A lo largo de nuestra vida, podemos pasar etapas en las que nuestro apetito se incremente o disminuya, por diversas razones, tanto físicas como psicológicas. Estos periodos nos pueden servir como señal de alarma ante las alteraciones que pueden estar sucediendo en nuestro organismo, desde estrés a otro tipo de patologías aún más importantes.

En caso del aumento de apetito, hay que estar muy pendiente para que esto no se traduzca en un incremento del peso corporal que podría acarrear problemas de salud. Sobre todo cuando este aumento es significativo durante un período prolongado de tiempo. Es lo que se conoce como hiperfagia y es importante conocer la causa subyacente.

Barriga

Las variaciones en nuestro apetito nos pueden servir de aviso ante posibles alteraciones de nuestro organismo

Algunas de las principales causas del aumento de peso pueden ser estrés, ansiedad, depresión o padecer el síndrome premenstrual. Pero también reacciones a ciertos medicamentos, como los corticosteroides, la ciproheptadina o los antidepresivos tricíclicos, el inicio del embarazo, trastornos de la alimentación, hipertiroidismo, la enfermedad de Graves –un padecimiento autoinmune en la que la tiroides produce demasiadas hormonas–, hipoglucemia o diabetes.

Cualquiera de estos trastornos y patologías pueden provocar un aumento de peso. Es particularmente importante acudir a un médico especialista cuando los cambios en su apetito van acompañados de otros síntomas. Generalmente, será necesario realizar un examen físico completo y anotar el peso actual para hacer un seguimiento. Es relevante saber si ha habido cambios en la alimentación, si se ha ganado o perdido una cantidad considerable de peso, las rutinas de ejercicio, si se ha diagnosticado recientemente una enfermedad crónica, qué medicamentos o suplementos se han recetado recientemente o se han empezado a tomar de manera voluntario. También es interesante saber si se ha notado un aumento de la micción, o se ha tenido más sed de lo normal. También si se ha producido vómitos, o cambios bruscos del estado de ánimo.

Dependiendo de los síntomas e historial médico, puede ser necesario realizar otro tipo de pruebas de diagnóstico. Por ejemplo, se pueden solicitar análisis de sangre o pruebas de función tiroidea para medir el nivel de hormonas de la tiroides en el organismo. E incluso realizar algún tipo de evaluación psicológica con un profesional de la salud mental para analizar exactamente lo que está ocurriendo.

Cinta métrica en la mano Unsplash

Si a los cambios en el apetito se le suma algún otro síntoma se debe acudir a un especialista

Lo que no se debe hacer en ningún caso hasta hablar con un especialista es administrase medicación supresora del apetito o comenzar a hacer una dieta estricta sin seguimiento médico. A veces la causa es una afección médica subyacente, y comenzar una dieta por cuenta propia puede ser contraproducente. Por ejemplo, si la causa es una diabetes, es necesario aprender a controlar los niveles de azúcar en sangre y reconocer los primeros signos de advertencia, por lo que un cambio brusco en la alimentación sin consejo profesional puede provocar problemas más graves. Si los problemas de apetito son causados ​​por medicamentos, se pueden recomendar fármacos alternativos o ajustar la dosis, pero nunca suprimirlos sin contar con la opinión de su médico.  Y en algunos casos, lo que se necesita es asesoramiento psicológico