No es nada difícil que en un momento de la vida se pase a comer más de la cuenta o sin que se tenga realmente más hambre. Muchas veces las situaciones complejas hacen que en el día a día vayamos aumentando la dosis de alimentos, aunque solo sea para contrarrestar una situación de estrés o una mala racha pasajera.

Lo malo de exponerse a esa alimentación extra es que suele darse a base de alimentos que no son sanos, que engordan más de lo normal y que, si no se remedia, ese incremento en las cantidad de las ingestas, pasan a formar parte de la rutina del día a día a partir de ese momento. Por eso es interesante conocer una serie de trucos que nos permitan tener bajo control el ansia por comer cuando realmente no hace falta. Vamos a ver algunos de ellos.

Pastel

Compra de manera inteligente

 

Hay una frase que glosa de manera muy acertada este propósito. Dice: “Cinco minutos de fuerza de voluntad en el supermercado son más fáciles de llevar que una semana de fuerza de voluntad en la cocina”.

Por eso es importante comprar alimentos saludables y no llenar el carrito, y por tanto la despensa, de comida que nos suponga una tentación irresistible y muchas calorías. Lo mejor es acudir a la tienda con la lista de la compra hecha y evitar las tentaciones.

Saltarse una comida si tiene sentido

 

Si la última vez que te has sentado a la mesa te has excedido, prescinde de la siguiente. O simplemente hazte con un par de piezas de fruta que te quiten la ansiedad pero que no harán que añadas aún más calorías. Si te lo propones y lo consigues, hacerlo regularmente será sencillo.

Empieza a comer por alimentos que llenen

 

Beber un vaso de agua antes de una comida puede ayudarte a comer menos. Del mismo modo, comer una ensalada o una sopa antes de la comida principal también. Son ligeros en calorías y llenan bastante el estómago. Los alimentos con muchas proteínas y fibra también te mantienen alejado del hambre por un tiempo.

La prueba del hambre

 

Imagina una comida realmente saludable que te guste. Que contenga preferiblemente una verdura verde como brócoli, espinacas o ensalada. Si siente hambre de verdad, no tendrás problemas para comer tu verdura favorita. Pero si ves que no te apetece, que quieres pizza, chocolate o patatas fritas, lo que tienes es hambre emocional.

Ensalada

El agua siempre a mano

 

Si te entra mucha hambre, bebe agua. Bebe agua también aunque no tengas hambre. No es por ese mantra tan repetido de que beber dos o más litros de agua sea bueno para la salud, sino porque ingerir agua sacia. Si quieres, puedes acompañarla de un poco de zumo de limón.

La regla del 20% menos

 

Un buen truco que puedes usar para ayudarte es servirte un 20% menos de comida. Cuando tengas comida en un plato, corta 20% y apártala, dásela a tu perro o compártelo con otros. Hazlo en cada comida hasta que lo normalices. Te acostumbrarás a ello enseguida y te hará sentirte orgulloso de que eres capaz de hacerlo.