Alrededor de 400 millones de personas en todo el mundo padecen diabetes. Pero lo más grave es que las predicciones dicen que en los próximos 20 años el número aumentará en un 40% debido a los altos índices de obesidad, la mala alimentación, la vida sedentaria y otra serie de circunstancias que caracterizan el modo de vida de buena parte de la sociedad occidental.

Los expertos están poniendo el foco en los últimos años en esta enfermedad que con el paso del tiempo causa un tremendo impacto en el corazón, los vasos sanguíneos, los riñones, el sistema nervioso… El crecimiento está siendo alarmante, por eso es importante adoptar una serie de recomendaciones que sirvan para prevenir la aparición de esta patología.

Existen, principalmente, dos tipos de diabetes. La diabetes tipo 1 afecta al propio sistema inmunitario del paciente, provocando una destrucción de las células del páncreas que fabrican la insulina, una hormona que permite que la glucosa de los alimentos pase a las células del organismo. Afecta principalmente a niños y jóvenes y causa por lo tanto una deficiencia total de insulina en los pacientes, que deben administrársela de forma externa de por vida.

La diabetes tipo 2, por su parte, provoca que el organismo no fabrique la suficiente insulina para el correcto funcionamiento del organismo. Puede afectar a personas de cualquier edad y generalmente se deriva de una serie de hábitos de vida poco saludables.

En el primer caso, el menos común, los síntomas de aparición de esta enfermedad son la incontinencia urinaria, el aumento de la sed, la irritabilidad, la fatiga, el adelgazamiento súbito o la visión borrosa. Suelen aparecer con relativa rapidez, en pocos días o semanas. 

La diabetes tipo 2 es la que más incidencia tiene y la que más está aumentando en los últimos años. Muchos de los síntomas coinciden con los de la tipo 1, pero aparecen lentamente: el hambre continuo, el aumento de las infecciones y la mayor lentitud en su curación, las irregularidades menstruales o los problemas de erección son otros de los síntomas que acompañan a esta enfermedad.

El problema es que al inicio, estos síntomas pueden aparecer de forma muy leve, con lo que no se es consciente de que se está comenzando a desarrollar la enfermedad. Antes de aparecer la diabetes se produce una resistencia a la insulina derivada de altos niveles de glucosa de forma continuada en el torrente sanguíneo. Pero las consecuencias de esta resistencia pueden confundirse con otro tipo de patologías o incluso con el proceso normal de envejecimiento de las personas, lo que provoca que la existencia de la diabetes pase desapercibida y continúe evolucionando.

El mejor consejo es prevenir la enfermedad mediante la adopción de unos hábitos saludables (buena alimentación y ejercicio), así como el mantenimiento de un peso ideal. Y, sobre todo a partir de los 50, lo aconsejable es realizarse análisis sanguíneos de forma frecuente con el objetivo de mantener controlados los niveles de glucosa y de insulina.