Los nuevos fármacos para perder peso como Ozempic, Wegovy y Mounjaro, basados en la acción de la hormona GLP-1, están transformando radicalmente el campo de la medicina metabólica y de qué manera se entiende la obesidad. Estos medicamentos, inicialmente creados para tratar la diabetes tipo 2, se han convertido en un recurso terapéutico de gran impacto para la pérdida de peso, con resultados que pueden llegar al 20% del peso corporal. Como explica un artículo del The Guardian, este éxito ha hecho que se comparen con “una nueva generación de fármacos milagro”, aunque también han abierto un debate ético y científico complejo.
El funcionamiento de los agonistas del receptor GLP-1 va más allá del sistema digestivo. Actúan sobre el cerebro, en zonas relacionadas con la regulación del hambre, el estado de ánimo e incluso la memoria. Euronews, por otra parte, destaca que varios estudios presentados al Congreso Europeo de Obesidad apuntan en una reducción del riesgo de sufrir Alzhéimer, esquizofrenia y otras enfermedades neurodegenerativas en pacientes tratados con estos fármacos. Eso abre una nueva línea de investigación sobre el potencial neuroprotector de los GLP-1.
¿Beneficios que camuflan los efectos secundarios?
Por otra parte, CNN Health, señala que estos fármacos podrían tener beneficios adicionales en salud mental. A causa de su acción en la amígdala y el córtex prefrontal, algunas personas han informado de una reducción significativa de la ansiedad y los síntomas depresivos. Aunque todavía hacen falta estudios controlados, algunos investigadores ya especulan con su posible uso como antidepresivos.
Sin embargo, la euforia por los resultados no puede hacer olvidar los efectos secundarios. Hace unas semanas, un artículo de la CNN publicó un estudio que alertaba de un aumento del riesgo de desarrollar gastroparesia —una parálisis parcial del estómago— entre usuarios de Ozempic y otros fármacos similares. Esta condición puede causar vómitos, náuseas y dificultades para digerir alimentos, especialmente en pacientes que ya tenían problemas gastrointestinales previos. Además, The Guardian recuerda que hasta el 95% de las personas que abandonan el tratamiento acaban recuperando el peso perdido, cosa que abre interrogantes sobre la necesidad de mantener el uso de manera indefinida.
Desconectados del propio cuerpo
También hay que considerar los efectos psicológicos y sociales de la pérdida de peso acelerada. De hecho, sin ir más lejos, el portal Business Insider documentó casos de pacientes que, después de perder peso de manera drástica, se sintieron desconectados de su propio cuerpo. Esta disonancia entre el nuevo aspecto físico y la percepción interna puede generar angustia, inseguridad e incluso trastornos de la imagen corporal.
En conjunto, como señala The Guardian, la aparición de los fármacos GLP-1 obliga a replantear conceptos fundamentales sobre el control del peso, la voluntad, el cerebro y la identidad. Aunque son una herramienta prometedora, hay que acompañar el uso con una reflexión profunda sobre salud mental, acceso equitativo y el riesgo de dependencia médica a largo plazo.