of Missing Out (miedo a perderse algo), un síndrome que ha atacado a muchos catalanes, fans de la banda o no, que viven una fiebre por asistir o formar parte de este concierto único. Este acrónimo inglés tiene incluso una versión oficiosa en catalán, PANSA (por a no ser allà). Pero este éxito masivo también se ha convertido en el terreno perfecto para que especuladores y revendedores se lanzaran en masa a hacer negocio o, directamente, a estafar. La combinación de una demanda desbordada, de un fuerte componente emocional y de la sensación de estar ante un evento irrepetible, ha favorecido que la reventa se disparara.

Esta situación ha sido realmente favorecida por algunas de las condiciones que ha puesto la promotora de los conciertos, ya que se podían comprar hasta 20 tiques por persona, un límite muy por encima de lo que es habitual en este tipo de conciertos, que suele ser seis entradas por comprador. A pesar de ello, la promotora, TheProject, afirma que solo 40 personas han adquirido el máximo permitido de 20 tiques y que la media real ha sido de 4,6 entradas por comprador. Igualmente, la cifra continúa siendo alta comparada con la media habitual, que raramente llega a tres. Además, el hecho de que las entradas no fueran nominales ha permitido que algunos grupos organizados las adquirieran en grandes cantidades con la intención de revenderlas inmediatamente a precios inflados. A todo ello se añaden los bots automatizados, programas capaces de comprar cientos de entradas en segundos, saltándose las colas digitales y dejando a los fans reales en clara desventaja. Es una práctica prohibida por la ley de competencia desleal, pero difícil de detectar y todavía más de perseguir.

En menos de una semana, las plataformas de reventa han convertido unas entradas que costaban de 35 a 60 euros en productos de lujo. Portales como Viagogo han ofertado tiques a casi 500 euros, un incremento de hasta el 800% respecto al precio original. Ante esta situación, muchos compradores —esperanzados, desesperados o convencidos de que no habrá más oportunidades— han acabado recurriendo a la reventa, alimentando un mercado que no solo encarece el acceso a la cultura, sino que también abre la puerta a engaños y fraudes.

Porque más allá de los revendedores “legales”, están los estafadores. En las redes sociales proliferan cuentas que ofrecen entradas de una manera aparentemente rápida y segura, a menudo con mensajes repetitivos, perfiles de creación reciente, ninguna fotografía real y publicaciones en castellano, un detalle que llama la atención en un público mayoritariamente catalanoparlante. Muchos de estos perfiles venden la misma entrada a varias personas, de modo que solo podrá acceder al concierto quien llegue primero con el código. Los Mossos d’Esquadra alertan de que es exactamente el mismo patrón que se detectó en el caso Coldplay de 2023, cuando más de 300 personas fueron estafadas con entradas duplicadas o falsificadas. La policía incluso llegó a detener a estafadores que suplantaban la identidad de los organizadores para vender tiques inexistentes en las puertas del estadio.

entradas oques grasss
Tuits sospechosos de usuarios vendiendo entradas para el concierto de Oques Grasses

Ante este panorama, los expertos recomiendan una premisa básica: comprar siempre en los canales oficiales. Las búsquedas en Google pueden situar portales de reventa en lo más alto como anuncios patrocinados —plataformas que pagan millones de euros para aparecer en los primeros resultados del buscador— y muchos usuarios caen pensando que son webs oficiales. Y aunque a veces las organizaciones liberan nuevas entradas más adelante, como ha hecho Oques Grasses en otras ocasiones, no hay garantía de que vuelva a pasar. Por lo tanto, la única compra segura es la que pasa por los canales autorizados.

Los Mossos insisten también en que hay que desconfiar de cualquier vendedor que se niegue a hablar por teléfono, que proponga pagos con tarjetas regalo, que presione para que la compra se haga de inmediato o que no ofrezca ninguna prueba de fiabilidad. Comprar a particulares es especialmente arriesgado si no se puede hacer la transacción en persona y verificar la entrada al momento

Si una persona descubre que ha sido víctima de una estafa, es imprescindible actuar rápido y contactar con el portal implicado, avisar a la entidad bancaria para ver si se puede revertir la operación y reunir todas las pruebas, capturas y conversaciones para presentar una denuncia a los Mossos. También se puede reclamar a la Agencia Catalana del Consumo si la plataforma opera dentro de la Unión Europea.