Los microorganismos que pueblan la microbiota intestinal circulan en el torrente sanguíneo y regulan los procesos fisiológicos del organismo de una persona, incluida la inmunidad, el metabolismo y las funciones cerebrales. Así ha quedado de manifiesto en un estudio llevado a cabo por científicos del Instituto Pasteur que concluye que el hipotálamo (una región del cerebro que regula la temperatura, el agua y la sed) detecta las variaciones de la actividad bacteriana y adapta el apetito y la temperatura corporal en consecuencia. O lo que es lo mismo, existe un diálogo directo entre la microbiota intestinal y el cerebro, un descubrimiento que podría permitir nuevos tratamientos para los trastornos metabólicos como la diabetes y la obesidad.

El intestino es el reservorio de bacterias más grande del cuerpo. En el Instituto Pasteur, un equipo de neurobiólogos, inmunobiólogos y microbiólogos han analizado cómo las bacterias en el intestino controlan directamente la actividad de neuronas particulares en el cerebro. Los científicos se centraron en el receptor NOD2 que se encuentra dentro de la mayoría de las células inmunitarias.

Usando técnicas de imagen cerebral, los científicos observaron que las neuronas perciben directamente las bacterias, mientras que se pensaba que esta tarea se asignaba principalmente a las células inmunitarias. “Es extraordinario descubrir que los fragmentos bacterianos actúan directamente sobre un centro cerebral tan estratégico como el hipotálamo, que se sabe que gestiona funciones vitales como la temperatura corporal, la reproducción, el hambre y la sed”, aseguran.

Cerebro

Por lo tanto, las neuronas parecen detectar la actividad bacteriana (proliferación y muerte) como un indicador directo del impacto de la ingesta de alimentos en el ecosistema intestinal. “La ingesta excesiva de un alimento específico puede estimular el crecimiento desproporcionado de ciertas bacterias o patógenos, poniendo en peligro el equilibrio intestinal”, aseguran los expertos.

El impacto de estas bacterias en las neuronas hipotalámicas y el metabolismo plantea dudas sobre su papel potencial en otras funciones cerebrales y puede ayudarnos a comprender el vínculo entre ciertas enfermedades cerebrales y las variantes genéticas del receptor NOD2. Este descubrimiento allana el camino para nuevos proyectos interdisciplinarios en la frontera entre las neurociencias, la inmunología y la microbiología y, en última instancia, para nuevos enfoques terapéuticos para enfermedades cerebrales y trastornos metabólicos como la diabetes y la obesidad.