Llevamos dos semanas en casa confinados y parece que la cosa va para largo. Algunos tendréis ganas de acabar con vuestra pareja, otros os querréis casar. Algunos no levantaréis la vista de las pantallas del ordenador o del móvil, otros, en cambio, intentaréis estar el máximo de tiempo posible en el balcón o en el jardín. Y es que, sea cuál sea cada situación, seguro que os encontráis —con mayor o menor comodidad— entre cuatro paredes, sin embargo, ¿cómo nos afecta todo esto emocionalmente? ¿Nos cambia el humor? ¿Estamos más irritables y nerviosos? ¿O más tranquilos y relajados? Buscamos respuestas con Nil Madrenas, psicólogo y psicoterapeuta de Psigma, y Teresa Morandi, psicóloga y psicoanalista.

Nil Madrenas - psicólogo

"Una de las cosas que más nos afecta es la incertidumbre, el no saber cuánto tiempo durará esta situación y cómo saldremos adelante a nivel económico y social", detalla Madrenas, quien asegura que cada uno la gestiona de forma diferente. "En general, suele generar ansiedad, que lo entiendo como una forma de atrapamiento, una de las sensaciones que más encaja en este confinamiento", dice el psicólogo que, a la vez, reconoce la capacidad de adaptación que tenemos los humanos.

"En este momento, más que un distanciamiento social, hay un distanciamiento físico y una solidaridad social"

Por otra parte, Morandi recuerda que "nos encontramos ante una situación excepcional y en este momento, más que un distanciamiento social, hay un distanciamiento físico y una solidaridad social. No hay un distanciamiento social, nos encontramos en un momento colectivo muy importante".

¿Tendemos a sobreocuparnos?

"Al principio todos vivíamos en una hiperactividad constante", explica Morandi. "Tengo pacientes que ahora me llaman que están haciendo más deporte que antes o que aprenden a cocinar", añade Madrenas, quien asegura que "a la gente le cuesta pasar ratos consigo misma, y eso tiene que ver al sentir muchas veces esta angustia o estos miedos", temas que asegura que son más difíciles de controlar y que, por eso, "muchas veces, buscamos hacer cosas que nos den la sensación de control, como tener una buena rutina, hacer cosas que nos mantengan ocupados y nos hagan estar bien con nosotros mismos para ayudar a pasar el tiempo".

¿Así, es bueno tener una rutina?

Morandi afirma que las rutinas nos ayudan porque todos necesitamos cierto orden en la vida. "Es como cuando vas a la biblioteca a buscar un libro y lo tienes que encontrar. Puede llegar a ser un auténtico caos si no hay cierto orden. Igual pasa con la rutina, que nos puede ser útil para todos los ámbitos de la vida".

Teresa Morandi - psicóloga

En la misma línea lo ve Madrenas, que asegura: "Tener una rutina ayuda a una regulación de nuestro día. Estamos acostumbrados a tener una regulación en función de la rutina: el sueño, el hambre, etc., y si todo eso se desestabiliza, nos puede afectar a nivel emocional". El psicólogo apunta que tampoco hay que obsesionarse en tener una rutina muy estructurada, pero que ayuda a mantener el buen estado de salud mental.

El confinamiento

Con respecto al confinamiento, Morandi explica que es importante "inventar o crear un espacio físico y psíquico cómodo para todo el mundo, cuidando de la persona en todos los sentidos". "La posibilidad de crear y compartir actividades es fundamental entre los seres humanos. Tenemos al alcance una cantidad inmensa de formas para distraernos", recuerda la psicóloga, que aconseja sobre cómo llevar mejor estos días que estamos encerrados en casa. Morandi concluye que "todo esto será un aprendizaje para aprender a gestionar las emociones".

En la misma línea se expresa Nil Madrenas, quien asegura que "es importante incluir en nuestras rutinas momentos de salud mental, meditación o mindfulness, darse momentos para conectar con el presente y eludir el futuro y las preocupaciones". Madrenas dice que es bueno evitar la sobreinformación y es necesario conectar con las propias necesidades con el fin de buscar sensaciones de bienestar.

Sin embargo, ¿todo el mundo vive el confinamiento de la misma forma?

"Aquí entran en juego los miedos y las preocupaciones que tendrá cada uno", dice Madrenas, que al final "dependerá en cada caso de los recursos que se tengan y de la personalidad". El psicólogo coincide con Morandi en cuanto a la tercera edad, donde la cosa se puede complicar. "Quizás aparece el miedo a morir solos o a no poder contactar con aquellos que quieren. Una persona mayor se encuentra en un proceso de deterioro cognitivo, son personas que necesitan salir, relacionarse y si no lo pueden hacer, se les puede acelerar este deterioro generando un efecto importante en su estado de ánimo". Por eso, Morandi asegura que ahora, más que nunca, "tenemos que hacer un gran esfuerzo por acompañarlos y estar a su lado".

Los lutos aplazados

Otro aspecto a tener presente ante esta crisis del Covid-19 es la pérdida de algún familiar. Médicos que exponían su testimonio en este medio explicaban que todos aquellos que han perdido la vida a causa del coronavirus no se han podido despedir de los familiares debido a las medidas que se toman para evitar cualquier tipo de contagio. Por eso, los psicólogos coinciden en que este es un luto de los más complicados de asimilar y pasar.

Vela

"Los psicólogos estamos acostumbrados a trabajar en casos así y lo que hacemos es un trabajo muy simbólico, donde la persona pueda recuperar o recopilar objetos que tengan que ver con el difunto y se buscan formas para poder incluirlo en la persona que ha muerto", explica Madrenas. Por otra parte, Morandi asegura que es importante "explicarles a los niños si pasa en casa, para que el luto después no sea más largo o problemático de lo que es habitual". Ambos psicólogos coinciden que cualquier gesto simbólico en un momento determinado y hacerlo de forma compartida, puede ayudar a pasar mejor este proceso.

Y al profesional sanitario, ¿quién le ayuda?

Morandi hace un trabajo excelente, junto con el resto de compañeros de la Fundación Galatea, de donde es voluntaria, para asistir y ofrecer ayuda psicológica a profesionales del mundo sanitario. "Algunos médicos están contagiados, aislados, y tienen la necesidad de hablar de todo eso. Muchos tienen que volver a casa y tomar medidas importantes. Tienen miedo al contagio a la familia. No es malo en sí mismo el miedo, es una defensa para el ser humano que tenemos que aprender a calmar". A la vez, Morandi añade que tienen el sentimiento de la culpa. "Sienten la culpa de no poder ir a trabajar cuando están aislados y tienen rabia de no sentirse cuidados en relación a los recursos necesarios para evitar los contagios". La psicóloga dice que, respecto a la respuesta ciudadana, "están muy agradecidos a todo el mundo y a los aplausos que se escuchan cada noche en las calles".

¿Así pues, qué podemos sacar de bueno de todo esto?

"Podemos aprovechar el tiempo para reflexionar y para dedicarnos a hacer cosas que quizás antes no hacíamos: deporte, cocinar, arreglar los armarios, ordenar archivos...". El psicólogo explica que hay quién aprovecha para poner en orden algún sentido de su vida, replanteándose qué hace, qué dirección tomar, como reinventar su negocio o cómo seguir buscando nuevas formas para desarrollarse. "Ahora que tenemos este tiempo, muchos lo están aprovechando".

"Este virus no es una cuestión individual. Nos necesitamos, para estar en casa y para cuidar los otros"

Morandi detalla: "Todas las experiencias humanas nos enseñan a vivir mejor. A vivir mejor con los otros, a poder aceptar a los recién llegados, a aceptar cosas que no son maravillosas y que se tiene que luchar y trabajar para conseguir, a reconocer que la familia tiene cosas interesantes que quizás desconocíamos y que, comunitariamente, podemos ganar".

"Este virus no es una cuestión individual. Nos necesitamos, para estar en casa y para cuidar los otros", concluye la psicóloga, quien pone en énfasis la necesidad de confinarse y cumplir con lo que venga por delante.