¿Te mueves en transporte público? ¿Cuántas veces has utilizado el coche durante el último mes? ¿Has pensado alguna vez compartirlo? Según varios estudios, los coches privados se pasan un 90% del tiempo aparcados. Este podría ser uno de los motivos por los cuales el carsharing está teniendo tanta salida. Sin embargo, ¿qué es exactamente? Esta iniciativa, que no es nueva, consiste en compartir el coche y cada vez tiene más adeptos. Son muchas personas las que escogen esta opción para desplazarse para ir al trabajo o bien para hacer un pequeño viaje. Cada vez hay más conciencia y son más las personas que quieren hacer pequeñas y grandes acciones para intentar combatir el cambio climático. El impacto de la cumbre del clima celebrada en Madrid y la repercusión pública de la llegada y los mensajes de la joven activista medioambiental Greta Thunberg así lo demuestran. Y todos estos pequeños o grandes pasos también llegan a la movilidad.

"Solución eficiente". Esta es la etiqueta que más utilizan los usuarios de este sistema. Y es que cada vez hay más personas con carnet de conducir pero sin coche: tener uno y mantenerlo no es precisamente barato. Además, ahora también se añade a la moda de apostar por la sostenibilidad y preservar el medio ambiente.

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Tipo de 'carsharing'

Ahora bien, dentro del carsharing hay diferentes opciones. Por una parte, hay los que comparten su coche por trayectos, como es el caso de plataformas como BlablaCar. Por ejemplo, si se quiere ir hasta Bilbao, es tan fácil como buscar a alguien que también vaya y tenga todavía disponibilidad en su coche. Es una buena manera de ahorrar, emitir menos emisiones y también de conocer gente.

Otros, sin embargo, lo que hacen, es poner a disposición su coche, como es el caso de Drivy o SocialCar. Hay gente que tiene coche pero que no lo utiliza cada día. Estas aplicaciones lo que permiten es poner a disposición tu coche cuando no lo utilizas para que alguien más sí que pueda hacerlo. Los precios van por hora y oscilan entre los seis y nueve euros. Se trata de coches sin conductor, por lo tanto, sí que se tiene que disponer de carné. La mayoría de aplicaciones permiten abrir el coche a través del móvil.

Algunas empresas alquilan por un tiempo limitado un vehículo, como el caso de Bluemove. Se pueden escoger las horas que necesitas el vehículo y los kilómetros que tienes intención de hacer y el precio, que va en función del tipo de coche, y evidentemente, de la distancia. Por ejemplo, un Opel Adam para 101km puede costar unos 45 euros.

Con todas estas opciones, a menudo se hace difícil escoger pero cada vez más gente apuesta por no tener un coche en propiedad. Según el estudio de Drivy, hasta un 72% de los usuarios no tiene coche propio, y el 81% de los que no tienen aseguran que tampoco quieren tener en un futuro.

¿Es más sostenible?

Compartir coche implica que hay menos vehículos moviéndose por las ciudades. Por lo tanto, a nivel de sostenibilidad, la movilidad compartida ofrece grandes ventajas. De esta manera, si hay menos vehículos quiere decir que también hay menos gases contaminantes a la atmósfera y, por lo tanto, menos kilómetros en favor a otros medios de transporte como el público, la bicicleta, el patinete eléctrico o incluso, a pie.

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Además, cada vez son más las marcas que apuestan por los vehículos híbridos o eléctricos con el fin de luchar contra la crisis climática. Y en consecuencia, también hay más vehículos que forman parte de la filosofía del carsharing que se "mueven" en esta misma línea.

Motos y patinetes eléctricos

No todo se acaba con el coche. De hecho, ya es habitual ver en grandes ciudades, como en Barcelona, motos como eCooltra o Scoot. Se trata de motos eléctricas aparcadas por toda la ciudad y a disposición de los usuarios cuando las necesitan. También hay que bajarse la app y buscar las motos más próximas al lugar que estamos. Se puede ir por toda la ciudad pero salir de esta y se tienen que respetar igualmente las normas de circulación y aparcarlas donde toca.

En el caso de estas motos se paga por minuto y puede llegar a costar hasta 0,26 euros. Ahora ya proliferan los packs en función del uso que como usuario se pueda hacer y hay desde el XS de 15 euros hasta el XL de 150 euros.

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Incluso, se comparten los patinetes eléctricos para ir de un lugar a otro. Se pueden encontrar por toda la ciudad e, igual que con las motos, se puede circular por todas partes, respetando las normas. En el caso de Barcelona, esta iniciativa está pendiente de regulación.

Las preguntas que plantea

No se sabe si el carsharing empezó como una moda o no. El caso es que ha llegado para quedarse y eso también obligará a las ciudades a adaptarse. Ahora, cuando menos, el reto que tienen por delante es llegar a las ciudades pequeñas y medianas, donde la oferta todavía es muy limitada y, en algunos casos, inexistente.

Por otra parte, los ayuntamientos también tienen deberes en este sentido. Y es que la proliferación del carsharing y las apps para compartir vehículos, motos y patinetes plantean una serie de preguntas. ¿Se pueden aparcar en todas partes? ¿Toman estas motos el sitio de otras? Y en el caso de los patinetes, ¿se pueden dejar también en un espacio público a coste cero? Habrá que ver cómo resuelven las diferentes administraciones todas estas cuestiones.