Mindful eating, mindful sex, mindful líder… el “mindfulness” o “atención plena” ha llegado a nuestra vida para quedarse e irrumpir en todos los ámbitos. Los que pensaban que era una moda pasajera se han rendido a la evidente notoriedad de esta técnica con origen en la tradición budista que el doctor Jon Kabat-Zinn utilizó y popularizó en los años 60 para mejorar la vida de los pacientes de la Clínica de Reducción del Estrés del Centro Médico de la Universidad de Massachusetts.

Hace dos años, la prestigiosa revista de psicología “Perspectives on Psychological Science” publicó una exhaustiva investigación en el que se analizaban las dificultades para definir la atención plena y los problemas metodológicos cruciales para interpretar los resultados de las investigaciones sobre esta cuestión. El artículo –que llevaba por título “Una evaluación crítica y una agenda prescriptiva para la investigación sobre la atención plena y la meditación” –, venía a criticar el escaso rigor de los estudios realizados hasta la fecha sobre el mindfulness y alertaba de la difusión exagerada de los beneficios de esta práctica. Más conocida es la investigación “The effects of mindfulness meditation: A meta-analysis”, en el que los doctores Peter Sedlmeier y Juliane Eberth cruzan datos de 39 estudios científicos realizados sobre grupos de control en universidades de todo el mundo para concluir que no existe evidencia científica de que funcione.

Lo cierto es que desde la comunidad científica se ha venido investigando de manera creciente el mindfulness en los últimos años. Estos son algunos ejemplos. Un equipo de científicos de la Universidad de Osnabrück, en Alemania, publicó  recientemente un estudio sobre cómo practicar este técnica durante 10 minutos al día mejora la concentración y la capacidad de mantener la información activa en la mente. En Estados Unidos, la revista sobre menopausia “The Journal of The International Menopause Society” ha recogido en sus páginas un estudio llevado a cabo por la Clínica Mayo de Rochester en el que se apunta a que las técnicas de mindfulness podrían estar asociadas con menos síntomas menopáusicos en las mujeres, especialmente en aquellas con ansiedad y depresión. También recientemente, el Journal of American College College publicó una investigación en la que se evidenciaba que practicar la atención plena puede ayudar a reducir el estrés, mejorar los niveles de depresión y ansiedad, y mejorar los sentimientos de esperanza y optimismo entre los estudiantes.

Sólo en Estados Unidos, el 30% de las escuelas de Medicina ya incluyen mindfulness en sus planes de estudio

Pero no hace falta irse tan lejos. La Unidad de Enfermedades Neurocutáneas del Hospital Sant Joan de Déu puso en marcha un programa piloto para tratar mediante mindfulness a los niños que sufren enfermedades neurocutáneas y a sus familias. El objetivo era mejorar la atención, regular las emociones, reducir la ansiedad y estrés de los padres, y mejorar la relación entre padres y niños. Actualmente, el Departamento de Patología y Cirugía de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche está llevando a cabo un proyecto de investigación que lleva por título "Efectos de un programa de mindfulness (atención plena) en cuidadores de personas con enfermedad de Alzheimer”. Se trata de un ensayo clínico aleatorizado que cuenta con la aprobación del Comité Ético y de Investigación del Hospital Clínico Universitario de Sant Joan d'Alacant y de la UMH. En estos momentos ha finalizado la fase del estudio piloto y los resultados han sido positivos.

En la Universitat de les Illes Balears (UIB) se ha presentado también un estudio que asegura que el mindfulness puede servir para mejorar la calidad de vida y el funcionamiento cognitivo de pacientes que sufren psicosis. En concreto, la investigación asegura que, después de una intervención basada en mindfulness, los síntomas no incrementan y que la calidad de vida, así como el funcionamiento cognitivo, mejoran. 

Y suma y sigue: En el Reino Unido, los conocidos sexólogos Mike Lousada y Louise Mazanti, pioneros en el enfoque terapéutico del somatismo psicosexual, acaban de publicar un libro sobre cómo el mindfulness mejora la calidad del sexo en las parejas; en la Universidad de California, se está estudiando cómo el mindful eating incrementa la persistencia a la hora de hacer dieta por parte de pacientes diabéticos. En el departamento de Psicología de la Universidad del Sagrado Corazón en Milán se analiza cómo el mindfulness beneficia al bienestar de las personas con esclerosis.

En definitiva, cada vez son más los estudios que se llevan a cabo sobre esta cuestión, aunque buena parte de la comunidad científica sea aún escéptica. Lo que, desde luego, no impide que la técnica se esté extendiendo por hospitales, escuelas y empresas de todo el mundo. Sólo en Estados Unidos, el 30% de las escuelas de Medicina ya incluyen mindfulness en sus planes de estudio. Así que, hay mindfulness para rato.