Suecia, el primer país de Europa en declararse “libre de humo”, defiende que la reducción del tabaquismo puede lograrse sin recurrir a prohibiciones totales. El ministro sueco de Comercio Exterior y Cooperación para el Desarrollo, Benjamin Dousa, enviaba el pasado 24 de septiembre una carta al ministro español Jordi Hereu, en la que advertía de las consecuencias de las medidas propuestas por Sanidad. En la misiva, Dousa señalaba que la propuesta española “va más allá de lo necesario” y pedía reconsiderar su enfoque, recordando que “si se permite fumar, deberían permitirse también alternativas de menor riesgo”.
Esa misma fue la idea que la cónsul general de Suecia en Barcelona, Sofía Geli Stenhammar, recogió y transmitió durante un acto organizado por la Cámara de Comercio Hispano-Sueca, el pasado miércoles, sobre sostenibilidad e innovación.
“Las transformaciones empresariales responsables no son solo una aspiración ética, sino también una estrategia inteligente para afrontar los desafíos globales”, afirmó Stenhammar. En su intervención, la diplomática defendió el papel de las empresas suecas en la innovación sostenible y aprovechó para introducir un debate de plena actualidad: la propuesta del Gobierno español para limitar y restringir las bolsas de nicotina, un producto de origen sueco.
“Existen medios menos intrusivos o restrictivos para alcanzar el mismo objetivo de salud pública, sin obstaculizar el libre comercio ni impedir el acceso a estos productos, especialmente en un contexto donde el consumo de cigarrillos sigue estando permitido”, subrayó Stenhammar.
Un modelo de éxito: el caso sueco
Suecia se ha convertido en un referente internacional por su estrategia de reducción de daños en materia de tabaquismo. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), solo el 4,5% de los adultos en el país fuma cigarrillos, la tasa más baja de Europa. Este descenso se ha logrado gracias a la apuesta por productos libres de humo, como el tradicional snus, un producto de tabaco oral que dentro de la UE solo se comercializa en Suecia, y las bolsas de nicotina, que ofrecen nicotina sin combustión y sin tabaco.
Pese a tener niveles de consumo de nicotina similares a los de la media europea (23,6% frente al 25,3% en España), Suecia registra un 41% menos de incidencia de cáncer que otros países del continente. Además, la OCDE prevé que el gasto sanitario per cápita en oncología aumente solo un 36% hasta 2050, frente a un promedio del 59% en la Unión Europea.
Estos datos, según la diplomática, demuestran que la combinación de regulación con innovación y responsabilidad puede conducir a los objetivos de salud pública sin perjudicar la competitividad y sin limitar el acceso a productos.
La polémica española: una restricción “más allá de lo necesario”
El contexto que llevó a Dousa y a Stenhammar a referirse al tema es la propuesta de Real Decreto impulsado por el Ministerio de Sanidad español, dentro del Plan Nacional de Prevención y Control del Tabaquismo 2024-2027. El texto plantea fijar un límite máximo de 0,99 mg de nicotina por bolsita, una cifra que, según las empresas afectadas y varios gobiernos europeos, equivaldría a una prohibición de facto de este producto.
En otros países como Portugal o Grecia, la regulación permite concentraciones mucho más altas —de 12 mg y 16 mg por bolsita, respectivamente—, lo que ha llevado a Suecia a expresar oficialmente su preocupación.
Un debate europeo
Suecia no está sola en su postura. Hasta seis países de la Unión Europea —Italia, Grecia, Rumanía, Hungría, Croacia y República Checa— han presentado dictámenes razonados ante la Comisión Europea cuestionando el real decreto español. Esta acción obligó a España a suspender durante tres meses la tramitación del texto y justificar con evidencia científica sus medidas.
También la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) pidió al Gobierno que analizara con más detalle el impacto económico y científico del límite propuesto. En su informe, la CNMC subrayó la necesidad de justificar cualquier restricción que pueda afectar a la libre competencia o al comercio intracomunitario.
Un modelo a observar
La intervención de la cónsul Stenhammar en la Cámara de Comercio Hispano-Sueca, no solo reflejó la postura del Gobierno sueco, sino también la filosofía de un país que ha hecho de la innovación y la proporcionalidad sus principales herramientas de política pública.
Suecia defiende que, en lugar de imponer prohibiciones totales, las políticas de salud deben basarse en la evidencia científica, diferenciar entre productos y reconocer el papel de las alternativas menos nocivas para los fumadores adultos.
Con el debate sobre la nueva ley antitabaco aún abierto, la reflexión sueca introduce una perspectiva que invita a reconsiderar el equilibrio entre salud, libertad y progreso tecnológico. “Suecia ha demostrado que es posible combinar innovación, competitividad y sostenibilidad”, concluyó la cónsul. “Esperamos que este diálogo contribuya a proponer soluciones equilibradas que beneficien tanto a la sociedad como al entorno empresarial”.