Dos de cada cien catalanes mayores de 59 años tienen Alzhéimer, según datos del Departament de Salut publicados este jueves para el Día Mundial del Alzhéimer. El porcentaje sube así como se incrementa la edad, con un 6,5% de prevalencia en los mayores de 79 y un 8,8% en los mayores de 89. "Aunque no todos los deterioros de las capacidades mentales relacionados con la edad evolucionarán hacia esta enfermedad, el envejecimiento de la población comporta un aumento de las personas afectadas", apuntan desde Salut.

Según el registro de morbilidad y utilización de recursos sanitarios de Catalunya (MUSSCAT), un 1,3% de la población sufre algún tipo de demencia y 41.600 personas con una media de edad próxima a los 82 años tienen Alzheimer. De estos, el 71,7% son mujeres y el 28,3% son hombres. Así vemos como la edad avanzada y el género (más incidencia en mujeres) son algunos de los principales factores de riesgo. También hay que tener en cuenta los factores genéticos y hereditarios, aunque actualmente no está claro que sea una enfermedad hereditaria. Y no hay que olvidarse de que el síndrome de Down y los traumatismos craneales son otras circunstancias de riesgo importante. Otros factores que pueden contribuir al desarrollo de la enfermedad pueden ser los antecedentes de la enfermedad de Alzhéimer, una edad materna superior a los cuarenta años en el momento del nacimiento, hipertensión, la diabetes o la dislipidemia (alteración del nivel de grasas en la sangre).

El Alzhéimer en Catalunya: el Plademcat

Se trata de un trastorno progresivo y degenerativo de las células cerebrales que provoca un deterioro de la memoria, el pensamiento y la conducta de la persona. Produce una disminución de las funciones intelectuales, dificulta el aprendizaje de nuevos conceptos e interfiere en la capacidad de la persona para hacer las tareas habituales de la vida diaria. Se diferencian tres frases de la evolución de la enfermedad: una fase inicial que se caracteriza por olvidos frecuentes, irritabilidad y depresión; una fase moderada que se manifiesta por la pérdida de memoria, confusión, alteración del comportamiento y problemas para hacer tareas cotidianas; y una fase avanzada que se distingue por deterioro cognitivo y funcional grave.

Fue el año 2022 cuando se publicó el Plan de atención sanitaria a las personas con deterioro cognitivo leve y demencia de Catalunya (Plademcat), que fue elaborado mediante un proceso participativo con las Asociaciones de Familiares de Alzhéimer. El plan recoge las actuaciones a realizar desde la prevención hasta el final de la vida de la persona, con la idea de garantizar la cobertura de las necesidades en todas las fases evolutivas, incluyendo las situaciones de crisis y la atención al final de la vida. La cobertura de necesidades tiene que empezar desde el momento del diagnóstico trabajando con la persona una planificación de decisiones compartidas que ayude a garantizar sus preferencias y sus valores llegado el momento en que su deterioro cognitivo no le permita tomar estas decisiones.

¿Cómo prevenir el Alzhéimer?

Tal como dice la Fundació Pasqual Maragall, parece difícil encontrar una cura para el Alzhéimer. Es por eso que muchos esfuerzos se centran en su prevención, de manera que la entidad recoge algunos consejos que ayudan a evitar la aparición de la enfermedad: controlar los factores de riesgo cardiovascular como colesterol, hipertensión, diabetes, obesidad, tabaquismo...; tener una dieta equilibrada como la mediterránea, que incluya alimentos como el aceite de oliva virgen extra, legumbres, fruta seca, fruta, verdura, pescado...; hacer ejercicio físico como caminar y mantenerse activo, siempre adaptado la actividad a las características de la persona; mantener la mente activa mediante reto que ayuden a preservar nuestra reserva cognitiva, aprender nuevas habilidades, hacer palabras cruzadas, leer, apuntarse a talleres o cursos...; y tener vida social, ya que relacionarse con otras personas nos ayuda a mantener las conexiones neuronales activas y resulta clave para nuestro bienestar.

Por otra parte, un diagnóstico precoz de la enfermedad es de gran ayuda para los pacientes porque les permite acceder a apoyo, recibir tratamiento para controlar los síntomas y planificar el futuro. Según el Departament de Salut, se puede diagnosticar la enfermedad con una evaluación que incluya los siguientes aspectos: una buena historia clínica; un examen físico y neurológico; una exploración neuropsicológica que contemple los aspectos cognitivos, de conducta y funcionales de la persona; analíticas y pruebas de imagen como escáner cerebral, resonancia magnética cerebral, tomografía computada por emisión de fotones individuales; y un estudio del líquido cefalorraquídeo, que rodea y protege tanto el cerebro como la médula espinal. "En cualquier caso, el diagnóstico definitivo solo se puede hacer mediante el estudio microscópico del cerebro", indican desde Salut.

Tratamiento del Alzhéimer y como vivir con él

Como decíamos, la diagnosis precoz permite recibir tratamiento para controlar los síntomas. Hay tratamiento farmacológico, pero nos centraremos en el no farmacológico —que tiene la función de estimular las funciones intelectuales de la persona enferma para favorecer las relaciones sociales y la conexión con el entorno sociofamiliar, aumentar el grado de independencia y el nivel de autoestima, ayudar a la persona y la familia a aceptar y a asumir la enfermedad y optimizar su calidad de vida. Así, destacan terapias como la reminiscencia, la estimulación cognitiva, las actividades ocupacionales y físicas, la orientación a la realidad o la prevención de trastornos psicológicos.

No hay que olvidarse de que la familia y el entorno de una persona con enfermedad de Alzheimer son los grandes receptores de los problemas inherentes. Viven los cambios constantes y tienen que invertir mucho tiempo en su cuidado. Hay diferentes consejos para afrontar mejor esta situación: no alterar su rutina; comprobar si toma correctamente la medicación; respetar sus gustos y consumos; asegurar una correcta iluminación de los espacios diurnos y nocturnos de allí donde vive; tranquilizar a la persona mediante el contacto físico; evitar enfrentamientos; distraer a la persona para que centre la atención en temas reales; mantener la calma y la serenidad; adecuar el nivel del lenguaje a las nuevas y constantes limitaciones que la enfermedad impone; intentar ser receptivos ante sus intentos de comunicación; no combatir la alucinación ni el delirio; realizar una consulta médica para intentar reducir las ideas delirantes y las alucinaciones; realizar revisiones de la capacidad visual y auditiva; y cuidar de uno mismo.