El asunto del desayuno preocupa mucho a los padres. Durante años hemos escuchado que es una de las comidas más importantes del día y que condiciona de forma importante el rendimiento escolar durante la jornada. Algo que conocen y padecen muchos padres, que ven cómo sus hijos se van al colegio sin haber probado bocado. Para muchos niños y adolescentes, al igual que ocurre entre adultos, comer recién levantados no es fácil y se sienten muy inapetentes al empezar el día.

Es cierto que los últimos estudios han derribado el mito de que el desayuno es la comida más importante de la jornada, un mantra que se ha repetido durante mucho tiempo, pero que se ha demostrado que no cuenta con ninguna evidencia científica. También hay quien opina todo lo contrario y los defensores de métodos como el ayuno intermitente creen que no probar bocado hasta el mediodía es muy bueno para la salud.

Cereales (1)

Lo cierto es que en el caso de la población adulta es más discutible, pero existe bastante consenso acerca de que tanto en la infancia como en la adolescencia es importante desayunar bien y que esta comida del día aporta un porcentaje importante del total de las calorías consumidas durante la jornada. Sin embargo, la realidad es que los estudios demuestran que aproximadamente el 50% no lo hace correctamente. ¿Las razones? Pues generalmente la falta de hambre al levantarse, las prisas y la falta de costumbre.

Según la Asociación Española de Pediatría (AEP), el desayuno es la comida más importante del día y debería cubrir entre un 20 y un 35% de las necesidades calóricas diarias del niño, porque después de las horas de sueño y ayuno, el cuerpo necesita la energía del desayuno para empezar las actividades del día. ¿Qué consecuencias tiene no hacerlo correctamente? Pues, en principio, la falta de concentración y el bajo rendimiento físico e intelectual de manera inmediata. Y más a largo plazo, existen estudios como este llevado a cabo en la Universidad de Harvard que concluye que saltarse el desayuno puede elevar el riesgo de infarto, principalmente en los hombres. Pero no solo eso, sino que aumenta el riesgo de padecer obesidad, presión arterial elevada, colesterol alto y diabetes.

Cómo debe ser el desayuno

En principio un desayuno equilibrado debe estar compuesto leche o derivados lácteos, hidratos de carbono  y fruta fresca para aportar energía, proteínas. Lo adecuado es hacerlo en la mesa, y no de pie o en el coche. Debe durar al menos 15 minutos y lo mejor, si se puede es hacerlo, en familia.

Es importante tener en cuenta las preferencias del niño, porque existen muchas variantes para ofrecer un desayuno correcto. Desde sustituir el vaso de leche por otros lácteos como el yogur, el kéfir o la mantequilla natural, hasta probar nuevas recetas como el porridge. Se deben evitar los cereales que contengan demasiado azúcar en su composición. Es más aconsejable una tostada con una rebanada de pan integral,  unos cuantos copos de cereales de maíz o avena, muesli…

Avena

Estos son algunos desayunos alternativos muy ricos y llenos de nutrientes que son muy adecuados:

  • Porridge de avena con leche y frutos rojos. Se calienta la leche, después se añade la avena hasta que forme una papilla. Después se añaden los frutos rojos.
  • Un huevo a la plancha mezclado con un plátano y un poquito de chocolate negro. Junto con algún lácteo, proporciona a los niños muchas vitaminas.
  • Unas tostadas de pan integral y un poco de tomate triturado, también acompañado por un lácteo.

Es importante tener en cuenta que la presentación es fundamental, sobre todo para los  niños más pequeños.