La alimentación se ha convertido en una de las cuestiones a las que más atención está prestando la población. Los últimos estudios científicos, que han vinculado de una forma tan evidente los productos que consumimos con el estado de nuestra salud y el desarrollo de enfermedades, han derivado en una mayor preocupación acerca de la calidad de los alimentos y su posible contaminación.

Uno de los alimentos que incluimos en la dieta y que en los últimos años ha estado rodeado de controversia es la carne. Al margen de la opción de vida que uno elija y sus creencias, lo cierto es que sigue siendo una pieza fundamental de la alimentación de nuestra sociedad. Y por eso es importante saber si la que consumimos es realmente una carne de calidad, si podemos estar seguros de su origen y de si contiene otro tipo de sustancias –como antibióticos– que nos puedan hacer dudar de ella. Lo cierto es que en Europa hay un control bastante estricto al respecto, otra cosa son los alimentos que se compran o se adquieren de forma más irregular.

Chuleta

En la UE existe un sistema de trazabilidad, que sirve para hacer un seguimiento exhaustivo del animal desde su nacimiento hasta su sacrificio. Se puso en marcha después de la aparición del “mal de las vacas locas” (encefalopatía espongiforme bovina). Entonces quedó clara la necesidad de establecer un sistema de seguridad alimentaria que ofreciera un control eficaz de los productos que consumimos. En eso consiste la trazabilidad, basado en la idea “de la granja a la mesa”. Si la carne está bien etiquetada y se vende en un lugar registrado, el consumidor puede tener la plena seguridad de que ha tenido un seguimiento desde su origen hasta el destino y tiene todas las garantías.

En España, el desarrollo de esta normativa comunitaria se realizó poco después con el objetivo de establecer de un marco legal básico común aplicable al conjunto de las actividades que integran la seguridad alimentaria y la consecución de hábitos nutricionales y de vida saludables. Se implementó un sistema de registro e identificación que permite rastrear el producto desde el principio hasta el final. Eso sí, se señala la importancia de que todo esto tiene que ir acompañado ahora de controles exhaustivos para evitar el fraude que, de hecho, a veces se produce.

En cuanto al uso de hormonas en los animales, una preocupación bastante habitual, es importante señalar que en Europa, a diferencia de Estados Unidos, está prohibido el uso de hormonas para engordar a los animales, así como utilizar otros sistemas como el baño de cloro, que también se utiliza en América.

Vacas

Y, en lo que respecta a los antibióticos, la UE establece que no está permitido su uso para estimular el crecimiento de los animales. Solo se puede utilizar en determinadas circunstancias que recoge la EFSA (Agencia Europea de Seguridad Alimentaria), que hace pruebas periódicas y publica informes con sus resultados. En el último, quedó reflejado que solo el 0,31% de las muestras recopiladas en toda Europa superaban los niveles máximos permitidos.