Las heridas ocupan un porcentaje elevado en las demandas de los servicios de Urgencias, tanto hospitalarias como extrahospitalarias. Sobre sus cuidados y curación existen muchos mitos. La mayoría no suelen ser graves, pero llevar un cuidado adecuado es clave para que cicatricen y se restaure la superficie de la piel. La edad suele influir en la aparición de heridas y viendo que la esperanza de vida es cada vez mayor, es probable que las heridas aumenten.
Las heridas más frecuentes son las venosas, las arteriales, las úlceras de pie diabético y las úlceras por presión. Para conseguir que una herida que está estancada comience un adecuado proceso de cicatrización lo más importante es identificar cuál es la causa para hacer un correcto tratamiento etiológico. Existen muchos avances en el cuidado de las heridas, pero en el campo de la cicatrización no debemos olvidar que las estrategias más tradicionales son importantes: mantener la herida seca y limpia, protegerla con un apósito y tener cuidado en la ducha. En cualquier caso, es adecuado consultar con un médico o enfermera si se sospecha que puede existir riesgo de infección.
Independientemente de su causa, las heridas cutáneas pueden clasificarse según profundidad, en erosiones o úlceras y, según su tiempo de evolución, en agudas y crónicas.
Hay que tener especial cuidado con las crónicas. Según recoge el sistema sanitario catalán en un documento, una herida crónica es aquella herida con afectación de la epidermis, la dermis y, a veces, tejidos subyacentes, que no se cura en el tiempo esperado y presenta una escasa tendencia a la cicatrización. Se puede considerar una herida como crónica si no se cura en seis semanas. Las etapas involucradas en la infección de una herida podrían ser: contaminación, colonización, infección localizada, infección diseminada e infección sistémica.
En pacientes con diabetes o con factores de riesgo adicionales, como insuficiencia arterial e inmunosupresión (incluye tratamiento con corticosteroides), hay que sospechar de infección de la herida cuando hay al menos un signo o síntoma clínico de infección.
La dermocosmética es un complemento que puede ayudar a reparar mejor la cicatrización de heridas convirtiéndose en una herramienta muy importante no sólo para evitar el dolor, picor, etc., sino también para mejorar la calidad de vida de estos pacientes. En la reparación epidérmica de lo que se trata es de devolver a la piel su homeostasis y sus condiciones de barrera natural para que esa cicatrización se haga de forma más rápida, eficaz y con una mayor calidad. El cosmético lo vamos a empezar a usar cuando la enfermera o el médico considere que estamos en fase de reparación epidérmica, es decir, cuando ya no hay una herida abierta.
Todas estas cuestiones se han tratado en la webinar “Desmontando mitos sobre la cicatrización y el cuidado de las heridas”, que busca potenciar unos cuidados de calidad para mejorar así la vida de los pacientes, que ha llevado a cabo el Consejo General de Enfermería a través de su Instituto Superior de Formación Sanitaria, ISFOS.