Científicos de medio mundo se encuentran en una carrera contrarreloj para encontrar una posible vacuna para el coronavirus de Wuhan. Desde 2003, el mundo se ha enfrentado a tres brotes causados ​​por coronavirus: el síndrome respiratorio agudo severo (SARS), el síndrome respiratorio del Medio Oriente (MERS) y el brote actual, a cuyo virus se le ha denominado 2019-nCoV. Aunque todavía no se ha logrado detenerlo antes de que comiencen los brotes, sí que se ha logrado reducir drásticamente el tiempo necesario para desarrollar una vacuna una vez se ha comenzado a extender el virus.

En estos momentos existen diferentes grupos de trabajo que están trabajando en esta cuestión, especialmente después de que los científicos chinos compartieran la secuencia genética del virus en una base de datos que hicieron pública el pasado 10 de enero. Tres de estos grupos están financiados por Coalition for Epidemic Preparedness Innovations (CEPI), una organización sin ánimo de lucro formada en 2017 para financiar el desarrollo de vacunas para enfermedades infecciosas emergentes. Se prevé que haya una vacuna lista para probar en animales en un mes y en tres meses, podría estar lista para las personas.

Señor mascarilla

La tecnología que se está utilizando está basada en secuencias específicas de ADN o ARN mensajero (ARNm) del virus. La secuencia elegida codifica una proteína del virus, provocando una respuesta inmune protectora en las personas pero sin causar la enfermedad. “Lo bueno de esta tecnología es que pasa por alto muchos de los pasos tradicionales para el descubrimiento y desarrollo de vacunas. Así que es muy rápido”, asegura el Dr. Jon Andrus, de la Escuela de Salud Pública del Instituto Milken de la Universidad George Washington. Otro de los grupos, en la Universidad de Queensland en Australia, tiene como objetivo tener una vacuna lista para probar en personas en 16 semanas. Su técnica se basa en cultivar proteínas virales en cultivos celulares.

Una vez que los científicos han creado candidatos potenciales, las vacunas todavía tienen que pasar por pruebas en animales y ensayos clínicos pequeños y grandes en personas. Estas etapas son necesarias para garantizar que funcionen y sean seguras.

Cuando irrumpió el brote de SARS en los años 2002-2003, la vacuna tardó alrededor de 20 meses en estar lista para ser probada en personas. Para entonces, el brote había sido contenido con medidas de salud pública como aislar a las personas infectadas, establecer cuarentenas e identificar a las personas que han estado en contacto con los enfermos, tal y como se está haciendo ahora.

Hombre mascarilla

Porque incluso con la vacuna, es poco probable que las farmacéuticas puedan fabricar suficientes dosis para proteger a todos los que puedan estar expuestos al virus. Eso significa que los funcionarios de salud tienen que priorizar quién recibe la vacuna. Y para ello se establecen una serie de criterios en funciones de predicciones de quiénes tendrán los síntomas más graves o quiénes presentan más probabilidades de propagar el virus. Con el brote actual, la Organización Mundial de la Salud estima que solo alrededor del 20 por ciento de las personas infectadas desarrollarán una enfermedad grave