Un clásico de la Navidad: tener que compartir eventos con tu familia política cuando puede que no la soportes. El cuñado fanfarrón, el suegro criticón, la suegra que te nunca te ha aceptado del todo, la cuñada con la que casi no te hablas… Pasar tanto tiempo en familia puede suponer un grandísimo estrés y, más que alegría, generar malestar e incluso cabreo. No es fácil de gestionar, por eso es importante fomentar un sentimiento que es importante tener presente estas navidades: la empatía.

La empatía es la capacidad de comprender las experiencias emocionales de otra persona. Por lo general, pensamos en la empatía como una cualidad noble que relacionamos con la compasión. Pero en estas fechas nos puede servir de mucho.

Cena

Un nuevo estudio del Instituto Holandés de Neurociencia en Amsterdam, que se ha llevado a cabo con ratas, concluye que ser capaz de detectar los sentimientos de otra persona puede ser una herramienta vital para la supervivencia, que es de lo que se trata para muchos en estas fiestas. Según los autores del trabajo, “las ratas son como los humanos; cuantas más experiencias nuestras coincidan con las de las personas que observamos, más podemos empatizar con lo que sienten”.

Así que ya sabes cuál es el primer consejo. Observar, e intentar empatizar con lo que sienten los demás para comprenderlos y no pasarlo tan mal. Quizá, quién sabe, ellos se encuentre peor que nosotros.

El segundo consejo es relajarse. Durante la cena se pueden hacer ejercicios de respiración que nos pueden ayudar a que el nivel de estrés no crezca demasiado. La respiración diafragmática es la mejor para estas circunstancias. Como su propio nombre indica, esta técnica respiratoria implica al músculo situado entre la caja torácica del vientre. Para saber donde está, basta con respirar profundamente y colocar una mano sobre el pecho y otra sobre el vientre. El pecho debe estar quieto y el abdomen subir y bajar. Una vez se ha conseguido respirar así, hay que tomar aire profundamente por la nariz, hacer una pausa y soltar el aire por la boca lentamente. Tantas veces como haga falta repitiendo la secuencia durante diez minutos.

Lo siguiente es evitar cualquier tipo de discusión. Si notas que la conversación sube de decibelios o te sientes en la necesidad de alzar la voz para poder defender una posición, lo mejor es dejarlo. Lo mismo ocurre si notas que alguien está haciendo muecas demasiado bruscas o si se le nota ostensiblemente nervioso. Has de pensar… ¿merece la pena? Hay que ser conscientes de que hay personas especialistas en buscar los puntos débiles de los demás, por eso es importante tener antes claro de qué es lo que te molesta en extremo para estar preparado y no caer en la tentación.

Familia

Y, por último, la alimentación. Hay alimentos que alteran más los nervios y otros que los calman. Entre los primeros, aunque sean difíciles de evitar, aquellos que contengan mucha sal y mucha azúcar, cafeína, alcohol o grasas saturadas. Y, entre los segundos, los frutos secos, el sushi, los lácteos o infusiones como la valeriana. Igual es una buena forma de terminar la cena o la comida y que haya paz para todos.