Uno de los pocos elementos que nos hacen recordar que hace un año nuestra vida estaba condicionada por la pandemia de la covid-19, con restricciones, confinamientos nocturnos y mascarillas incluso para pasear por la calle, es precisamente la obligatoriedad de seguir llevándolas en el transporte público. Es una de las pocas medidas que quedan vigentes y, aunque parecía que con el final del verano y unos datos muy positivos de incidencia, casos e ingresos en los hospitales, tenían que desaparecer, no parece que su final esté cerca. Son muchas las voces que piden que llevarlas pase de ser una obligación a una recomendación, pero los expertos que asesoran al Ministerio de Sanidad desde el inicio de la pandemia todavía las ven necesarias para evitar que la covid se vuelva a extender este otoño y que se tengan que recuperar algunas restricciones.

Un uso cada vez menor en el transporte público

Buena parte del problema que hay con la obligatoriedad de la mascarilla en el transporte público, especialmente en el tren y en el metro, es que dependiendo del momento del día son mayoría los usuarios que la llevan bajada, sin cubrir nariz y boca, o incluso se la dejan en casa. En este contexto, el resto de personas que optan por seguir la obligatoriedad han dejado de pedir al resto que se pongan esta protección. En cambio, en autobuses, donde los usuarios tienen que pasar por delante del conductor antes de sentarse, son más los que la llevan puesta.

Así, aunque es una obligación, la mascarilla ya se entiende para muchos como una recomendación en el transporte público, ya que nadie te obliga a ponértela, más allá de los constantes avisos por megafonía. Y de momento así seguirá, porque la Ponencia de Alertas, formada por representantes de las autonomías, considera que "no es el momento de sacar las mascarillas por la llegada del invierno", en un momento en que los casos de gripe están en auge y las mascarillas también nos protegen contra este virus. Ahora mismo, solo en España y Alemania es obligatoria esta protección; sin embargo, si bien aquí está en duda constante, los germanos la tendrán que llevar, como mínimo, hasta abril. Italia ha sido el último país en suprimirla del transporte público, aunque durante todo el verano ha sido obligatorio llevar una FPP2.

Argimon, a favor de recomendarlas

Aunque la Ponencia de Alertas se niegue, al menos por ahora y ante la incógnita de cómo evolucionará el virus este invierno, en Catalunya, el conseller Josep Maria Argimon se ha manifestado en reiteradas ocasiones a favor de que la mascarilla deje de ser una obligación para convertirse en recomendación. Al estar recogida en un decreto estatal, el Govern no la puede modificar y, por lo tanto, este cambio depende del Ministerio de Sanidad dirigido por Carolina Darias, que siempre ha confiado a los expertos las decisiones sobre mascarillas. Con todo, Argimon reconocía este septiembre que la eliminación tendría que haber sido durante el verano, ya que veía probable que "en otoño necesitemos llevarla".

Votación en el Congreso para eliminar las mascarillas

En este contexto, y con la negativa de la Ponencia de Alertas, hoy se vota en el Congreso la propuesta de Ciudadanos de eliminar las mascarillas del transporte público, así como en las farmacias. Hace falta tener en cuenta que estos establecimientos, y otros como consultas psicológicas u ópticas, se consideran espacios sanitarios y, como en los hospitales o ambulatorios, las mascarillas son obligatorias. Según los naranjas, la mejora epidemiológica y una reducción de la presión en los centros hospitalarios hacen que estas puedan desaparecer y fregar la normalidad de antes de la pandemia. En el texto de la proposición no de ley, el partido de Arrimadas defiende que la ciudadanía tiene que poder recuperar las libertades que se cedieron en los peores momentos de la crisis sanitaria, destacando también los altos niveles de vacunación.